TIBERIADES
De camino a Tiberiades pasamos por un pequeño puerto entre dos montes de pequeña y escasa vegetación. El guía dice: son los Cuernos de Hattin. Aquí, en el año 1187, Saladino, con su ejercito musulmán derrotó a los cruzados.
Entramos en la ciudad de Tiberiades. Mi primera impresión fue la de que se trataba de una ciudad residencial. Un rótulo en el portal del hotel dice: Golan Hotel. Los peregrinos estamos cansados: el día ha sido muy intenso y de mucha emoción. El hotel tiene muchas plantas, amplias ventanas y terrazas, parece que se eleva hasta el cielo, en la ladera de aquel monte que termina en el lago. Se sitúa, como en una atalaya, encima del lago Tiberiades, mar de Galilea o lago Kineret, que con los tres nombres, indistintamente, se le nombra.
Subimos a la habitación las maletas, bolsos ... : todo el equipaje, en el ascensor. En quince minutos, dice el guía: a cenar . Son las siete de la tarde hora, local.
La capacidad del comedor es de doscientos comensales. Sirven las mesas jóvenes árabes, elegantemente vestidas, tez morena, ojos negros, profundos. Hablan árabe, inglés y alguna palabra castellana, también; con un poco de esfuerzo y paciencia nos entendemos bien, sobre todo, cuando nos ofrecen vino, cerveza y agua mineral . Con vistas al lago y a las tierras del entorno, escuchando el susurro de las olas y contemplando las luces de las cercanas aldeas, próximas al Golán, que parpadeaban en la oscuridad, como las estrellas del cielo, en una noche serena, despejada, de fin de año o Navidad, disfrutamos los peregrinos de aquella cena normal, con buen humor, conversación amena, cordial, y agradable compañía. ! Que bien se estaba en aquel lugar! ¡Reloj, detén tu camino, no ves que feliz soy!. No deshagas el hechizo que estoy viviendo en día tan especial.
El guía nos convoca a las ocho de la tarde, después de cenar, a una reunión que tendrá lugar en una sala del hotel. La sala es amplia y alargada. En las sillas colocadas en círculo, nos sentamos los peregrinos expectantes y atentos a lo que el guía nos quiere comunicar. Dice que nos reunimos para conocernos mejor, que cada uno diga: su nombre, nación y ciudad de origen, motivo personal de su peregrinación, y añade, con una sonrisa que exige reflexión especial: el que, al terminar la sesión, recuerde más nombres de peregrinos será premiado al final .
Un peregrino uruguayo de ochenta años de edad, que anda solo por el mundo y muy lejos de su hogar, que es calvo, alto de estatura, más bien grueso, tez morena, pecoso por la edad, mirada profunda, grave de expresión, discreto, inteligente, culto y cordial, de vez en cuando, un poquito socarrón, dice que muy feliz ha sido en su ya larga vida temporal, siempre en compañía de su amigo y compañero Jesús, que nunca le abandonó. Ya próximo el final de su vida, quería, antes de marcharse a la otra, conocer la tierra donde Él nació y vivió, y recorrer los caminos que Él recorrió y los lugares donde habitó. Sus palabras me confortaron y, a la vez, fueron como un estímulo que me ayudaron a caminar en esa dirección. Una joven madrileña, más bien baja, con algunos kilos demás, morena, ojos y mirada ligeramente tristes, reflexiva y discreta, que en un convento podría entrar, viene en busca de ayuda para ver si cruza el lago, para ver qué rumbo, qué camino, a qué va a dedicar su vida.
Un hombre español de mediana edad, profesor de castellano en las lejanas tierras de Japón, discreto, pensativo y meditabundo, dice que viene a olfatear. Tres señoras chilenas, dos entradas en años y otra de mediana edad; una deja marido e hijos encarcelados, en su tierra y viene en busca de ayuda para recuperarlos; otra, la más joven, tez morena, de padre árabe, viaja para encontrar sus raíces; la tercera, viene a cumplir la ilusión de su vida: pidió a la Virgen María que todos los obstáculos le pusiera o facilidades le diera si le conviniera o no realizar el viaje y que allí estaba.
Un señor de Guadalajara, Pablo de nombre, cumplidos los cincuenta años ya; más bien grueso, bajo, empedernido charlatán, extrovertido sin límite, como pocos hay igual, fe sin matices, según en las Escrituras escrita está; quinientas mil pesetas le tocaron en la lotería nacional y a realizar el deseo de su vida viene con gran alegría y satisfacción. Un señor Zaragozano, cumplidos los setenta años, acompañado de su sobrino de mediana edad, hace este viaje para cumplir la promesa de su vida y el sobrino, a conocer esta tierra, acompañar a su tío y a ver lo que puede pasar.
Cuatro peregrinos de Ferrol: tres mujeres y un varón hacen el viaje por motivos, mitad religiosos, mitad, culturales. Otros peregrinos buscan la conversión a Cristo en su tierra natal. Cada uno va diciendo lo que le impulsa y decide a realizar este viaje tan excepcional . Mi hermano Amadeo, que a mi derecha está, dice que es sacerdote de Madrid y que hace siete años ya realizó este viaje; ahora viene a profundizar más y acompañar a sus hermanos, Laura y Antonio, que a su izquierda están. Llega mi turno, para mi motivo relatar: vengo de Madrid, Israel siempre ha tenido para mi algo de misterio, algo mágico que me atrae y no sé bien explicar; pero sobre todo vengo porque deseo conocer y recorrer las tierras donde Cristo nació, creció, trabajó, predicó su evangelio, fue juzgado, muerto y sepultado y resucitó y subió a los cielos como primicia de nuestra muerte y resurrección. ¡Cómo no venir aquí un cristiano a buscar “ el camino, la verdad y la vida”, el modelo que inspira mis actos y conducta! Laura, que está a mi izquierda, dice que, en principio, tuvo dudas, pero que ahora está contenta de haber emprendido el viaje .
La reunión terminó a las nueve. El sol a las seis y media, en el horizonte ya se había ocultado; la temperatura, ahora, era agradable; la piscina del hotel con sus aguas transparentes, azules, serenas y templadas, bien iluminada, parece que reclama insistentemente que la disfrutemos, que la gocemos. Algunos peregrinos, aún tienen fuerzas para bajar, Laura y yo también. Unos se bañan, otros, disfrutan del fresco y de la brisa del lago Tiberiades, en la pradera, bien tumbados en la hierba, bien sentados en sillas, mecedoras o hamacas. Los ojos se cierran, la cabeza pesa, el cansancio del día te invade, ya no eres muy consciente de lo que te pasa: tienes sueño, deseas dormir; no obstante te resistes a partir: ! se estaba también allí !
Serían eso de las cinco y media, hora local, del día tres de septiembre, cuando salgo a la terraza de la habitación. De frente, el lago Tiberiades y los Altos del Golán, tan disputados por sirios y judíos. Hay una tenue neblina en el lago, más espesa en los Altos del Golan. El sol sale del horizonte en aquellos altos; unos rayos son blancos; otros, amarillos; otros, anaranjados y violetas: todos atravesando las nieblas se proyectan como veloces flechas en todas las direcciones, en busca de su destino. Estos, en el cielo; esos, en las tierras del entorno; aquellos, en las aguas del lago, reflejando sus colores como millares de perlas que estuvieran danzando en un joven y frenético festival. El lago esta sereno y tranquilo, sólo se percibe una suave, muy suave brisa y el murmullo de las olas cuando acarician las rocas y arenas de la orilla. Es muy temprano, no hay gente en las calles, están descansando, durmiendo...El cuadro es tan fantástico, tan hermoso, tan real, que no puedo por menos de grabarlo en vídeo para disfrute y deleite en el futuro.
Había concertado con mi hermano Amadeo, salir muy de mañana a dar un paseo por la ciudad, antes de desayunar. A las seis iniciamos nuestra pequeña excursión. La ciudad esta situada en las faldas de un monte. Por sus calles, a veces, con mucha pendiente, y otras, más suave, incluso con algún trecho llano, ya circulan autobuses, obreros que van a trabajar y estudiantes vestidos de uniforme que esperan, conversando, en la parada, la llegada del autobús. Algunas casas y hoteles parecen abandonadas; otras, bien cuidadas. Queríamos llegar al puerto. Teníamos información de que era algo digno de visitar; pero la hora del desayuno se acercaba y un nuevo día de visitas iba a empezar: así que regresamos al hotel un poco frustrados por no alcanzar el objetivo que con gran ilusión esperábamos. El calor ya era sofocante. Sudábamos por todo el cuerpo. Al frente, unos hoteles grandes de cinco estrellas, destacando de los demás, como sucede en las mejores ciudades turísticas de España o en la propia capital, despiertan nuestra curiosidad; pero sobre todo son los estudiantes, vestidos de uniforme, un ida tres de septiembre, los que más me hacen reflexiona. En España, que no hace tanto calor como en Tiberiades, que está a 200 m. bajo el nivel del mar, los estudiantes siguen de vacaciones hasta el ida quince. Empezar el día uno sería una autentica guerra escolar. !Cuánto desearía entrar en alguno de aquellos colegios para observar, conocer, en la realidad, el sistema educativo de un país que casi todos los días esta en los medios de comunicación y que educa a sus hijos para convivir en una tensa situación que puede explotar en cualquier momento y en cualquier lugar! Paciencia, otra vez será .
Después de desayunar salimos, en autocar, bordeando el lago de Galilea. Nuestro programa por la mañana es: visitar la Iglesia del Primado de San Pedro, Cafatrnaum, la Iglesia de los Panes y los Peces y la Iglesia de las Bienaventuranzas y realizar el crucero por el lago.
Mientras llegamos a la Iglesia del Primado de San Pedro, el guía, en el autocar, dice que aquí Nuestro Señor hizo milagros; aquí ha llamado, uno por uno, a los apóstoles. En torno al lago, está la llamada, la vocación, la predicación … Vamos a contemplarlo, vamos hacer que estos parajes hagan efecto en nosotros; lo importante es que cada uno de nosotros conecte con el mensaje. Mi deseo es celebrar la primera eucaristía, me gustaría hacerlo, entorno al lago; pero esto depende de los grupos que haya. Como han visto, estamos cruzando la ciudad de Tiberiades. Es una ciudad que fue fundada al principio de la Era Cristiana, entre los años 18 y 22 d C, por Herodes Antipas, el que se burló de Jesús en la pasión. La llamó Tiberíades en honor de Tiberio Cesar, emperador de Roma. Los judío, de aquella época, no tenían simpatía por Tiberíades, pues, había sido edificada sobre una necrópolis por lo que no la frecuentaban para no contaminarse. Pero, debido a la gran atracción que ejercían sus baños calientes, se levantó luego la prohibición y la ciudad fue declarada legalmente pura. Fue la capital de Galilea. Después de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d C., los judíos emigraron a Tiberíades que se transformo en centro importante de la vida judía. En ella, residió el Sanedrín. También floreció la escuela de los masoretas que, por medio de la puntuación de Tiberíades, fijaron el texto de la Sagrada Escritura. Aquí está la tumba de Maimónides, filósofo judío sefardí nacido en Córdoba en 1135, que acumuló grandes conocimientos en filosofía, matemáticas, astronomía y medicina. Fue médico de Saladino y sus conocimientos filosóficos, inspirados en Aristóteles, influyeron mucho en el pensamiento judío, árabe y en el escolasticismo cristiano. No consta que Nuestro Señor Jesucristo estuviera en esta ciudad. Tal vez porque tuviera un cierto rechazo a la ciudad, tal vez, por Herodes Antipas, el que mandó degollar a San Juan Bautista, también por esa idea de que al, estar construida sobre una necrópolis, fuera considerada impura para los judíos. El hecho es que no consta. Esta ciudad, en un principio, tuvo un gran relieve hasta la Edad Media; luego fue en declive hasta que últimamente ha ido creciendo pero en un aspecto diferente. Ahora es una ciudad totalmente moderna, con grandes edificios: son las nuevas catedrales, son los hoteles, el Moría, Yordan River...Son hoteles de cinco estrellas. Está el lago preparado como si fuera playa para bañarse. Es una ciudad mas bien de veraneo. Por eso es totalmente diferente. Hay restos de la época antigua, como la muralla de la ciudad. Vamos hacer el recorrido. Silencio, contemplación, admiración. Ahora, sin comentarios, para no interrumpir a otros. Que cada uno se deje impactar por el entorno . Como cada día vamos hacer un poquito de oración: el Angel del Señor anunció a María ... Ahora vamos a recitar el salmo 110, un poco adaptado, salmo que canta las maravillas de Dios, que es lo que queremos cantar ahora y en esta mañana; las maravillas del lago, del entorno, sobre todo, la maravilla del Señor que recorrió esto, en tantos momentos y en tantas ocasiones, por eso vamos a dar gracias a Dios por las maravillas que hizo en la Creación, en la Humanidad, sobre todo, las manifestadas en su hijo Jesús.
Te doy gracias Señor de todo corazón, mi espíritu se eleva en busca de tu grandeza. Eres maravilloso, único y admirable, en Tí mi corazón se siente en paz y en armonía, en amor. Quiero cantarte desde la ciudad cristiana y desde el grupo que me acoge, quiero elevar mi alabanza junto al corazón de mis hermanos y unirme a ellos y decirte de corazón : eres grande y admirable, Señor, por eso quiero darte gracias, por no estar solo, por ser hermano con los hermanos; tus obras son grandes y tu misericordia sublime; que tu justicia, Señor, permanezca entre nosotros, que tu justicia brote en esta tierra , árida y desolada como el desierto que vamos a cruzar mañana, qué tu justicia sea tanto de un corazón que apoya al otro, que tu justicia, Señor, haga germinar la paz en nuestra tierra, de manera particular en esta tierra permanentemente en tensión. Eres clemente y compasivo, en tu corazón brota la paz , eres fiel a tu alianza con el hombre y cumples la palabra dada; das alimento al que abre la mano en busca de tu ayuda y ante ti, todos los pueblos, uno a otro, son iguales, quieren ser hermanos. De todo corazón te doy gracias, Señor, porque has realizado maravillas en la Creación. Vaya para ti nuestra alabanza que quiere proclamar tus maravillas en esta mañana. Bendito seas, Señor, del corazón del hombre, del hombre que te busca, mientras en sus fibras dejas las marcas profundas de tus huellas. Eres maravilloso, Señor, por eso queremos alabarte y darte gracias de manera especial en este día en que Tú nos concedes la gracia de caminar, contemplar y saborear estos lugares en los que vivió tu Hijo. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Ahora en esta línea de alabanza vamos a cantar el salmo 8º.
Señor, Dios nuestro ! qué admirable es tu nombre en toda la tierra !
Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado; ¿ Qué es el hombre para que te acuerdes de él?...
Todos los peregrinos cantamos con entusiasmo, pero Amadeo lo hace con especial firmeza, alta y fuerte voz, recreándose en el mensaje de la letra. Me da la sensación de que vive intensamente lo que canta; por la alegría que exterioriza, diríase que su corazón salta de gozo. Yo estoy animado, pero su comportamiento eleva también mi espíritu y me hace sentir algo especial: es la comunión y el contagio espiritual.
Al norte está el Líbano y los Altos del Golan; al este, Siria y Jordania; al sur, Egipto. Entorno éste, donde hay muchas e intensas tensiones.
Vamos a orar por la paz .
Señor hadme instrumento de Tú paz.
Donde hay odio ponga yo amor
Dónde hay ofensa ponga perdón
Dónde hay discordia ponga unión
Dónde hay error ponga verdad
Dónde hay duda ponga fe
Dónde hay desesperación ponga yo esperanza
Dónde hay tinieblas ponga vuestra luz
Dónde hay tristeza ponga yo alegría
! Oh, Maestro, que no me empeñe tanto en ser consolado como en consolar; en ser comprendido, como en comprender; en ser amado como en amar; porque dando, se recibe; olvidando se encuentra; perdonando, se es perdonado y muriendo, se resucita a la vida eterna. Bueno, después de habernos dejado impactar por el lugar donde nos encontramos, ahora entramos en la zona de Tabgha. No es simplemente un santuario del entorno de aquí, sino una zona donde hay tres santuarios: Multiplicación de los Panes y los Peces, Monte de las Bienaventuranzas y Primado de San Pedro. Vamos a parar en el Primado de San Pedro por si hubiera suerte y no hubiera grupos y pudiéramos celebrar la Eucaristía al lado del lago y al aire libre, contemplando el panorama. Si estuviera ocupado iríamos a Cafarnaúm, ya veremos. No hay ningún grupo. Tenemos sitio suficiente. Bajáis sólo las cosas imprescindibles. El libro de los cantos seria importante llevarlo, para eso nos lo han dado .
IGLESIA DEL PRIMADO DE SAN PEDRO : REFERENCIA BIBLICAS
Después de esto, se apareció Jesús a sus discípulos junto al mar de Tiberíades, y se apareció así: Estaban juntos Simón Pedro y Tomás, llamado Dídimo; Natanael, el de Caná de Galilea, y los de Zebedeo, y otros dos discípulos. Dijoles Simón Pedro: voy a pescar. Los otros le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Salieron y entraron en la barca, y en aquella noche no cogieron nada. Llegada la mañana, se hallaba Jesús en la playa; pero los discípulos no se dieron cuenta de que era Jesús. Dijoles Jesús: Muchachos, ¿ no tenéis en la mano nada que comer? Le respondieron: No. Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca y hallaréis. La echaron, pues, y ya no podían arrastrar la red por la muchedumbre de los peces. Dijo, entonces, a Pedro aquel discípulo a quien amaba Jesús: ¡ Es el Señor ! Así que oyó Simón Pedro que era el Señor, se ciñó la zamarra y se arrojó al mar. Los otros discípulos vinieron en la barca, pues no estaban lejos de tierra , sino como unos doscientos codos, tirando de la red con los peces. Así que bajaron a tierra, vieron unas brasas encendidas y un pez puesto sobre ellas y pan. Dijoles Jesús: Traed de los peces que habéis cogido ahora. Subió Simón Pedro y arrastró la red a tierra, llena de ciento cincuenta y tres peces grandes; y con ser tantos, no se rompìó la red. Jesús les dijo: Venid y comed. Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle: ¿ Tú quién eres ?, sabiendo que era el Señor. Se acercó Jesús, tomó el pan y se lo dio, e igualmente el pez. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitado de entre los muertos. San Juan ( 21, 1-14 )
“ Cuando hubieron comido, dijo Jesús a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan. ¿ me amas más que éstos ? Él le dijo: Sí, Señor, tú sabes que te amo. Dijole: Apacienta mis corderos. Por segunda vez le dijo: Simón, hijo de Juan, ¿ me amas ? Pedro le respondió: Sí, Señor, tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. Por tercera vez le dijo: Simón, hijo de Juan, ¿ me amas ? Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntase: ¿ Me amas ? Y le dijo: Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo. Díjole Jesús: Apacienta mis ovejas “. San Juan ( 21, 15-17 ).
La triple confesión de San Pedro corresponde a la triple negación de éste en la noche del prendimiento de Jesús. Jesús le había conferido la primacía jerárquica solemnemente después de la confesión en Cesarea de Filipos . “ Y yo te digo a ti que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos y cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos “ San Mateo ( 16, 18-19 ). Pero Pedro, por cobardía, sucumbió cuando vio prendido a Jesús. Ahora Jesús quiere rehabilitarle ante los discípulos, confirmándole en su categoría suprema de Pastor de sus corderos .
Dejamos el autobús. Entramos en el jardín donde está la Iglesia. El guía parece conocer bien al guardián: le saluda afablemente, cariñosamente, atentamente, como hacen los amigos de verdad. Unos trescientos metros separan la carretera de la Iglesia . El camino está bien asfaltado; la pendiente es suave. A los lados: setos podados, árboles frondosos, palmeras, eucaliptos y praderas. El césped de la pradera, recién segado, está muy verde. El regadío por aspersión está funcionando. Los pájaros cantan sin cesar. Sus trinos llegan de todas partes, parecen música celestial. A estas horas de la mañana, en este lugar, la temperatura es muy agradable. Los peregrinos caminamos relajados, descansados, decididos, animados, conversando, amenamente, hasta llegar a la Iglesia.
Al lado de la Iglesia hay un pequeño anfiteatro. Las gradas semicirculares descienden hasta una plataforma circular en la que se encuentra una mesa redonda que servirá de altar. Aquí celebramos la segunda Eucaristía en Tierra Santa. Cada peregrino se sitúa a su gusto en las gradas, Laura y yo, en la de más atrás, desde donde se contempla, en primer lugar, los peregrinos, la mesa del altar y los sacerdotes, más atrás, un frondoso árbol de cinco brazos, las estatuas que representan a Jesús que confiere a Pedro, postrado a sus pies, el primado de la Iglesia y le da su cayado; verja, Iglesia, árboles, arbustos, praderas y lago completan aquel hermoso escenario que hace agradable y delicioso aquel lugar.
La peregrina de Zaragoza, directora del coro, ensaya la canción que inmediatamente vamos a cantar :
Vamos cantando al Señor, Él es nuestra alegría
La luz de un nuevo día, venció la oscuridad, que
brille en nuestras almas, la luz de la verdad.
La roca que nos salva es Cristo, nuestro Dios;
Lleguemos dando gracias, a nuestra redentor.
Los cielos y la tierra, aclaman al Señor: Ha hecho maravillas, inmenso su amor.
Unidos como hermanos, venimos a tu altar, que llenes nuestras vidas, de amor y de amistad .
El padre Emérito explica: En este entorno se dio la llamada a todos los apóstoles. Fue llamando uno a uno. Uno que estaba en la barca echando las redes; otro, en su puesto de recaudador de impuestos, otro... La llamada fue muy sencilla: una mirada, una mirada con amor y desde el amor, un gesto, una palabra. Todo en la vida es problema de amor. Y ahora y aquí, en este lugar, como en aquel tiempo, hace siglos, examinó a Pedro, ¿ me amas ?, tal vez, a ti y a mí, Jesús nos hace esta pregunta: tú que estas bautizado, tú que te sientes cristiano, tú que dices que eres seguidor de Jesús, ¿ me amas ? Esa pregunta suena en nuestras mentes, una y otra vez.
Este entorno, este horizonte nos evoca tantas escenas, sobre todo, las escenas de la llamada. Ayer en el encuentro que tuvimos cada uno manifestaba sus motivaciones: desde su persona, desde su familia, desde sus amigos, desde la busca; unos mirando a ver que decisión tomar en su vida, por que camino caminar; otros olfateando, otros buscando conversión. Cada uno viene con motivaciones serias, profundas. Y ahora si, dejemos iluminar nuestro camino, por el camino del Señor.
En el altar, el padre Emérito, el padre Ismael y el padre Amadeo.
Se lee el Evangelio de San Juan ( 21,15-17 ), el Evangelio del amor. A mi mente, una y otra vez, acude este mensaje: si me amas, sígueme; porque yo soy el camino, la verdad y la vida: La luz del mundo.
Da la comunión Amadeo, mientras los peregrinos cantamos:
Tú has venido a la orilla,
no has buscado ni a sabios ni a ricos,
tan sólo quieres que yo te siga.
Señor, me has mirado a los ojos
sonriendo has dicho mi nombre.
En la arena he dejado mi barca.
Junto a tí buscaré otro mar ...
¡Qué canto tan apropiado para este lugar ! Aquí se siente la presencia de Jesús. Mi espíritu se alegra y se eleva al Señor.
Terminada la Eucaristía visitamos la Iglesia. Es una capilla pequeña, construida por los franciscanos en 1933, sobre los restos de otras más antiguas. El Papa Pablo VI la visitó el cinco de enero de 1964. Dentro de la capilla está la roca sagrada que los peregrinos llaman “la mesa del Señor “. Porque en esta mesa, según la tradición, Jesús dio de comer a los apóstoles, después de resucitado.
Yo toco la roca, casi instintivamente, con mi mano que deslizo lenta y suavemente por su superficie. Que el Señor me haya permitido estar allí, contemplando aquella roca, tocando aquella roca, sintiendo aquellas sensaciones, me parece un gran privilegio; porque es la roca donde Él se sentó, la misma roca donde preparó el desayuno y se lo sirvió a los apóstoles, en el lugar donde concedió a Pedro la primacía de la Iglesia. Esta misma roca sale al exterior de la Iglesia y llega hasta el lago. En su pendiente están talladas siete escaleras, sobre las cuales estuvo sentado el Señor. Allí se siente, se percibe la presencia del Señor.
El sol se refleja en las aguas del lago y sus rayos dorados, veloces y directos llegan con luz brillante y cegadora hasta mis ojos como si procediesen de iluminadas perlas y rubíes que flotaran libremente sobre el agua. En la orilla del lago, hay muchos guijarros.
Guijarros pequeños, unos; medianos, otros y grandes los más; guijarros que serán semejantes a aquellos que tantas veces tocaría Jesús y los apóstoles. Un suave oleaje penetra mansamente entre ellos y que, al rozarlos, produce un leve susurro, un arrullo que adormece como las nanas que las madres cantan a sus hijos con amor. Un susurro continuo, que trae a nuestras mentes los mensajes del Señor.
Un barco está pescando, a lo lejos, sobre las tranquilas aguas del lago. Por un momento imaginas que es la barca de Pedro dos mil años atrás. Laura sentada en un guijarro contempla aquella mágica escena. ¿Cuántas veces el Señor desde allí mismo, sobre los guijarros, no habrá contemplado el mismo panorama, el mismo horizonte, el mismo mar, la misma belleza? Los peregrinos se han ido ya. Somos los últimos. Nos resistimos a marchar. Una última mirada que desea prolongar aquel hechizo fenomenal. Hay que caminar rápido para llegar a tiempo al autocar. Con enorme tristeza dejo aquel lugar, también con alegría por gozar de aquel privilegio singular.
CAFARNAÚM: REFERENCIAS BIBLICAS
Subieron en una barca, hizo la travesía y vino a su ciudad: Cafarnaúm. (San Mateo 9.1).
Partió Jesús de allí, le seguían dos ciegos dando voces y diciendo: Ten piedad de nosotros, Hijo de David. Entrando en casa se le acercaron los ciegos y les dijo Jesús: ¿Creéis que puedo yo hacer esto? Respondieronle: Sí, Señor. Entonces tocó sus ojos, diciendo: Hágase en vosotros según vuestra fe. Y se abrieron sus ojos. ( San Mateo 9,27-29) .
Entrando en Cafarnaúm, se le acercó un centurión, suplicándole y diciéndole: Señor, mi siervo yace en casa paralítico, gravemente atormentado. El le dijo: Yo iré y le curaré. Y respondiendo el centurión, dijo: Señor, yo no soy digno de que entres bajo mi techo; di sólo una palabra y mi siervo será curado. Porque yo soy un subordinado, pero bajo mí tengo soldados, y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi esclavo: Haz esto, y lo hace. Oyéndole Jesús, se maravilló y dijo a los que le seguían: En verdad os digo que en nadie de Israel he hallado tanta fe... Y dijo Jesús al centurión: Ve, hágase contigo según has creído. Y en aquella hora quedó curado el siervo. ( San Mateo 8,5-10 ,13)
Entrando de nuevo, después de algunos días, en Cafarnaúm, se supo que estaba en casa, y se juntaron tantos que ni aun en el patio cabían, y Él les hablaba. Vinieron trayéndole un paralítico, que llevaban entre cuatro. No pudiendo presentárselo a causa de la muchedumbre, descubrieron el tejado por donde Él estaba, y hecha una abertura, descolgaron la camilla en que yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. Estaban sentados allí algunos escribas, que pensaron entra sí: ¿Cómo habla así éste? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios ? Y luego, conociéndolo Jesús, con su espíritu, que así discurrían en su interior, les dice: ¿ Por qué pensáis así en vuestros corazones ? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados o decirle: Levántate, toma tu camilla y vete? Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados, se dirige al paralítico, yo te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. El se levantó, y tomando luego la camilla, salió a la vista de todos, de manera que todos se maravillaron, y glorificaban a Dios diciendo: Jamás hemos visto cosa igual. (San Marcos 2,1-12 ).
Llegado el atardecer, puesto ya el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados, y toda la ciudad se reunió a la puerta; curó a muchos pacientes de muchas enfermedades y echó muchos demonios, y a éstos no les permitía hablar, porque le conocían. ( San Marcos 1, 32-34 ).
Llegaron a Cafarnaúm, y luego, el día de sábado, entrando en la sinagoga, enseñaba. Se maravillaban de su doctrina, pues la enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. Y luego, hallándose en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, comenzó a gritar, diciendo: ¿Qué hay entre ti y nosotros, Jesús Nazareno ? ¿Has venido a perdernos ? Te conozco: tú eres el Santo de Dios. Jesús le mandó: Cállate y sal de él. El espíritu impuro, agitándole violentamente, dio un fuerte grito y salió de él. Quedaronse todos estupefactos, diciéndose unos a otros: ¿Qué es esto? Una doctrina nueva y revestida de autoridad, que manda a los espíritus impuros y le obedecen. Extendióse luego su fama por doquiera en todas las regiones limítrofes de Galilea. ( San Marcos 1,21-28 ).
Luego saliendo de la sinagoga, vinieron a casa de Simón y Andrés, con Santiago y Juan. La suegra de Simón estaba acostada y con fiebre, e inmediatamente se lo dijeron. Él, acercándose, la tomó de la mano y la levantó. La fiebre la dejó, y ella se puso a servirles. ( San Mateo 1, 29-31 ).
Vinieron su madre y sus hermanos, y desde fuera le mandaron a llamar. Esta la muchedumbre sentada entorno de Él y le dijeron: Allí fuera, están tu madre y tus hermanos, que te buscan. El les respondió: ¿Quién es mi madre y mis hermanos ? Y echando una mirada sobre los que estaban sentados en derredor suyo, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Quien hiciere la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre. ( San Marcos 3,31-34 ).
Salió de nuevo a la orilla del mar, y toda la muchedumbre se llegó a Él, y les enseñaba. Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, sentado al telonio, y le dijo: Sígueme, le siguió... Los escribas y fariseos viendo que comía con pecadores y publicanos, decían a sus discípulos: ¿Pero es que come con publicanos y pecadores? Y oyéndolo Jesús, les dijo: No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos: ni he venido yo a llamar a los justos, sino a los pecadores. ( San Marcos 2, 13-14 ).
Habiendo Jesús ganado en la barca la otra ribera, se le reunió una gran muchedumbre. El estaba junto al mar. Llegó uno de los jefes de la sinagoga llamado Jairo, que en viéndole se arrojó a sus pies e insistentemente le rogaba diciendo: Mi hija esta muriéndose; ven e imponle las manos para que sane y viva. Se fue con él, y le seguía una gran muchedumbre, que le apretaba. Una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años; y había sufrido grandemente de muchos médicos, gastando toda su hacienda, sin provecho alguno, antes iba de mal en peor, como hubiese oído lo que se decía de Jesús, vino entre la muchedumbre por detrás y tocó su vestido; pues se decía: Si tocare siquiera su vestido, seré sana. Al punto se secó la fuente de la sangre, y sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal ... Y Él le dijo: Hija , tu fe te ha salvado; vete en paz y sé curada de tu mal. Aún estaba Él hablando, cuando llegaron de la casa del jefe de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto. ¿Por qué molestar ya al Maestro ? Pero oyendo Jesús lo que decían, dice al jefe de la sinagoga: No temas, ten sólo fe. No permitió que nadie le siguiera más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegados a la casa del jefe de la sinagoga, ve el gran alboroto de las lloronas y las plañideras, y entrando les dice: ¿A qué ese alboroto y ese llanto ? La niña no ha muerto, duerme. Se burlaron de Él; pero Él, echando a todos fuera, tomó consigo al padre de la niña, a la madre y los que iban con Él, y entró donde la niña estaba; y tomándola de la mano le dijo: “ Talitha qumi “, que quiere decir: Niña, a ti te digo, levántate. Y al instante se levantó la niña y echó a andar, pues tenía doce años, y se llenaron de espanto. .( San Mateo 5, 21-42 ).
Presentaronle unos niños para que los tocase, pero los discípulos los reprendían. Viéndolo Jesús, se enojó y les dijo: Dejad que los niños vengan a mí y no los estorbéis, porque de los cuales es el reino de Dios. En verdad os digo: Quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. ( San Marcos 10,13-15 ).
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangra verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre está en mí y yo en él. ( San Juan 6,54-56 ).
Comenzó entonces a increpar a las ciudades en que había hecho muchos milagros, porque no habían hecho penitencia: ¿Ay de ti, Corazeín; ay de ti, Betsaida ! , porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros hechos en ti, mucho ha que en saco y ceniza hubieran hecho penitencia. Así, pues, os digo que Tiro y Sidón serán tratadas con menos rigor que vosotros en el día del juicio. Y tú, Cafarnaúm, ¿Te levantarás hasta el cielo? Hasta el infierno serás precipitada. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros hechos en ti, hasta hoy subsistiría. Así, pues, os digo que el país de Sodoma será tratado con menor rigor que tú el día del juicio. ( San Mateo 11, 20-24 ).
CAFARNAÚM : AYER Y HOY
El autocar aparca en una explanada a quinientos metros de la entrada. La carretera es llana. Los peregrinos caminamos decididos conversando animadamente. Un muro de piedra de basalto negra, una puerta de hierro, la parte superior hace de verja, un letrero que dice: Capharnaum the town of Jesús, árboles y arbustos en flor sobresaliendo por el muro, peregrinos que entran y salen del recinto: todo esto contemplamos antes de entrar en lo que fue Cafarnaúm. El momento es importante para mí: es la primera vez que visito este lugar, probablemente también la última; es el lugar donde el Señor vivió los tres años de su vida pública, predicó su evangelio, hizo milagros, paseó por sus calles...Siento la necesidad de que este momento perdure, de que el tiempo no borre el recuerdo.
Dentro del recinto, a la sombra de pinos y eucaliptos, los peregrinos, sentados unos, de pie otros, escuchamos las explicaciones del guía que nos habla de la historia de este lugar.
Aquí vivió Jesús los tres años de su vida pública. Desde aquí salía a enseñar a los lugares de su entorno, sólo, esporádicamente, iba a Jerusalén. Por Cafarnaúm pasaba la Vía Maris, camino, calzada que unía Asia con Africa a través de Mesopotamia, Siria, Judea, Mar Mediterráneo y Egipto. Era, pues, Cafarnaúm, un lugar de transito, y por tanto, de intercambios para judíos y extranjeros; una ciudad de pastores, pescadores, agricultores y comerciantes. Tenía una sinagoga cuyo tamaño deja entrever la importancia de esta ciudad; una guarnición de 100 soldados romanos al mando de un centurión y controladores para los impuestos, como el peaje de las actuales autopistas: era un lugar fronterizo entre los territorios de Filipo y Herodes Antipas, situado a cuatro km. del río Jordán y a orilla del lago de Galilea. Su extensión aproximada: 4.500 m2. Su población: unos 1800 habitantes. Las casas eran toscas, construidas con cantos rodados, piedras de basalto oscuro, de un solo piso, cubiertas con ramas de juncos, paja y tierra. Eran pequeñas, de una sola pieza. En ellas, vivían y dormían todos los familiares en común: viviendas plurifamiliares. Cada manzana, a la que llamaban isla, estaba aislada por un muro con entradas comunes al interior, donde estaban las casas, adosadas unas a otras, alrededor de patios comunitarios.
Bajo el dominio de los bizantinos, en los siglos V y VI, alcanzó su esplendor. Conquistada por los árabes en el año 665, comenzó su declive y quedó abandonada en el siglo X d. J.C. Las ruinas quedaron cubiertas de tierra. Su localización llegó a perderse. En el siglo pasado, nadie sabía donde había estado. Todo estaba arrasado. Era un campo de pastores, a nadie le interesaba, a nadie le importaba. Al final del siglo pasado, en 1894, los franciscanos compraron a los beduinos aquellas tierras abandonadas. Tímidamente, se comenzó a hacer excavaciones que, en 1914, quedaron interrumpidas por la guerra, hasta que últimamente, en 1968, un arqueólogo franciscano, el padre Virgilio Corbo, italiano, consagró 30 años de su vida a este trabajo, descubriendo todo esto. Lo que tenemos ahora, de alguna manera, se lo debemos a él. Ha muerto hace unos pocos años y como excepción, por sus años de trabajo aquí, le han enterrado al lado de la casa de San Pedro. También contribuyó a estos trabajos el padre Estanislao Loffreta.
Exploraron los niveles inferiores y allí encontraron los muros auténticos de las casas de los tiempos de Jesús. Donde estuvo la casa de San Pedro y, por tanto, la casa de Jesús, se edificó una basílica octogonal en el siglo V. El estudio de los restos arqueológicos encontrados allí, indican que aquella casa había sido venerada, por entender que era la casa de Pedro, la casa de Jesús. Sobre este solar, utilizando columnas, para no destruir los restos de la casa, se erigió la iglesia circular actual.
Lo más importante para nosotros, el objetivo de nuestra visita aquí, a este lugar, es recordar, evocar la presencia de Nuestro Señor. Aquí, que es uno de los lugares más importantes, podemos subrayar algunas de la escenas que tuvieron lugar. Aquí, San Mateo cobraba impuestos. Una de la veces que pasó por aquí el Señor le miró y le dijo: Mateo, ven y sígueme, y Mateo, ante aquella llamada, tuvo esa valentía de darle una patada al mostrador de los impuestos, olvidarse de las monedas que tenía, dejarlo todo y seguir al Señor.
Viene a casa de San Pedro. Su suegra está enferma. La tomó de la mano y la levantó: la fiebre la dejó, la curó. El Señor hace milagros.
Una familia tiene un enfermo paralítico. La casa de Pedro, donde se encontraba el Señor, estaba tan llena de gente que no se podía entrar. Tienen tanta fe que deciden levantar el techo de la casa que debía ser de ramaje o de paja y pasan por allí al enfermo. Bueno, pues, tu fe te ha curado, anda, levántate y camina. Se levantó y se fue. La fe en Jesús le ha curado .
Otra de las escenas es la de la hija de Jairo que es el encargado de la Sinagoga. Jairo tiene una hija que había fallecido. Se narran, al menos, tres resurrecciones que hizo el Señor: Jairo, Lázaro y el hijo de la viuda de Naím. Jesús dice al jefe de la sinagoga: “No temas, ten sólo fe.” Entró donde estaba la niña y tomándola de la mano le dijo: “Talitha quimi” - niña, a ti te digo, levántate -. Y, al instante, se levantó la niña y se echó a andar. La fe de Jairo y el poder de Jesús...
Estando en la conversación, que vayas, que la cures..., una mujer, “la hemorroísa, se acerca al Señor. Tiene tanta fe que piensa que si tocara siquiera su vestido seria sana. Así lo hace. El Señor se vuelve y dice: ¿quién me ha tocado?... Tu fe te ha salvado. Vete en paz y sé curada de tu mal. ¡Tiene tanta fe en Jesús ! que...
Hay otra escena también aquí muy importante: después esto ha tomado cuerpo en una canción: Señor yo no soy digno que entres en mi morada... Un centurión tenia un siervo gravemente enfermo, manda a un emisario para que Jesús vaya a curarlo, se ve que Jesús era muy conocido, hace milagros. No, Señor, no hace falta que vengas. Yo tengo a mi cargo una centuria, digo a uno ven y viene, a otro, vete y va. No hace falta, Señor, que Tú vayas. No soy digno de que entres en mi casa. Al oír esta expresión, el Señor dice , pues , que se realice en ti lo que estas pidiendo . ¡ Era tanta la fe del centurión en Jesús !...
Pero no todo era gozo, no todo eran rosas. El Señor vivió uno de los momentos más difíciles de soledad. Porque el Señor cuando hacia la multiplicación de los panes y los peces, daba de comer, hacia milagros, la gente le seguía; pero cuando decía: yo soy el pan de vida, yo soy el camino la verdad y la vida, entonces la gente decía, bueno, eso son filosofías, eso ya no nos interesa.
Aquí, llegó un momento en que el Señor se encontró prácticamente solo, y lo vivió de tal manera, con tanta fuerza e intensidad que le dijo a sus discípulos: ¿también vosotros queréis dejarme, pues, dejarme. Los habitantes de Cafarnaúm, a pesar de la predicación de Jesús y de tantos milagros como allí realizó, no creyeron en Él. Jesús se lamentó con amargura y tristeza y maldijo a la ciudad por su incredulidad. ¡ Ay de tí Cafarnaúm, si en Tiro y Sidón, que estaban en esta zona, se hubieran realizado los milagros y los hechos que se han realizado en ti, se hubieran convertido, en cambio tú no. ¿Qué crees, que serás subida al alto del cielo? Serás metida en lo profundo del abismo. Bueno, pues, esa expresión dura y fuerte, de una vivencia impactante, la tuvo Nuestra Señor aquí. Cafarnaúm es un lugar profundamente evocador.
Visitamos, a continuación, las ruinas de la sinagoga que fue construida con piedra caliza blanca, traída de una cantera a 10 km., a finales del siglo IV d J.C., probablemente, sobre el lugar donde estaba la sinagoga en la que Jesús predicó y enseñó. Construida en el estilo de una basílica, tenía tres naves y columnas: truncadas unas, con capiteles corintios, otras. En los restos aparecen tallados símbolos judíos: Menorá, Arca de la Alianza, Estrella de David...Su magnitud indica la importancia que tuvo Cafarnaúm .
Desde la entrada de la sinagoga, contemplamos los resultados de la excavaciones: los muros de las casas, los materiales con que las construían, su forma y dimensiones; los patios, calles; las piedras molares que utilizaban para moler el trigo y las aceitunas.
Me impresinó observar todo aquello, el enorme trabajo allí realizado, y la oportunidad de ver como eran realmente las casas en tiempo de Jesús, las calles por donde Él anduvo, las casas que Él vio y donde vivió.
Finalmente, visitamos la nueva iglesia de Cafarnaúm, construida sobre el solar donde estuviera la casa de Pedro y, por tanto, donde vivió tres años Jesús. Aquí las comunidades cristianas, según iban viniendo, convertían la casa en lugar de oración; posteriormente fueron haciendo una pequeña capilla. Aquí era donde se reunían para orar.
No puedo explicar la sensación que experimento al contemplar aquel lugar que fue la casa de Pedro y la casa de Nuestra Señor. Estoy como aturdido, viendo el lugar y la casa donde Jesús vivió e hizo milagros. Lo considero como un privilegio, como algo muy grande en mi vida. Será un recuerdo muy querido, hasta el final de mis días.
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