martes, 26 de febrero de 2008
Río Jordan
RIO JORDÁN
Vino Jesús de Galilea al Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. Juan se oponía, diciendo: Soy yo quien debe ser por tí bautizado, ¿ y vienes tú a mí?Pero Jesús le respondió: Déjame hacer ahora, pues conviene que cumplamos toda justicia. Entonces Juan condescendió. Bautizado Jesús, salió luego del agua. Y he aquí que vio abrírsele los cielos y al espíritu de Dios descender como paloma y venir sobre él, mientras una voz del cielo decía: Este es mi hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias. ( San Mateo 4,13-17 ) .
El río Jordán, desde el monte Hermón, va descendiendo hasta el lago, a 212 m. bajo el uno de los grandes ríos bíblicos. El guía, mirando a los peregrinos que estamos sentados en un anfiteatro sigue explicando y dice que el río forma parte de la división: transjordania y cisjordania. Río bíblico desde los patriarcas que traían el ganado a beber en él. Juan el Bautista bautizaba en el Jordán mandando a la gente que hiciera penitencia. Un buen día se presentó Nuestro Señor en el río para que Juan le bautizara y allí tiene lugar otra teofonía:” Este es mi hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias. Todos estamos muy atentos para evocar, recordar, el acontecimiento que para nosotros tiene mucha importancia: por el bautismo nos hacemos discípulos de Jesús, nos hacemos cristianos. La Liturgia nos invita a recordarlo, a renovarlo en la Vigilia Pascual. Nosotros que tenemos la oportunidad de estar aquí, al lado del río, vamos a hacerlo en este lugar.
Bautismo en el Río Jordán
Dios todopoderoso y eterno que en el bautismo de Cristo en el Jordán, tu Hijo amado, por medio del Espíritu Santo, concédenos perseverar siempre en tu amor, por Nuestro Señor Jesucristo.
Lee el evangelio de (San Mateo 4,13-19 ) y, seguidamente, dice:
¿ Renuncias a la hipocresía, orgullo, egoísmo personal, desprecio a los demás? Si, renunciamos, contestamos todos los peregrinos. ¿Renuncias a inhibiros ante la injusticia y necesidades de las personas, ante las instituciones, por pereza, cobardía, ventajas personales? Si, renunciamos. ¿ Renuncias a los criterios y comportamientos materialistas de la vida, a los placeres, a que el dinero es un valor absoluto, a que el fin justifica los medios y el propio bien está por encima del bien común ? Si, renunciamos.
¿ Creéis en Dios padre todopoderoso? Si, creemos.
¿Creéis en Jesucristo su único Hijo Nuestro Señor? Si. creemos.
¿ Creéis en el Espíritu Santo...? Si. creemos .
Que Dios todopoderoso...
Con mucha fe y devoción cantamos :
UN SOLO SEÑOR, UNA SOLA FE, UN SOLO BAUTISMO, UN SOLO DIOS Y PADRE.
Amadeo, a mi lado, canta con fuerza y energía. Parece que siente y vive el mensaje de modo especial. ¡ Y quién no, en aquel escenario, donde Jesús fue bautizado por Juan !
El guía se mete en el río, en una plataforma de cemento protegida por una verja para evitar posibles peligros de las aguas más profundas. Por allí, vamos pasando todos los peregrinos. A nuestro paso, con el agua del río en la mano, la derrama sobre la cabeza de cada peregrino. Amadeo sube los pantalones hasta la rodilla como hacemos todos los varones. Hace un gesto con la mano indicando al guía no sé que cosa. Mientras tanto yo filmo aquella escena tan entrañable y tan significativa. Cuando me llega el turno estoy como aturdido por la magnitud de aquel acontecimiento, por las promesas que hemos hecho, por el lugar en que las hicimos. El momento es de gran emoción, no sólo porque estamos en el río Jordán, en el mismo río donde Juan bautizaba y Jesús se bautizó y Dios dijo que era su hijo amado para que nadie dudase de quien era, con todo lo que esto significa, sino también, porque la renovación del bautismo que hacíamos, la hacíamos, ahora, conscientemente, libremente. No eran nuestros padres los que hablaban por nosotros, éramos nosotros mismos los que renunciábamos a todo aquello. Esto, si somos coherentes con nuestras promesas, compromete a mucho. ¡ Que Dios todopoderoso nos de luz y fuerza de voluntad para poder cumplirlo!
El sol se estaba ocultando ya, y, todavía, estábamos en el río. No obstante, hacia calor. Algunas peregrinas utilizaban el abanico para refrescarse un poco. Es que la zona está muy por debajo del nivel del Mar Mediterráneo. Entre las ramas se filtraba el sol y sus rayos se proyectaban en las aguas con un color ocre amarillo, como ocurre tantas veces en las puestas de sol. Las aguas estaban tranquilas y sosegadas; la corriente mínima, sólo una especie de olas pequeñitas, casi imperceptibles, indicaban que el río estaba vivo a la vez que hacían de brillante espejo donde se refleja el sol. La estampa era mágica. El lugar, muy arreglado y cuidado, contribuía a crear aquel efecto.
Algunos peregrinos llenaron sus botellas con agua del río. Una dijo que era para bautizar a su nieta que estaba próxima a nacer. Laura y yo llenamos, también, dos botellas de aquel agua para llevarla a Madrid como recuerdo evocador de lo que allí habíamos vivido. Era el agua del río Jordán, del río donde Juan bautizó a Jesús, del río bíblico. Han pasado más de diez años y el agua del Jordán sigue en las esas botellas. Cada vez que las veo, recuerdo con emoción aquel día Para mi, estar en el río del bautismo de Jesús, renovar allí el bautismo, era de gran valor, de inmenso valor. ¿ Acaso no es grande para un creyente?
La explanada donde paraban los autobuses está también muy bien proyectada. Es amplia, limpia, bien cuidada. El entorno es muy bello. Por un lado el río, por el otro, enormes palmeras, altas, formando hileras, con ramas casi horizontales como si fueran enormes paraguas, como si pretendieran proteger a la tierra desde arriba, no se de cuantos peligros. Enormes racimos de dátiles de color rojizo pendían de sus ramas. El día había sido intensísimo. La noche estaba próxima. Subimos al autocar camino de Tiberíades, camino del hotel Golán.
Llegamos al hotel cansados. ¡ Tantos lugares visitados aquel día, tantas emociones, tantos recuerdos ! Desde la terraza de la habitación se ve la piscina del hotel. El agua estaba limpia y transparente. Algunos peregrinos se estaban bañando. Corre una brisa cálida pero muy agradable. Tengo calor, estoy cansado, rendido. Quiero relajarme y refrescarme. No lo pienso dos veces. Pongo el traje de baño y bajo a la piscina. La temperatura del agua era tan buena que era un autentico placer bañarse allí. Hasta ocho veces recorro la piscina de extremo a extremo y eso para mí es mucho. Aún quisiera seguir allí más tiempo gozando placenteramente, pero el tiempo disponible se agotaba. Laura observa desde la terraza, pero ya estoy solo, todos se han ido, es la hora de la cena. Una ducha de agua fresca, abundante, pone fin a aquel momento de placer.
Después de la cena, el guía dice que el que voluntariamente quiera ir a visitar un centro comercial de diamantes, allí en Tiberíades, queda invitado. Aunque muy cansados, todos nos apuntamos. Seguramente no tendríamos otra ocasión.
El autobús nos deja en una explanada propiedad del centro comercial que está en el centro de la ciudad. Este dato indicaba ya la importancia de aquel comercio, porque la capacidad era para varios autobuses y coches. Son más de las nueve de la noche, hace dos horas y media que aquí ha anochecido. Todo el comercio de la ciudad esta cerrado a esta hora, menos el que vamos a visitar que abre expresamente para nosotros. Los directivos y operarios de la empresa nos reciben atentamente, amablemente. Todos los empleados están en sus puestos de trabajo para atendernos, por las compras que podemos hacer, por las ventas que pueden realizar. Al entrar, percibo que es un centro de diamantes muy importante. Una mujer empleada de la casa, de origen sudamericano, morena, entrada en años, con mucha experiencia y habilidad comercial, recibe al grupo y explica en castellano, con un poco de acento, las distintas clases de diamantes, el delicado proceso de su tallado, su valor y utilidad, lugares productores en el mundo, transformadores, compradores… Israel comercializa la mayor parte de la producción mundial y este centro que visitamos es uno de los más importantes. Terminada la explicación y el correspondiente diálogo, los peregrinos visitamos el comercio. Todos los operarios nos atienden cortésmente, nos ofrecen sus productos, contestan a nuestras preguntas, satisfacen nuestra curiosidad. Aquellos artículos son muy caros y el poder adquisitivo de la mayoría de los peregrinos pequeño. Sólo recuerdo que una peregrina que en el autobús se sentaba con Laura , que, según decía, vivía en Madrid, en el barrio de Salamanca, compró un collar por 200.000 pesetas. Según sus referencias venía con esta intención desde Madrid. En un espacio cerca de la puerta de salida nos ofrecieron gratuitamente bebidas de refresco: limonada, naranjada..,que degustamos sentados en sillones, mientras otros peregrinos seguían curioseando por la tienda.
A la salida dimos un paseo por el puerto, próximo al centro comercial. Allí es la zona de los grandes hoteles de cinco estrellas. Serian más de las diez. Por las calles apenas había gente, pero por el número de cafeterías, restaurantes, anuncios, tipos de iluminación, mobiliario, todo indicaba que aquello, en tiempo y hora, debía ser un lugar muy concurrido por gentes de mucho dinero. Mi impresión es que este lugar se parece a otros que he visto en zonas de lujo de la costa mediterránea en España. Tiberíades es lugar de veraneo para los judíos, también hay bastante turismo extranjero . En esta zona, a orillas del lago de agua dulce, es donde se concentra el turismo con mayor poder adquisitivo. Como estábamos muy cansados y casi todo estaba cerrado, sólo alguna cafetería permanecía abierta, decidimos dar por terminada la visita. Subimos al autocar que en menos de cinco minutos nos dejó en el hotel. Rendidos nos acostamos enseguida. La habitación tiene televisión que emite en árabe y hebreo. Una emisora desde Alemania lo hace en castellano. Pero estamos demasiado cansados. Además, al día siguiente, había que madrugar. Así que con estos razonamientos y con el cansancio a cuestas nos acostamos tranquilamente. El aire acondicionado de la habitación y el cansancio propiciaran un sueño reparador. A las cinco y media, cuando aquí empieza a amanecer, yo, ya estoy levantado. Todavía no se ve muy bien, pero ya los pájaros trinan en los árboles como saludando al día y a las personas madrugadoras como yo. El sol se levanta allí, en frente, en los Altos del Golán y su disco rojizo amarillento, ahora pálido, se deja entrever entre las nieblas que casi ocultan el Golán . Sus rayos salen disparados hacia el horizonte como veloces flechas lanzadas por un diestro arquero. El lago está tranquilo, suave, sereno, perezoso, como si despertara de un profundo sueño. En la lejanía, brumoso, un poco misterioso. Es el último adiós a aquel escenario, a aquel paisaje, a aquel lago, a aquellas tierras que tanto me impactaron.
domingo, 24 de febrero de 2008
Monte Tabor
MONTE TABOR
Seis días después tomó Jesús a Pedro, a Santiago y a Juan, su hermano, y los llevó aparte, a un monte alto. Y se transfiguró ante ellos; brilló su rostro como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías hablando con Él. Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres haré aquí tres tiendas, una para ti, una para Moisés y otra para Elías. Aún estaba Él hablando, cuando los cubrió una nube resplandeciente, y salió de la nube una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia; escuchadle. Al oírla, los discípulos cayeron sobre su rostro, sobrecogidos de gran temor. Jesús se acercó, y tocándolos dijo: Levantaos, no temáis. Alzando ellos los ojos, no vieron a nadie, sino sólo a Jesús. ( San Mateo 17, 1-8 ).
Salimos de Tiberíades con destino al Monte Tabor. En la base del monte, hay una explana donde aparcan los coches y autobuses. Los peregrinos, desde aquí, suben en taxi hasta la cima del Monte Tabor. Son coches marca Mercedes en muy buen estado de conservación. En cada uno, montan siete peregrinos, como operan ocho taxis, en cada viaje, los taxis transportan a 56 peregrinos. Cuando bajan los taxis suelen venir con peregrinos que han terminado de hacer la visita. Por eso esperan arriba un tiempo hasta que tienen ocupantes, y esto es la causa de que la espera sea un poco más larga.
Cuando llegamos a la plataforma había estacionados cuatro autobuses cuyos peregrinos hacían cola para subir. Al sol, el calor era muy fuerte, así que, la mayoría de los peregrinos, decidimos permanecer en el autobús, disfrutando del aire acondicionado, hasta que nos llegara el turno. Algunos se bajaron y se acercaron a un chiringuito, que había allí, a comprar regalos o tomar un refresco. La cola de espera era grande, pero aquellos taxis circulan a gran velocidad, a pesar de que la carretera era estrecha y con muchas curvas en forma de herradura. No importa, los conductores tienen mucha práctica y ningún miedo y hasta quieren presumir de su destreza ante nosotros que estamos atemorizados por los precipicios y por la velocidad a que circulan.
Mientras me llega el turno para subir, observo aquel panorama. Los veloces taxis cuando pasan dejan una nube inmensa de blanco polvo. Esta tierra caliza, reseca por el calor, es apropiada para producir este fenómeno. El viento lleva el polvo a los árboles más próximos a la carretera que parece como si tuvieran escarcha o una fina capa de nieve de color pardo. Las laderas del monte están cubiertas de árboles, la mayoría, pinos; más bien pequeños, pino mediterráneo. En la cima del monte, destaca la parte superior de los edificios allí ubicados. Me llega el turno, hay que ponerse a la cola, pronto montamos en los taxis. La carretera es estrecha, la pendiente muy pronunciada, las curvas en herradura, los precipicios de susto; por allí, en las condiciones actuales, resulta evidente que los autobuses no pueden circular, pero aquellos taxis, guiados por conductores serenos, temerarios, pero tranquilos, suben veloces como el viento.
En la cima del monte, hay también una plataforma donde paran los taxis para dejar y recoger a los peregrinos. El Monte Tabor es un monte solitario, como la joroba de un camello, como una campana, como un volcán en la llanura. Tiene 562 metros de altura sobre la planicie circundante y está situado al nordeste de la llanura de Esdrelón y al sudeste de Nazaret. Monte, en la Biblia , tiene sentido de teofonía: manifestación de Dios. También, tiene un sentido bélico, estratégico. Esta tierra era un lugar de paso. Cerca de aquí pasaba la Vía Maris. Vía de comunicación romana. Unas tribus, unos pueblos, llegaban y desplazaban a otros. Permanecían poco tiempo. Un día, el Señor, subió al Monte Tabor con Pedro, Santiago y Juan. Ya estaba cerca el momento de la pasión y muerte del Señor. Tiene lugar la teofonía. Dios se manifiesta y dice: Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia; escuchadle. Otra teofonía tuvo lugar en el río Jordán. Se trataba de manifestar continuamente quien era Jesús. Dios lo dice claramente: es su Hijo amado; escuchadle. Ya no hay motivo para dudar. Cierto, Jesús es el camino, la verdad y la vida. Es la palabra de Dios. Es Dios y esto es definitivo porque sus palabras, sus hechos, su doctrina son las de Dios.
Este monte no se menciona en el Nuevo Testamento. Tampoco se dice expresamente que Jesús estuviera aquí. Se habla de un monte alto, y, en la llanura de Esdrelón, el monte más significativo es este. Por otra parte, en los evangelios apócrifos se dice que la transfiguración tuvo lugar en el Monte Tabor.
En el Antiguo Testamento se cita, frecuentemente, el Monte Tabor. Estaba en los confines de los territorios de Isacar, Zabulón y Neftalí. Allí se ofrecían sacrificios, empezando por los cananeos; allí Barac reunió a diez mil soldados de Neftalí y Zabulón con los que derrotó a Sísara en el torrente Quisón, cerca del Carmelo...
La cumbre del Monte Tabor es una explanada con árboles. Al pasar la “Puerta de los Vientos”, restos de una fortaleza árabe del siglo XIII, que da acceso al recinto sagrado, comienza una avenida con altos cipreses a ambos lados. Esta avenida conduce a la basílica de la Transfiguración. En la puerta hay una inscripción que dice:” Custodia di Terra Santa Monte Tabor”.
En el siglo IV, los bizantinos construyeron tres santuarios en honor de Jesús, Elías y Moisés y en recuerdo de las tres tiendas que Pedro quiso poner allí. Pero los musulmanes las arrasaron en el año 638. En el siglo XII, los cruzados, sobre las ruinas bizantinas, construyeron una basílica que también fue destruida por los musulmanes en 1262. Finalmente, los padres franciscanos se establecieron en el Monte Tabor en 1631, y en 1921, bajo la dirección del arquitecto Antonio Barluzzi, se inició la construcción de la actual basílica sobre las ruinas bizantinas y cruzadas, inaugurándose esta basílica en 1924.
Sobre el altar mayor hay un hermoso mosaico que representa la Transfiguración. Sobre un fondo dorado, muy iluminado, y sobre una nube destaca la figura transfigurada de Jesús, mirando al cielo con los brazos en alto. A los lados, Moisés y Elías; en tierra, Juan, Pedro y Santiago: los protagonistas de la transfiguración.
En la cripta abovedada, está el altar donde los cananeos rendían culto al dios Baal y ofrecían sacrificios. En el fondo, una vidriera con dos pavos reales que simbolizan la inmortalidad. Cuatro grupos de ángeles, en las paredes, representan las cuatro transfiguraciones de Nuestro Señor: nacimiento, eucaristía, muerte y resurrección. De alguna manera, el artista ha querido expresar ese pensamiento.
En silencio, escuchamos la lectura del evangelio de San Mateo; en silencio, reflexionamos sobre el mensaje que contiene. Allí, en el mismo lugar donde Dios se manifestó.
A la salida de la iglesia, a la izquierda, subimos a una terraza. Amadeo dice: cuidado con las escaleras. Bueno, pues una peregrina de Zaragoza, hermana de la que dirige los cantos, se tuerce, en la terraza, un tobillo. Un peregrino, que es médico y también de Zaragoza, la atiende. La terraza, que a la vez es tejado, tiene una suave pendiente para que las aguas puedan deslizarse. Esto, que es bueno para la lluvia, resultó fatal para esta peregrina. Tal vez así lo había dispuesto el Señor. ¡Quién conoce sus designios! Le duele, le molesta al andar, le fastidia. Haces un viaje con tanta ilusión y por un mal paso, por un paso tonto, todo se puede venir abajo. Se la ve triste, contrariada, pero no protesta. Cojea al caminar, pero pasito a pasito, con mucho cuidado, va andando. Corre una brisa muy agradable en aquella terraza. Normal a esta altura y a esta hora de la tarde. Desde aquí, la visión de la riquísima y extensa llanura de Esdrelón es magnífica y maravillosa. El espíritu se leva al contemplar aquel horizonte que tantas veces contempló Jesús. Es como si lo contemplaras desde un avión que vuela a baja altura, como la vería un paracaidista cuando desciende para tomar tierra, como lo vería un pasajero de un helicóptero, como lo vería el águila o gavilán cuando se le ve volar en el cielo azul.
Las tierras labradas, las parcelas de color gris verdoso; rojizas, unas; ladrillo, otras; ocre, éstas; siena, aquellas, se contemplan maravillosamente desde esta atalaya. ¡ Qué escenario ! ¡ Qué colorido! La llanura es muy fértil: viñedos, naranjos, plátanos, olivos, praderas, ovejas, rastrojos de los cereales se intuyen en la lejanía, en el dilatado horizonte. Al frente, cerca de una colina o monte pequeño se divisa el bíblico pueblo de Naím. Más atrás el, no menos bíblico, río Jordán, Siria y Jordania. A la derecha, sobre el monte, sobresale la parte de Nazaret que se extiende, al este, por la ladera de la montaña. Son muchos edificios. Esta parte de la ciudad no se vio desde la basílica que ayer hemos visitado.
Los montes aquí se cubren de pinares; algunas calvas contrastan con la arboleda. Es como si contemplara los pinares de Mallorca o los pinares valencianos. A mi espalda, la Alta Galilea, Caná y Saled. A la izquierda, el lago Tiberíades, Altos del Golán, Cafarnaúm, y, más atrás, el monte Hermón y el Líbano. Me siento importante contemplando este panorama.
Una peregrina, que está a mi lado y que también la fascina el paisaje, dice que la saque una foto; que salga su cabeza y la llanura del fondo.
- ¡Qué brisa tan suave, qué bien se estaba allí! ¡Ya seremos los últimos! Pero no, aún hay otros ahí, así que seremos los penúltimos.
Caminamos de prisa hacia la salida.
Este es un detalle que tengo que filmar -comento yo- Es una columna que tiene el busto del Papa Pablo VI. Tiene una inscripción que dice: “Paulus Pont maximus peregrinus hunc montem ascendit die 5 ianuarii 1964”. La estatua es de bronce y la inscripción está debajo, a media altura de la columna. Los materiales empleados para su construcción son antiguos.
Entramos en la hospedería de los Padres Franciscanos. A la entrada, una inscripción dice: “accomodation only for pilgrims”. También en árabe y hebreo. Aquí se puede venir a residir, a hacer ejercicios, pasar las vacaciones... En su interior, se venden objetos religiosos, como en otros sitios, y bebidas frescas. Pero también hay una fuente junto al bar que mana agua fresca.
Dejamos el recinto para ir a la explanada, donde nos esperan los taxis.
El guía toca la trompeta: “Ta, taratatá...”
Los taxis llegan a la plataforma, esperan para llevarnos a donde están los autobuses.
Le digo al guía que me está gustando mucho cómo orienta la peregrinación.
- Me alegro mucho, hay que acercarse a la gente, contesta.
- Yo le felicito porque la presenta muy bien
- Lo demás es cosa vuestra.
- Yo quiero llevar todo esto bien grabado para que no se me olvide, para refrescar la memoria de vez en cuando, allí en mi casa de Madrid, pasado el tiempo, contesto yo
Este viaje, si lo hubiera hecho hace veinte años, pues las lecturas de la Biblia las hubiera ubicado y entendido mejor.
Por esta llanura y por estos montes cruzaron los ejércitos de todos los antiguos imperios: los suntuosos faraones de Egipto; Josué, el jefe hebreo sucesor de Moisés; Senaquerib, rey de Asiria; Nabucodonosor, rey de Babilonia y Nínive; Ciro, rey de los Persas; Alejandro Magno, rey de Macedonia, conquistador de Persia y Babilonia; Pompeyo, rival de Cesar; Vespasiano, emperador romano, pacificador de Judea, el que levantó el Coliseo romano; Tito, conquistador y destructor de Jerusalén...
No es difícil imaginar sus caballos, sus carros de guerra, sus soldados armados y vestidos según la época, sus capitanes y generales todopoderosos, sus esclavos y encadenados prisioneros, las batallas y las matanzas que protagonizaron, las lágrimas y alegrías que causaron... Por allí pasaron generación tras generación, siglo tras siglo. Estas tierras fueron testigos silenciosos de las historias que protagonizaron. Pero mi mente va mucho más allá. ¿Qué fue de todos ellos? ¿Qué de sus ambiciones y deseos? ¿Qué de sus conquistas? Flor de un día, rocío de los prados. ¿Por qué tanta lucha? Una vez muertos, ¿de qué les sirvieron todas sus hazañas y conquistas?
Si eres creyente, si piensas como el poeta Jorge Manrique:
“Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar...
Este mundo bueno fue
si bien usásemos de él,
como debemos,
porque, según nuestra fe,
es para ganar aquél
que atendemos”.
Entonces, todo tiene sentido. Pero, si no eres creyente, si crees que todo termina con la muerte, ¿cómo me explicas este absurdo, este sinsentido que conduce a la nada, a ningún fin, al vacío absoluto? ¿Cómo puedes decir que la naturaleza es sabia cuando el fin de tantos afanes, sufrimientos, gozos y alegrías es la nada? ¿Para qué tantos sacrificios? ¿para qué tanto luchar si todo es breve, todo es fugaz, todo termina en la nada...?
Para mí lo importante no es ni la llanura de Esdrelón, por rica que sea; ni el monte Tabor, por mucho que destaque su singularidad. Lo importante es contemplar y estar en el lugar donde estuvieron aquellos hombres que, allí, hicieron la historia; ver con tus ojos lo que ellos vieron; saber que estás en el mismo lugar donde Dios dijo quién es Jesús. Esto es lo que hace grande el lugar, lo que justifica, a mi juicio, plenamente el valor y satisfacción de estar allí. Solamente estando allí, puedes sentir y evocar, aunque sólo sea por aproximación, aquellos acontecimientos y, de alguna manera, formar parte de ellos.
En la plataforma compré dos rosarios por dos dólares. Uno para el compañero inspector Manuel Alonso, que me lo había encargado, y otro, para mí. Los rosarios son de madera de olivo, de olivo de aquella tierra. Por eso, aunque humildes, tienen para mí un gran valor. Son de los olivos de la tierra de Jesús.
miércoles, 20 de febrero de 2008
Tierra Santa - Mar de Galilea
TRAVESÍA POR EL LAGO DE TIBERIADES
“Cuando hubo subido a la nave, le siguieron sus discípulos. Se produjo en el mar una agitación grande, tal que las olas cubrían la nave; pero Él entretanto dormía, y acercándose le despertaron, diciendo: Señor, sálvanos, que perecemos. El les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces se levantó, increpó a los vientos y el mar, y sobrevino una gran calma. Los hombres se maravillaban y decían: ¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar obedecen”? ( San Mateo 8, 23-27 ).
“Así que cesó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro y echad vuestras redes para la pesca. Simón le contestó y dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando y no hemos pescado nada, mas porque tú lo dices echaré las redes. Haciéndolo, cogieron una gran cantidad de peces, tanto que las redes se rompían, e hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran ayudarles. Vinieron y llenaron las dos barcas, tanto que se hundían. Viendo esto Simón Pedro, se postró a los pies de Jesús, diciendo: Señor, apártate de mi, que soy hombre pecador... No temas; en adelante vas a ser pescador de hombres: Y atracando a tierra las barcas, lo dejaron todo y lo siguieron” ( San Lucas 5, 1-11 ).
Vamos a entrar en el kibutz Ginnosar. El kibutz, digamos para entendernos, es como una población comunitaria donde todo es del kibutz y el objetivo es la productividad. Las personas están en función de la productividad. Todo lo tienen en común: cine, teatro, enseñanzas, colegios, guarderías...Régimen asambleario. Se hace lo que decida la asamblea, aunque tienen un equipo de representantes. Por ejemplo, para estudiar una carrera se preguntan, ¿cuántos agrónomos necesitamos ? 10 , pues solamente van a estudiar esta carrera 10, y así en todas las demás profesiones. Lo importante es que el kibutz sea productivo. El sentido de familia queda muy deteriorado. Los hijos más que de sus padres son los hijos del kibutz. La educación, la formación, la reciben del kibutz donde hay de todo. En un principio, el kibutz era más bien agrícola. Era la explotación del terreno. El gobierno les daba el terreno y ellos hacían la explotación. Cumplían la ley judía que decía que el terreno es de quien lo trabaja y cultiva ...Después, ya los kibutzs se van abriendo sobre todo a la hostelería. Muchos de los grupos que vienen por aquí ya se hospedan en el kibutz. Tienen restaurantes, lugares para veranear, apartamentos para la gente que viene de veraneo a pasar aquí las vacaciones. Son pequeñas poblaciones. La tierra aquí es muy fértil como puede apreciarse, por eso la expresión, os llevaré a una tierra que mana leche y miel, pronunciada ,digamos, en el lugar donde predominaba el desierto y en contraste con todo esto, es adecuada. Este kibutz, como vemos, tiene: un pequeño puerto donde embarcaremos para cruzar el lago, gasolinera, vaquería, camellos, almacenes, piscina, praderas con muchos árboles, sillas en la pradera para descansar a la sombra o al sol, calles bien asfaltadas, todo lo que puede tener un pequeño poblado.
Pasamos por el kibutz en dirección al puerto. Una pasarela comunica con el barco. Desde allí, filmo el puerto y su entorno. Otros peregrinos hacen lo mismo que yo. Contemplo los edificios grandes y los otros pequeños como si fueran casas de campo entre los árboles; las piedras grandes colocadas en forma de muro, en las orillas para contener las olas y defender la tierra. En la lejanía se aprecian cerros y colinas de color ocre, siena. Laura y Amadeo caminan por la pasarela hacia el barco.
El barco es de madera. En la cubierta hay sillas blancas, colocadas en varias filas. Los peregrinos se sientan: unos en sillas, otros, en bancos adosados a babor y estribor. Laura, Amadeo y yo nos sentamos a babor. Conversamos animadamente. Los peregrinos tienen cara de alegría y satisfacción. El sol está en el cenit, así que sus rayos inciden casi verticalmente sobre nosotros. Nos defendemos de ellos, cubriendo la cabeza con el sombrero blanco amarillo: el sombrero de la peregrinación. El barco está pintado con barniz de color ocre siena, que realza su belleza y categoría. Cuerdas, colchonetas, salvavidas...completan el equipaje de cubierta. Rugen los motores, desatan las amarras, el barco se mueve, comienza la singladura. El lago azul y plateado esta tranquilo. Las olas son suaves, humildes, casi enanas. El sol se refleja en el agua y sus destellos son cegadores. Los peregrinos siguen charlando, observando el panorama, localizando en la ribera y en las colinas los lugares ya visitados. Yo saco mi cámara de vídeo y desde allí, desde la mitad del lago, filmo todo aquel horizonte: el kibutz, Tabgha, Cafarnaúm, Beit Saida, Kursi, Cesárea de Filipos, la Decápolis donde estaban las ciudades de Tiro y Sidón, Altos del Golán, Magdala, Monte Arbel, Cuernos de Hattin, Tiberíades, las iglesias del Primado de Pedro, Multiplicación de los Panes y los Peces, Bienaventuranzas. Más atrás, cerros, colinas y vaguadas y aún más atrás, aunque no se ven, el monte Hermón y las fronteras del Líbano, Siria y Jordania. Desde aquí, el panorama es diferente. Desde el medio del lago, todo parece más lejano, pero el horizonte es más grandioso, más amplio, más infinito. El barco se para en la mitad del lago. El capitán iza la bandera roja y amarilla, ¡es la bandera de España ! que ondea decidida, enérgica, altiva y libre, allí en Tierra Santa, en la mitad del lago Tiberíades. Una corriente invade mi cuerpo, las lagrimas a punto de saltar. ¡ Qué tienen los símbolos de España cuando los contemplo en el extranjero, que me emocionan de tal manera! Allí, parece algo íntimamente tuyo; es el sentimiento más que la razón lo que te da fuerza, te hace sentir y vibrar... Los peregrinos tarareamos la música: laila, láila, lalaila... del Himno Nacional. Una barca a lo lejos está faenando. Tengo la sensación de que de un momento a otro va a aparecer Jesús en el lago, en la barca. Un paseo por el lago es diferente. Por eso os pido, dice el guía, que no os quedéis simplemente con el paseo, sino con la experiencia emotiva de cruzar el lago y recordar, que vengan a nuestra mente, tantos momentos y tantas escenas. Aquí, sigue diciendo, en el año 1985 encontraron dos barcas muy antiguas. Según los estudios realizados parece que eran de la época de Nuestro Señor.
El lago, situado a 208 metros bajo el nivel del Mediterráneo, de agua dulce y transparente, abundante pesca , especialmente el llamado “ pez de San Pedro“, tiene 22 km. de largo, 12 de ancho, 144 de superficie y 45 m. de profundidad. Se alimenta del río Jordán que procede de cerca del monte Hermón, de las cascadas de Bahnias.
¡Acuden a mi mente tantas escenas, tantas imágenes!. Es cuestión de dejar que el horizonte hable, evoque, como diría San Juan de la Cruz: “ en la soledad sonora “
El barco sigue parado. El silencio es total, sólo el suave susurro de la brisa y el leve murmullo de las olas al chocar contra el barco alteran aquel silencio mágico, misterioso e impactante. Una peregrina lee el evangelio de la tempestad calmada y la pesca milagrosa. El padre Emérito contesta como si fuera Jesús: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe ? En aquel silencio, todos los peregrinos atentos, concentrados, parece que Jesús se va a presentar en el barco delante de nosotros de un momento a otro. Al menos se sentía, se intuía su presencia. El escenario es muy importante, es evocador, real: es el mismo que vieron los ojos del Señor.
Se rompe el silencio, el padre Emérito dice que, si sabemos invocar al Señor, vendrá la ansiada paz. El barco se pone en movimiento rumbo al puerto de Tiberíades. Me coloco en la proa. Veo el horizonte nítidamente y como avanza el barco en el agua. Me siento otra persona distinta, diferente: estoy navegando por el lago de Jesús y de Pedro y de … Al llegar al puerto, encontramos, anclados, otros barcos de pasajeros, pesqueros y deportivos. Por la pasarela alcanzamos tierra firme. A los pocos metros, entramos en un restaurante que está a la misma orilla del lago. Allí vamos a almorzar. La comida, la normal de esta tierra, con una sola excepción: de segundo plato, pescado del lago, el “ pez de San Pedro, en recuerdo del que pescó San Pedro para pagar el tributo del templo. Es un pescado que tiene la cabeza grande, espinas parecidas a las del jurel, bastante parecido en cuanto forma y tamaño a un besugo pequeño, pero de sabor diferente. ¡ Es el pescado que comió Jesús y los apóstoles! Almorzar allí, a orillas del lago, con aire acondicionado, conversación amena, conscientes del lugar en que nos encontramos, es, a poco que lo medites, un privilegio para un peregrino español que no está al alcance de todos. A la salida, en el bar, algunos peregrinos toman café.
lunes, 11 de febrero de 2008
Bienaventuranzas
IGLESIA DE LA MULTIPLICACION DE LOS PANES Y LOS PECES: REFERENCIAS BIBLICAS.
“ A su vuelta, los apóstoles le contaron cuanto habían hecho. Él, tomándolos consigo, se retiró a un lugar apartado cerca de una ciudad llamada Betsaida. Pero la muchedumbre se dio cuenta y fue en pos de Él. Habiéndolos recibido, les hablaba del reino de Dios y curaba a todos los necesitados. Empezaba ya a declinar el día, y acercándosele los doce, le dijeron: Despide a la muchedumbre para que vayan a las aldeas y alquerías de alrededor, donde se alberguen y encuentren alimentos, porque aquí estamos en el desierto. El les contestó: Dadles vosotros de comer. Ellos le dijeron: No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar provisiones para todo este pueblo...Porque eran unos cinco mil hombres. Y dijo a sus discípulos: Hacedlos recostarse por grupos como de cincuenta. Lo hicieron así, diciéndoles que se recostasen todos, y tomando los cinco panes y los dos peces, alzó los ojos al cielo, los bendijo y se los dio a los discípulos para que los sirviesen a la muchedumbre. Comieron, se saciaron todos y se recogieron de las sobras doce cestos de mendrugos. ( San Lucas 9,10-17 ).
El autobús para en una explanada, no más tarde de cinco minutos después de iniciada la marcha. Habría recorrido tres kilómetros, distancia desde Cafarnaúm; a unos pocos metros de la Iglesia de la Primacía de Pedro, que anteriormente habíamos visitado, entramos en la Iglesia de la Multiplicación de los Panes y de los Peces, a orillas del lago y a unos metros de la carretera. El paisaje es muy hermoso: praderas, palmeras, arbustos en flor, árboles de distintas especies... En tiempos de Jesús este era un lugar descampado, solitario, sin cultivos, espacioso, no lejos de pueblos habitados, con abundancia de agua y con acceso desde el lago.
La iglesia actual ha sido construida entre los años 1980-1982, en el mismo lugar donde se habían construido: una, en el 350 d J.C; otra, en el 385 y otra bizantina del siglo V. En su construcción, se han utilizado muchos de los mosaicos originales. La iglesia, como otras que ya hemos visitado, no es muy grande; pero es muy bonita. Tanto en el exterior, como en el interior, resalta la limpieza y el buen gusto de su ornamentación. La iglesia esta custodiada y atendida por benedictinos alemanes. Su interior, iluminado con lámparas modernas, una circular muy grande sobre el altar, está dividido en tres naves separadas por columnas con arcos; en el suelo, soportes verticales de hierro sujetan cuerdas que señalan al peregrino el camino que ha de recorrer, durante la visita. Todo muy ordenado: son alemanes.
Un grupo de peregrinos discapacitados, sentados en carros de ruedas, que manejan diestramente, visitan la iglesia. Están contentos y alegres. Pienso que tienen mucha fe y mucho mérito. Para nosotros es mucho más fácil. ¡Que lección de humildad tan grande!. ¡ Cómo no dar gracias al Señor por nuestra salud !
Para mi, lo más importante, es el altar. No porque sea un altar grande, bellamente decorado, sino porque la mesa esta sobre la roca en que, según los primeros judeo- cristianos y la tradición, Jesús colocó los cinco panes y los dos peces y levantando los ojos al cielo los bendijo... y alimentó a la muchedumbre. Delante del altar, hay un mosaico del siglo V o VI que contiene un cesto con pan y dos peces. Este mosaico es el símbolo del milagro que hizo Jesús. Símbolo reproducido en muchos objetos comprados por los peregrinos de todo el mundo y apreciado por los cristianos como una de las señas de identidad de su religión.
También he visto, en el suelo, una inscripción escrita en griego que no pude traducir y otros mosaicos del siglo IV con plantas y animales diversos. Bajando del altar, a la derecha, hay un mosaico que tiene un pájaro pequeño, una serpiente y un flamenco. El pájaro representa al hombre, la serpiente a satán y el flamenco a Jesús. Las tres figuras juntas forman el Símbolo de la Redención .
En la iglesia, el guía lee el pasaje evangélico, ( San Lucas 9, 10-17 ), el de la multiplicación de los panes y los peces y, al finalizar la lectura, cantamos, siempre dirigidos por la peregrina de Zaragoza, la canción :
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas
Me guía por el sendero justo.
por honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
A la salida de la iglesia, en una pequeña tienda, los peregrinos compran regalos y recuerdos. El afán de comprar, a veces sólo de curiosear, es inagotable.
Yo imagino a los 5000 hombres, además de mujeres y niños, de aquel entorno que llegaron allí, unos por tierra, otros por el lago en sus barcas, dejando sus trabajos y ocupaciones, siguiendo a Jesús, atraídos por lo que dice, por su fama, por los milagros que hace. Unos tienen fe en que van a ser curados de sus males; otros, necesitan ver a Jesús, una y otra vez, escuchar su enseñanza, presenciar sus milagros; otros, comprobar por si mismos las maravillas que hace; otros, por simple curiosidad. Todos buscan algo. Nadie es indiferente. No les importa que se haga de noche; ni las incomodidades, ni el hambre les detienen. Hay que ver y escuchar a aquel hombre del que se cuentan tantos sucesos, tantas cosas ...Hay que estar allí, donde Él está. Intuyen que no es un personaje cualquiera, que, por lo que hace y dice, puede ser el Mesías que esperan o un gran profeta, el libertador del pueblo oprimido de Israel. Para mi, lo más importante es que Jesús se preocupa de ellos. Tienen hambre, no hay alimentos: sólo cinco panes y dos peces. Los apóstoles dicen que hay que despedirlos, porque el día se termina, no hay alimentos para tanta gente. Pero Jesús les dice: dadle vosotros de comer. Hace el milagro. Todos comieron, todos se saciaron y aún se recogieron doce cestos enteros de los pedazos que sobraron .
Señor, sería admirable que hoy, como entonces la gente de aquel entorno, sintiéramos la necesidad y la sed de Tí .
Señor, Tú que has alimentado a la muchedumbre que te seguía junto al lago, no permitas que otras muchedumbres de hoy, especialmente niños y ancianos, mueran de hambre y enfermedad en los campos y caminos de tantas naciones de este atormentado planeta.
Señor, no es problema de carencia de alimentos, es problema de reparto, de justicia, de caridad, de amor. Por eso te pido, Señor, que des un toque a la conciencia y al corazón de los hombres de nuestra tiempo para que repartiendo mejor los alimentos que Tu nos das, nadie pase hambre y sed en este nuestro agitado mundo .
IGLESIA DE LAS BIENAVENTURANZAS.
Viendo a la muchedumbre, subió a un monte, y cuando se hubo sentado, se le acercaron los discípulos; y abriendo Él su boca, los enseñaba, diciendo:
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque suyo es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios .
Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque suyo es el reino de los cielos.
Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan y con mentira digan contra vosotros todo género de mal por mí. Alegraos y regocijaos, porque grande será en el cielo vuestra recompensa, pues así persiguieron a los profetas que hubo antes de vosotros. (San Mateo 5, 1-12 )
No alleguéis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín los corroen, y donde los ladrones horadan y roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín los corroen y donde los ladrones no oradan ni roban. Donde está tu tesoro, allí estará tu corazón. ( San Mateo 6,19-21 )
Tú cuando ores entra en tu cámara y, cerrada la puerta, ora a tu padre, que está en lo secreto; y tu padre que ve en lo escondido, te recompensará. ( San Mateo 6,6).
Por eso os digo: No os inquietéis por vuestra vida, sobre qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, sobre qué os vestiréis... , Mirad cómo las aves del cielo no siembran, ni siegan, ni encierran en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas ? Buscad, pues, primero el reino y su justicia, y todo eso se os dará por añadidura. ( San Mateo 6, 25 -33 ).
No juzguéis y no seréis juzgados, porque con el juicio con que juzgaréis seréis juzgados y con la medida con que midiereis se os mediará. ¿Cómo ves la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo ? ¿ O cómo osas decir a tu hermano: Deja que te quite la paja del ojo, teniendo tú una viga en el tuyo ? Hipócrita: quita primero la viga de tu ojo, y entonces veras de quitar la paja del ojo de tu hermano .
Pedid y se os dará; buscad y hallaréis ; llamad y se os abrirá. Porque quien pide recibe, quien busca halla y a quien llama se le abre. Pues, ¿quién de vosotros es el que, si su hijo le pide pan, le da una piedra o, si le pide un pez, le da una serpiente ? Si, pues, vosotros siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡ cuánto más vuestro Padre, que está en los cielos, dará cosas buenas a quien se las pide ! ( San Mateo 7, 1 -11 ).
Por eso, cuanto quisiereis que os hagan a vosotros los hombres, hacédselo vosotros a ellos, porque esta es la Ley y los Profetas. ( San Mateo 7,12 ).
Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestiduras de ovejas, más por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Por ventura se cogen racimos de los espinos o higos de los abrojos ? Todo árbol bueno da frutos buenos y todo árbol malo da frutos malos. ( San Mateo 7,15-17 ).
No todo el que dice: ¡ Señor, Señor!, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos .. , Aquel, pues, que escucha mis palabras y las pone por obra, será como el varón prudente, que edifica su casa sobre roca .. Pero el que me escucha estas palabras y no las pone por obra, será semejante al necio, que edificó su casa sobre arena. ( San Mateo 7, 21-26 ).
Dejamos la Iglesia de la Multiplicación de los Panes y los Peces; salimos a la carretera de Cafarnaún en dirección a Tiberíades, a los pocos metros nos desviamos a la derecha, vamos por una carretera estrecha que asciende por una suave pendiente, haciendo curvas; otro desvío a la derecha para no ir a Corazaín y llegamos a la cima de una colina; allí esta la Iglesia de las Bienaventuranzas. La Iglesia de planta octogonal, coronada por una cúpula, construida por franciscanos italianos y proyectada por el arquitecto franciscano seglar Antonio Barluzzi que casi ha construido todas las iglesias de Tierra Santa, consagrando su vida a este objetivo, empapándose, primero, del mensaje evangélico y luego poniendo el arte a su servicio, construyendo cada iglesia de modo diferente, según el entorno y el mensaje. La de las Bienaventuranzas está ubicada muy cerca de las otras dos: Multiplicación de los Panes y los Peces y Primado de Pedro, pero a bastante más altura sobre el lago. Desde el claustro o mirador de la Iglesia se divisa un amplio y hermoso panorama. Las colinas y vaguadas, pobladas de hierba seca, estamos en septiembre, de color ocre, siena, verde oliva, de vez en cuando, algún arbusto, como una pincelada en un cuadro vacío, contrastan con el paisaje de las orillas del lago y el del entorno a las Iglesias. Miro aquel horizonte y contemplo: a la izquierda, en primer lugar, las tierras de Cafarnaúm, Corazaín, río Jordán, Betsaida, patria de Pedro y Andrés, Kursi, Gerasa y la Decápolis; en segundo lugar, los famosos y, a la vez tristes, Altos del Golán; a la derecha, Magdala, el kibutz de Ein Gev, monte Arbel y los Cuernos de Hattin; al frente, el lago y Tiberíades. En los Cuernos de Hattin fueron derrotados los cruzados, que estaban aquí desde hacía un siglo, más o menos, y en ese lugar es donde Saladino, caudillo árabe, derrotó a los cruzados. Con ello, comienza la pérdida de los Santos Lugares, la destrucción de las iglesias, el arraso de toda huella cristiana. Son muy pocas las iglesias que quedan de la época de los cruzados. Una de ellas es la iglesia de Santa Ana, en Jerusalén, junto a la piscina de Betesta y el Santo Sepulcro. Saladino era muy inteligente, un gran negociante. El Santo Sepulcro tenia dos puertas. Tapió una, así que el que quisiera entrar tenía que pasar por allí y pagar el correspondiente derecho de entrada. La iglesia de Santa Ana fue dedicada a escuela musulmana y por esta finalidad se salvó. La mayoría de las otras iglesias fueron arrasadas, totalmente destruidas. La época de los cruzados fue una época transcendente, pero ahí, en los Cuernos de Hattín, todo terminó.
El cielo está despejado, el sol bastante elevado, no hay nubes, estamos bajo el nivel del Mediterráneo, hay humedad, el calor es sofocante en la zona, pero aquí, por la altura y la brisa del lago que mueve las ramas de los árboles y acaricia nuestras caras, disfrutamos plácidamente del clima y de aquel histórico y hermoso paisaje. Quisiera ordenar al reloj que se parase, que al menos no avanzase tan deprisa, quisiera permanecer allí mucho más tiempo del que teníamos, quisiera que esta imagen no se borrase jamás de mi mente. ¿Por qué las cosas que me agradan duran tan poco?
El entorno más próximo a la iglesia es también muy bello: verdes praderas, regadas por aspersión, setos con flores rojas, rosas y blancas; palmeras, cedros y cipreses. Filmo este lindo escenario desde el claustro o mirador de la iglesia que es magnífico por sus blancas columnas terminadas en arcos igualmente blancos. Laura y Amadeo contemplan el panorama. Por su expresión parece que disfrutan del idílico lugar. Aquél no es un paisaje cualquiera. Como él habrá, sin duda, muchos; pero aquél es el lugar donde Nuestro Señor predicó durante tres años. Aquellas colinas, aquél horizonte fueron testigos de sus enseñanzas, de sus viajes y de sus milagros. Y esto eleva hasta el infinito su grandeza y su fuerza.
En el mismo recinto, frente a la entrada principal de la iglesia, hay un espacio sin hierba, poblado de maduros y grandes árboles que extienden sus dilatadas ramas sobre el cielo y sus nudosas raíces, a veces al descubierto, bajo la tierra. Debajo de estos árboles, están colocadas mesas de piedra que sirven de altar para celebrar allí la Eucaristía. En una de ellas, mirando al lago, comenta Amadeo, me parece que con una mezcla de emoción y nostalgia, que celebró la Eucaristía en su anterior viaje a Tierra Santa. Al lado, una casa de ejercicios que lleva varios años construyéndose y que, según parece, se ha inaugurado recientemente. Así que, aquí, si volvemos nuevamente a visitar Tierra Santa y deseamos hacer ejercicios espirituales, podemos hacerlos en este bellísimo lugar, único en el mundo. Es éste un lugar muy evocador. Desde el lago se puede subir andando, meditando y reflexionando, situándonos mentalmente en la época de Nuestro Señor. No es difícil imaginar a Jesús recorriendo estos lugares, enseñando a las gentes venidas de todos los lugares de Galilea, Judea, Jerusalén, Idumea y hasta de Tiro y Sidón, anunciando en las Sinagogas, campos, colinas y en las orillas del lago por medio de parábolas que el Reino de Dios ya está cerca, que se conviertan y crean en el mensaje de salvación; curando sus enfermedades a los más pobres y sencillos, a los marginados, a los pecadores, a las prostitutas, a la gente de mala reputación, a los paralíticos, ciegos, sordos, mudos, cojos..., poniendo las manos sobre cada uno de ellos o dejándose tocar, pues de Él salía una fuerza que curaba a todos los que le tocaban. Jesús decía que no necesitaban médico los que están sanos, sino los enfermos y que no había venido a llamar a los buenos sino a los pecadores para que se convirtieran. A todos curaba y perdonaba sus pecados despidiéndolos con aquella frase: “vete en paz y no vuelvas a pecar. Este es un mensaje de esperanza. Dios lo perdona todo si nos arrepentimos y cambiamos de vida. Había venido a buscar y salvar lo que estaba perdido, pues el Padre del cielo no quiere que se pierda ninguno de estos pequeños.
Estos son los lugares donde anduvo Jesús, donde se retiraba a orar en los montes y lugares solitarios, preferentemente por la noche, la madrugada y antes de la salida del sol. ¡Cómo me atraen a mí los montes, las inmensas llanuras, los lugares que se prolongan hasta el infinito, hasta el lejano horizonte! El amanecer, el anochecer, las noches estrelladas. Que nadie me pregunte por qué. No lo sé. Pero sí sé que siento una emoción especial, una paz y una tranquilidad como en ningún otro lugar, como si estuviera más cerca de Dios, como si Él me hablara, susurrando en el profundo silencio. Señor, Tu estas presente en todos los lugares, pero yo me siento más cerca de Ti, aquí contemplando las maravillas que has creado. En ellas palpo Tu presencia, Señor.
En el interior de la iglesia, el altar del que salen en el suelo torrentes de agua con sus olas, simbolizando los ríos de gracia que brotan de él. Alrededor de este altar, los peregrinos, Laura, Amadeo y yo también nos sentamos en los bancos allí colocados. Admiramos la cúpula de color dorado muy iluminada por la luz de ocho ventanales, situados alrededor de su base que parece un sol que proyectase sus rayos sobre nosotros. Debajo de esas ventanas, otras ocho. Son más grandes y en cada una de las cuales hay una inscripción en latín que contiene parte del texto de las ocho bienaventuranzas tal como las expresó Jesús en el sermón del monte. El guía, padre Emérito, dice que este sermón no fue un discurso preparado como se prepara un sermón o una catequesis, que es la síntesis del mensaje del Nuevo Testamento.
La peregrina de Zaragoza lee el Evangelio de (San Mateo 5, 3-10).
En este mensaje de las Bienaventuranzas, está resumido todo el Evangelio de Jesús.
A la salida del recinto, a la derecha, se compran recuerdos y regalos religiosos como en todos los sitios que visitamos. Amadeo me compra una cajita que lleva grabado dos peces y un cesto en medio, con cuatro cruces y una inscripción que dice: “Sea of Galilee”. A Laura, otra igual. Este regalo, mientras viva, siempre estará asociado a mi hermano y a éste maravilloso lugar y a esta peregrinación a Tierra Santa.
Hay que continuar el viaje. El reloj no se detiene. Una última mirada antes del adiós definitivo. ¡Tierras de Galilea, permaneced vivas en mi recuerdo hasta la eternidad!
martes, 5 de febrero de 2008
Tiberiades- Cafarnaúm
TIBERIADES
De camino a Tiberiades pasamos por un pequeño puerto entre dos montes de pequeña y escasa vegetación. El guía dice: son los Cuernos de Hattin. Aquí, en el año 1187, Saladino, con su ejercito musulmán derrotó a los cruzados.
Entramos en la ciudad de Tiberiades. Mi primera impresión fue la de que se trataba de una ciudad residencial. Un rótulo en el portal del hotel dice: Golan Hotel. Los peregrinos estamos cansados: el día ha sido muy intenso y de mucha emoción. El hotel tiene muchas plantas, amplias ventanas y terrazas, parece que se eleva hasta el cielo, en la ladera de aquel monte que termina en el lago. Se sitúa, como en una atalaya, encima del lago Tiberiades, mar de Galilea o lago Kineret, que con los tres nombres, indistintamente, se le nombra.
Subimos a la habitación las maletas, bolsos ... : todo el equipaje, en el ascensor. En quince minutos, dice el guía: a cenar . Son las siete de la tarde hora, local.
La capacidad del comedor es de doscientos comensales. Sirven las mesas jóvenes árabes, elegantemente vestidas, tez morena, ojos negros, profundos. Hablan árabe, inglés y alguna palabra castellana, también; con un poco de esfuerzo y paciencia nos entendemos bien, sobre todo, cuando nos ofrecen vino, cerveza y agua mineral . Con vistas al lago y a las tierras del entorno, escuchando el susurro de las olas y contemplando las luces de las cercanas aldeas, próximas al Golán, que parpadeaban en la oscuridad, como las estrellas del cielo, en una noche serena, despejada, de fin de año o Navidad, disfrutamos los peregrinos de aquella cena normal, con buen humor, conversación amena, cordial, y agradable compañía. ! Que bien se estaba en aquel lugar! ¡Reloj, detén tu camino, no ves que feliz soy!. No deshagas el hechizo que estoy viviendo en día tan especial.
El guía nos convoca a las ocho de la tarde, después de cenar, a una reunión que tendrá lugar en una sala del hotel. La sala es amplia y alargada. En las sillas colocadas en círculo, nos sentamos los peregrinos expectantes y atentos a lo que el guía nos quiere comunicar. Dice que nos reunimos para conocernos mejor, que cada uno diga: su nombre, nación y ciudad de origen, motivo personal de su peregrinación, y añade, con una sonrisa que exige reflexión especial: el que, al terminar la sesión, recuerde más nombres de peregrinos será premiado al final .
Un peregrino uruguayo de ochenta años de edad, que anda solo por el mundo y muy lejos de su hogar, que es calvo, alto de estatura, más bien grueso, tez morena, pecoso por la edad, mirada profunda, grave de expresión, discreto, inteligente, culto y cordial, de vez en cuando, un poquito socarrón, dice que muy feliz ha sido en su ya larga vida temporal, siempre en compañía de su amigo y compañero Jesús, que nunca le abandonó. Ya próximo el final de su vida, quería, antes de marcharse a la otra, conocer la tierra donde Él nació y vivió, y recorrer los caminos que Él recorrió y los lugares donde habitó. Sus palabras me confortaron y, a la vez, fueron como un estímulo que me ayudaron a caminar en esa dirección. Una joven madrileña, más bien baja, con algunos kilos demás, morena, ojos y mirada ligeramente tristes, reflexiva y discreta, que en un convento podría entrar, viene en busca de ayuda para ver si cruza el lago, para ver qué rumbo, qué camino, a qué va a dedicar su vida.
Un hombre español de mediana edad, profesor de castellano en las lejanas tierras de Japón, discreto, pensativo y meditabundo, dice que viene a olfatear. Tres señoras chilenas, dos entradas en años y otra de mediana edad; una deja marido e hijos encarcelados, en su tierra y viene en busca de ayuda para recuperarlos; otra, la más joven, tez morena, de padre árabe, viaja para encontrar sus raíces; la tercera, viene a cumplir la ilusión de su vida: pidió a la Virgen María que todos los obstáculos le pusiera o facilidades le diera si le conviniera o no realizar el viaje y que allí estaba.
Un señor de Guadalajara, Pablo de nombre, cumplidos los cincuenta años ya; más bien grueso, bajo, empedernido charlatán, extrovertido sin límite, como pocos hay igual, fe sin matices, según en las Escrituras escrita está; quinientas mil pesetas le tocaron en la lotería nacional y a realizar el deseo de su vida viene con gran alegría y satisfacción. Un señor Zaragozano, cumplidos los setenta años, acompañado de su sobrino de mediana edad, hace este viaje para cumplir la promesa de su vida y el sobrino, a conocer esta tierra, acompañar a su tío y a ver lo que puede pasar.
Cuatro peregrinos de Ferrol: tres mujeres y un varón hacen el viaje por motivos, mitad religiosos, mitad, culturales. Otros peregrinos buscan la conversión a Cristo en su tierra natal. Cada uno va diciendo lo que le impulsa y decide a realizar este viaje tan excepcional . Mi hermano Amadeo, que a mi derecha está, dice que es sacerdote de Madrid y que hace siete años ya realizó este viaje; ahora viene a profundizar más y acompañar a sus hermanos, Laura y Antonio, que a su izquierda están. Llega mi turno, para mi motivo relatar: vengo de Madrid, Israel siempre ha tenido para mi algo de misterio, algo mágico que me atrae y no sé bien explicar; pero sobre todo vengo porque deseo conocer y recorrer las tierras donde Cristo nació, creció, trabajó, predicó su evangelio, fue juzgado, muerto y sepultado y resucitó y subió a los cielos como primicia de nuestra muerte y resurrección. ¡Cómo no venir aquí un cristiano a buscar “ el camino, la verdad y la vida”, el modelo que inspira mis actos y conducta! Laura, que está a mi izquierda, dice que, en principio, tuvo dudas, pero que ahora está contenta de haber emprendido el viaje .
La reunión terminó a las nueve. El sol a las seis y media, en el horizonte ya se había ocultado; la temperatura, ahora, era agradable; la piscina del hotel con sus aguas transparentes, azules, serenas y templadas, bien iluminada, parece que reclama insistentemente que la disfrutemos, que la gocemos. Algunos peregrinos, aún tienen fuerzas para bajar, Laura y yo también. Unos se bañan, otros, disfrutan del fresco y de la brisa del lago Tiberiades, en la pradera, bien tumbados en la hierba, bien sentados en sillas, mecedoras o hamacas. Los ojos se cierran, la cabeza pesa, el cansancio del día te invade, ya no eres muy consciente de lo que te pasa: tienes sueño, deseas dormir; no obstante te resistes a partir: ! se estaba también allí !
Serían eso de las cinco y media, hora local, del día tres de septiembre, cuando salgo a la terraza de la habitación. De frente, el lago Tiberiades y los Altos del Golán, tan disputados por sirios y judíos. Hay una tenue neblina en el lago, más espesa en los Altos del Golan. El sol sale del horizonte en aquellos altos; unos rayos son blancos; otros, amarillos; otros, anaranjados y violetas: todos atravesando las nieblas se proyectan como veloces flechas en todas las direcciones, en busca de su destino. Estos, en el cielo; esos, en las tierras del entorno; aquellos, en las aguas del lago, reflejando sus colores como millares de perlas que estuvieran danzando en un joven y frenético festival. El lago esta sereno y tranquilo, sólo se percibe una suave, muy suave brisa y el murmullo de las olas cuando acarician las rocas y arenas de la orilla. Es muy temprano, no hay gente en las calles, están descansando, durmiendo...El cuadro es tan fantástico, tan hermoso, tan real, que no puedo por menos de grabarlo en vídeo para disfrute y deleite en el futuro.
Había concertado con mi hermano Amadeo, salir muy de mañana a dar un paseo por la ciudad, antes de desayunar. A las seis iniciamos nuestra pequeña excursión. La ciudad esta situada en las faldas de un monte. Por sus calles, a veces, con mucha pendiente, y otras, más suave, incluso con algún trecho llano, ya circulan autobuses, obreros que van a trabajar y estudiantes vestidos de uniforme que esperan, conversando, en la parada, la llegada del autobús. Algunas casas y hoteles parecen abandonadas; otras, bien cuidadas. Queríamos llegar al puerto. Teníamos información de que era algo digno de visitar; pero la hora del desayuno se acercaba y un nuevo día de visitas iba a empezar: así que regresamos al hotel un poco frustrados por no alcanzar el objetivo que con gran ilusión esperábamos. El calor ya era sofocante. Sudábamos por todo el cuerpo. Al frente, unos hoteles grandes de cinco estrellas, destacando de los demás, como sucede en las mejores ciudades turísticas de España o en la propia capital, despiertan nuestra curiosidad; pero sobre todo son los estudiantes, vestidos de uniforme, un ida tres de septiembre, los que más me hacen reflexiona. En España, que no hace tanto calor como en Tiberiades, que está a 200 m. bajo el nivel del mar, los estudiantes siguen de vacaciones hasta el ida quince. Empezar el día uno sería una autentica guerra escolar. !Cuánto desearía entrar en alguno de aquellos colegios para observar, conocer, en la realidad, el sistema educativo de un país que casi todos los días esta en los medios de comunicación y que educa a sus hijos para convivir en una tensa situación que puede explotar en cualquier momento y en cualquier lugar! Paciencia, otra vez será .
Después de desayunar salimos, en autocar, bordeando el lago de Galilea. Nuestro programa por la mañana es: visitar la Iglesia del Primado de San Pedro, Cafatrnaum, la Iglesia de los Panes y los Peces y la Iglesia de las Bienaventuranzas y realizar el crucero por el lago.
Mientras llegamos a la Iglesia del Primado de San Pedro, el guía, en el autocar, dice que aquí Nuestro Señor hizo milagros; aquí ha llamado, uno por uno, a los apóstoles. En torno al lago, está la llamada, la vocación, la predicación … Vamos a contemplarlo, vamos hacer que estos parajes hagan efecto en nosotros; lo importante es que cada uno de nosotros conecte con el mensaje. Mi deseo es celebrar la primera eucaristía, me gustaría hacerlo, entorno al lago; pero esto depende de los grupos que haya. Como han visto, estamos cruzando la ciudad de Tiberiades. Es una ciudad que fue fundada al principio de la Era Cristiana, entre los años 18 y 22 d C, por Herodes Antipas, el que se burló de Jesús en la pasión. La llamó Tiberíades en honor de Tiberio Cesar, emperador de Roma. Los judío, de aquella época, no tenían simpatía por Tiberíades, pues, había sido edificada sobre una necrópolis por lo que no la frecuentaban para no contaminarse. Pero, debido a la gran atracción que ejercían sus baños calientes, se levantó luego la prohibición y la ciudad fue declarada legalmente pura. Fue la capital de Galilea. Después de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d C., los judíos emigraron a Tiberíades que se transformo en centro importante de la vida judía. En ella, residió el Sanedrín. También floreció la escuela de los masoretas que, por medio de la puntuación de Tiberíades, fijaron el texto de la Sagrada Escritura. Aquí está la tumba de Maimónides, filósofo judío sefardí nacido en Córdoba en 1135, que acumuló grandes conocimientos en filosofía, matemáticas, astronomía y medicina. Fue médico de Saladino y sus conocimientos filosóficos, inspirados en Aristóteles, influyeron mucho en el pensamiento judío, árabe y en el escolasticismo cristiano. No consta que Nuestro Señor Jesucristo estuviera en esta ciudad. Tal vez porque tuviera un cierto rechazo a la ciudad, tal vez, por Herodes Antipas, el que mandó degollar a San Juan Bautista, también por esa idea de que al, estar construida sobre una necrópolis, fuera considerada impura para los judíos. El hecho es que no consta. Esta ciudad, en un principio, tuvo un gran relieve hasta la Edad Media; luego fue en declive hasta que últimamente ha ido creciendo pero en un aspecto diferente. Ahora es una ciudad totalmente moderna, con grandes edificios: son las nuevas catedrales, son los hoteles, el Moría, Yordan River...Son hoteles de cinco estrellas. Está el lago preparado como si fuera playa para bañarse. Es una ciudad mas bien de veraneo. Por eso es totalmente diferente. Hay restos de la época antigua, como la muralla de la ciudad. Vamos hacer el recorrido. Silencio, contemplación, admiración. Ahora, sin comentarios, para no interrumpir a otros. Que cada uno se deje impactar por el entorno . Como cada día vamos hacer un poquito de oración: el Angel del Señor anunció a María ... Ahora vamos a recitar el salmo 110, un poco adaptado, salmo que canta las maravillas de Dios, que es lo que queremos cantar ahora y en esta mañana; las maravillas del lago, del entorno, sobre todo, la maravilla del Señor que recorrió esto, en tantos momentos y en tantas ocasiones, por eso vamos a dar gracias a Dios por las maravillas que hizo en la Creación, en la Humanidad, sobre todo, las manifestadas en su hijo Jesús.
Te doy gracias Señor de todo corazón, mi espíritu se eleva en busca de tu grandeza. Eres maravilloso, único y admirable, en Tí mi corazón se siente en paz y en armonía, en amor. Quiero cantarte desde la ciudad cristiana y desde el grupo que me acoge, quiero elevar mi alabanza junto al corazón de mis hermanos y unirme a ellos y decirte de corazón : eres grande y admirable, Señor, por eso quiero darte gracias, por no estar solo, por ser hermano con los hermanos; tus obras son grandes y tu misericordia sublime; que tu justicia, Señor, permanezca entre nosotros, que tu justicia brote en esta tierra , árida y desolada como el desierto que vamos a cruzar mañana, qué tu justicia sea tanto de un corazón que apoya al otro, que tu justicia, Señor, haga germinar la paz en nuestra tierra, de manera particular en esta tierra permanentemente en tensión. Eres clemente y compasivo, en tu corazón brota la paz , eres fiel a tu alianza con el hombre y cumples la palabra dada; das alimento al que abre la mano en busca de tu ayuda y ante ti, todos los pueblos, uno a otro, son iguales, quieren ser hermanos. De todo corazón te doy gracias, Señor, porque has realizado maravillas en la Creación. Vaya para ti nuestra alabanza que quiere proclamar tus maravillas en esta mañana. Bendito seas, Señor, del corazón del hombre, del hombre que te busca, mientras en sus fibras dejas las marcas profundas de tus huellas. Eres maravilloso, Señor, por eso queremos alabarte y darte gracias de manera especial en este día en que Tú nos concedes la gracia de caminar, contemplar y saborear estos lugares en los que vivió tu Hijo. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Ahora en esta línea de alabanza vamos a cantar el salmo 8º.
Señor, Dios nuestro ! qué admirable es tu nombre en toda la tierra !
Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado; ¿ Qué es el hombre para que te acuerdes de él?...
Todos los peregrinos cantamos con entusiasmo, pero Amadeo lo hace con especial firmeza, alta y fuerte voz, recreándose en el mensaje de la letra. Me da la sensación de que vive intensamente lo que canta; por la alegría que exterioriza, diríase que su corazón salta de gozo. Yo estoy animado, pero su comportamiento eleva también mi espíritu y me hace sentir algo especial: es la comunión y el contagio espiritual.
Al norte está el Líbano y los Altos del Golan; al este, Siria y Jordania; al sur, Egipto. Entorno éste, donde hay muchas e intensas tensiones.
Vamos a orar por la paz .
Señor hadme instrumento de Tú paz.
Donde hay odio ponga yo amor
Dónde hay ofensa ponga perdón
Dónde hay discordia ponga unión
Dónde hay error ponga verdad
Dónde hay duda ponga fe
Dónde hay desesperación ponga yo esperanza
Dónde hay tinieblas ponga vuestra luz
Dónde hay tristeza ponga yo alegría
! Oh, Maestro, que no me empeñe tanto en ser consolado como en consolar; en ser comprendido, como en comprender; en ser amado como en amar; porque dando, se recibe; olvidando se encuentra; perdonando, se es perdonado y muriendo, se resucita a la vida eterna. Bueno, después de habernos dejado impactar por el lugar donde nos encontramos, ahora entramos en la zona de Tabgha. No es simplemente un santuario del entorno de aquí, sino una zona donde hay tres santuarios: Multiplicación de los Panes y los Peces, Monte de las Bienaventuranzas y Primado de San Pedro. Vamos a parar en el Primado de San Pedro por si hubiera suerte y no hubiera grupos y pudiéramos celebrar la Eucaristía al lado del lago y al aire libre, contemplando el panorama. Si estuviera ocupado iríamos a Cafarnaúm, ya veremos. No hay ningún grupo. Tenemos sitio suficiente. Bajáis sólo las cosas imprescindibles. El libro de los cantos seria importante llevarlo, para eso nos lo han dado .
IGLESIA DEL PRIMADO DE SAN PEDRO : REFERENCIA BIBLICAS
Después de esto, se apareció Jesús a sus discípulos junto al mar de Tiberíades, y se apareció así: Estaban juntos Simón Pedro y Tomás, llamado Dídimo; Natanael, el de Caná de Galilea, y los de Zebedeo, y otros dos discípulos. Dijoles Simón Pedro: voy a pescar. Los otros le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Salieron y entraron en la barca, y en aquella noche no cogieron nada. Llegada la mañana, se hallaba Jesús en la playa; pero los discípulos no se dieron cuenta de que era Jesús. Dijoles Jesús: Muchachos, ¿ no tenéis en la mano nada que comer? Le respondieron: No. Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca y hallaréis. La echaron, pues, y ya no podían arrastrar la red por la muchedumbre de los peces. Dijo, entonces, a Pedro aquel discípulo a quien amaba Jesús: ¡ Es el Señor ! Así que oyó Simón Pedro que era el Señor, se ciñó la zamarra y se arrojó al mar. Los otros discípulos vinieron en la barca, pues no estaban lejos de tierra , sino como unos doscientos codos, tirando de la red con los peces. Así que bajaron a tierra, vieron unas brasas encendidas y un pez puesto sobre ellas y pan. Dijoles Jesús: Traed de los peces que habéis cogido ahora. Subió Simón Pedro y arrastró la red a tierra, llena de ciento cincuenta y tres peces grandes; y con ser tantos, no se rompìó la red. Jesús les dijo: Venid y comed. Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle: ¿ Tú quién eres ?, sabiendo que era el Señor. Se acercó Jesús, tomó el pan y se lo dio, e igualmente el pez. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitado de entre los muertos. San Juan ( 21, 1-14 )
“ Cuando hubieron comido, dijo Jesús a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan. ¿ me amas más que éstos ? Él le dijo: Sí, Señor, tú sabes que te amo. Dijole: Apacienta mis corderos. Por segunda vez le dijo: Simón, hijo de Juan, ¿ me amas ? Pedro le respondió: Sí, Señor, tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. Por tercera vez le dijo: Simón, hijo de Juan, ¿ me amas ? Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntase: ¿ Me amas ? Y le dijo: Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo. Díjole Jesús: Apacienta mis ovejas “. San Juan ( 21, 15-17 ).
La triple confesión de San Pedro corresponde a la triple negación de éste en la noche del prendimiento de Jesús. Jesús le había conferido la primacía jerárquica solemnemente después de la confesión en Cesarea de Filipos . “ Y yo te digo a ti que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos y cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos “ San Mateo ( 16, 18-19 ). Pero Pedro, por cobardía, sucumbió cuando vio prendido a Jesús. Ahora Jesús quiere rehabilitarle ante los discípulos, confirmándole en su categoría suprema de Pastor de sus corderos .
Dejamos el autobús. Entramos en el jardín donde está la Iglesia. El guía parece conocer bien al guardián: le saluda afablemente, cariñosamente, atentamente, como hacen los amigos de verdad. Unos trescientos metros separan la carretera de la Iglesia . El camino está bien asfaltado; la pendiente es suave. A los lados: setos podados, árboles frondosos, palmeras, eucaliptos y praderas. El césped de la pradera, recién segado, está muy verde. El regadío por aspersión está funcionando. Los pájaros cantan sin cesar. Sus trinos llegan de todas partes, parecen música celestial. A estas horas de la mañana, en este lugar, la temperatura es muy agradable. Los peregrinos caminamos relajados, descansados, decididos, animados, conversando, amenamente, hasta llegar a la Iglesia.
Al lado de la Iglesia hay un pequeño anfiteatro. Las gradas semicirculares descienden hasta una plataforma circular en la que se encuentra una mesa redonda que servirá de altar. Aquí celebramos la segunda Eucaristía en Tierra Santa. Cada peregrino se sitúa a su gusto en las gradas, Laura y yo, en la de más atrás, desde donde se contempla, en primer lugar, los peregrinos, la mesa del altar y los sacerdotes, más atrás, un frondoso árbol de cinco brazos, las estatuas que representan a Jesús que confiere a Pedro, postrado a sus pies, el primado de la Iglesia y le da su cayado; verja, Iglesia, árboles, arbustos, praderas y lago completan aquel hermoso escenario que hace agradable y delicioso aquel lugar.
La peregrina de Zaragoza, directora del coro, ensaya la canción que inmediatamente vamos a cantar :
Vamos cantando al Señor, Él es nuestra alegría
La luz de un nuevo día, venció la oscuridad, que
brille en nuestras almas, la luz de la verdad.
La roca que nos salva es Cristo, nuestro Dios;
Lleguemos dando gracias, a nuestra redentor.
Los cielos y la tierra, aclaman al Señor: Ha hecho maravillas, inmenso su amor.
Unidos como hermanos, venimos a tu altar, que llenes nuestras vidas, de amor y de amistad .
El padre Emérito explica: En este entorno se dio la llamada a todos los apóstoles. Fue llamando uno a uno. Uno que estaba en la barca echando las redes; otro, en su puesto de recaudador de impuestos, otro... La llamada fue muy sencilla: una mirada, una mirada con amor y desde el amor, un gesto, una palabra. Todo en la vida es problema de amor. Y ahora y aquí, en este lugar, como en aquel tiempo, hace siglos, examinó a Pedro, ¿ me amas ?, tal vez, a ti y a mí, Jesús nos hace esta pregunta: tú que estas bautizado, tú que te sientes cristiano, tú que dices que eres seguidor de Jesús, ¿ me amas ? Esa pregunta suena en nuestras mentes, una y otra vez.
Este entorno, este horizonte nos evoca tantas escenas, sobre todo, las escenas de la llamada. Ayer en el encuentro que tuvimos cada uno manifestaba sus motivaciones: desde su persona, desde su familia, desde sus amigos, desde la busca; unos mirando a ver que decisión tomar en su vida, por que camino caminar; otros olfateando, otros buscando conversión. Cada uno viene con motivaciones serias, profundas. Y ahora si, dejemos iluminar nuestro camino, por el camino del Señor.
En el altar, el padre Emérito, el padre Ismael y el padre Amadeo.
Se lee el Evangelio de San Juan ( 21,15-17 ), el Evangelio del amor. A mi mente, una y otra vez, acude este mensaje: si me amas, sígueme; porque yo soy el camino, la verdad y la vida: La luz del mundo.
Da la comunión Amadeo, mientras los peregrinos cantamos:
Tú has venido a la orilla,
no has buscado ni a sabios ni a ricos,
tan sólo quieres que yo te siga.
Señor, me has mirado a los ojos
sonriendo has dicho mi nombre.
En la arena he dejado mi barca.
Junto a tí buscaré otro mar ...
¡Qué canto tan apropiado para este lugar ! Aquí se siente la presencia de Jesús. Mi espíritu se alegra y se eleva al Señor.
Terminada la Eucaristía visitamos la Iglesia. Es una capilla pequeña, construida por los franciscanos en 1933, sobre los restos de otras más antiguas. El Papa Pablo VI la visitó el cinco de enero de 1964. Dentro de la capilla está la roca sagrada que los peregrinos llaman “la mesa del Señor “. Porque en esta mesa, según la tradición, Jesús dio de comer a los apóstoles, después de resucitado.
Yo toco la roca, casi instintivamente, con mi mano que deslizo lenta y suavemente por su superficie. Que el Señor me haya permitido estar allí, contemplando aquella roca, tocando aquella roca, sintiendo aquellas sensaciones, me parece un gran privilegio; porque es la roca donde Él se sentó, la misma roca donde preparó el desayuno y se lo sirvió a los apóstoles, en el lugar donde concedió a Pedro la primacía de la Iglesia. Esta misma roca sale al exterior de la Iglesia y llega hasta el lago. En su pendiente están talladas siete escaleras, sobre las cuales estuvo sentado el Señor. Allí se siente, se percibe la presencia del Señor.
El sol se refleja en las aguas del lago y sus rayos dorados, veloces y directos llegan con luz brillante y cegadora hasta mis ojos como si procediesen de iluminadas perlas y rubíes que flotaran libremente sobre el agua. En la orilla del lago, hay muchos guijarros.
Guijarros pequeños, unos; medianos, otros y grandes los más; guijarros que serán semejantes a aquellos que tantas veces tocaría Jesús y los apóstoles. Un suave oleaje penetra mansamente entre ellos y que, al rozarlos, produce un leve susurro, un arrullo que adormece como las nanas que las madres cantan a sus hijos con amor. Un susurro continuo, que trae a nuestras mentes los mensajes del Señor.
Un barco está pescando, a lo lejos, sobre las tranquilas aguas del lago. Por un momento imaginas que es la barca de Pedro dos mil años atrás. Laura sentada en un guijarro contempla aquella mágica escena. ¿Cuántas veces el Señor desde allí mismo, sobre los guijarros, no habrá contemplado el mismo panorama, el mismo horizonte, el mismo mar, la misma belleza? Los peregrinos se han ido ya. Somos los últimos. Nos resistimos a marchar. Una última mirada que desea prolongar aquel hechizo fenomenal. Hay que caminar rápido para llegar a tiempo al autocar. Con enorme tristeza dejo aquel lugar, también con alegría por gozar de aquel privilegio singular.
CAFARNAÚM: REFERENCIAS BIBLICAS
Subieron en una barca, hizo la travesía y vino a su ciudad: Cafarnaúm. (San Mateo 9.1).
Partió Jesús de allí, le seguían dos ciegos dando voces y diciendo: Ten piedad de nosotros, Hijo de David. Entrando en casa se le acercaron los ciegos y les dijo Jesús: ¿Creéis que puedo yo hacer esto? Respondieronle: Sí, Señor. Entonces tocó sus ojos, diciendo: Hágase en vosotros según vuestra fe. Y se abrieron sus ojos. ( San Mateo 9,27-29) .
Entrando en Cafarnaúm, se le acercó un centurión, suplicándole y diciéndole: Señor, mi siervo yace en casa paralítico, gravemente atormentado. El le dijo: Yo iré y le curaré. Y respondiendo el centurión, dijo: Señor, yo no soy digno de que entres bajo mi techo; di sólo una palabra y mi siervo será curado. Porque yo soy un subordinado, pero bajo mí tengo soldados, y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi esclavo: Haz esto, y lo hace. Oyéndole Jesús, se maravilló y dijo a los que le seguían: En verdad os digo que en nadie de Israel he hallado tanta fe... Y dijo Jesús al centurión: Ve, hágase contigo según has creído. Y en aquella hora quedó curado el siervo. ( San Mateo 8,5-10 ,13)
Entrando de nuevo, después de algunos días, en Cafarnaúm, se supo que estaba en casa, y se juntaron tantos que ni aun en el patio cabían, y Él les hablaba. Vinieron trayéndole un paralítico, que llevaban entre cuatro. No pudiendo presentárselo a causa de la muchedumbre, descubrieron el tejado por donde Él estaba, y hecha una abertura, descolgaron la camilla en que yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. Estaban sentados allí algunos escribas, que pensaron entra sí: ¿Cómo habla así éste? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios ? Y luego, conociéndolo Jesús, con su espíritu, que así discurrían en su interior, les dice: ¿ Por qué pensáis así en vuestros corazones ? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados o decirle: Levántate, toma tu camilla y vete? Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados, se dirige al paralítico, yo te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. El se levantó, y tomando luego la camilla, salió a la vista de todos, de manera que todos se maravillaron, y glorificaban a Dios diciendo: Jamás hemos visto cosa igual. (San Marcos 2,1-12 ).
Llegado el atardecer, puesto ya el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados, y toda la ciudad se reunió a la puerta; curó a muchos pacientes de muchas enfermedades y echó muchos demonios, y a éstos no les permitía hablar, porque le conocían. ( San Marcos 1, 32-34 ).
Llegaron a Cafarnaúm, y luego, el día de sábado, entrando en la sinagoga, enseñaba. Se maravillaban de su doctrina, pues la enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. Y luego, hallándose en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, comenzó a gritar, diciendo: ¿Qué hay entre ti y nosotros, Jesús Nazareno ? ¿Has venido a perdernos ? Te conozco: tú eres el Santo de Dios. Jesús le mandó: Cállate y sal de él. El espíritu impuro, agitándole violentamente, dio un fuerte grito y salió de él. Quedaronse todos estupefactos, diciéndose unos a otros: ¿Qué es esto? Una doctrina nueva y revestida de autoridad, que manda a los espíritus impuros y le obedecen. Extendióse luego su fama por doquiera en todas las regiones limítrofes de Galilea. ( San Marcos 1,21-28 ).
Luego saliendo de la sinagoga, vinieron a casa de Simón y Andrés, con Santiago y Juan. La suegra de Simón estaba acostada y con fiebre, e inmediatamente se lo dijeron. Él, acercándose, la tomó de la mano y la levantó. La fiebre la dejó, y ella se puso a servirles. ( San Mateo 1, 29-31 ).
Vinieron su madre y sus hermanos, y desde fuera le mandaron a llamar. Esta la muchedumbre sentada entorno de Él y le dijeron: Allí fuera, están tu madre y tus hermanos, que te buscan. El les respondió: ¿Quién es mi madre y mis hermanos ? Y echando una mirada sobre los que estaban sentados en derredor suyo, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Quien hiciere la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre. ( San Marcos 3,31-34 ).
Salió de nuevo a la orilla del mar, y toda la muchedumbre se llegó a Él, y les enseñaba. Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, sentado al telonio, y le dijo: Sígueme, le siguió... Los escribas y fariseos viendo que comía con pecadores y publicanos, decían a sus discípulos: ¿Pero es que come con publicanos y pecadores? Y oyéndolo Jesús, les dijo: No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos: ni he venido yo a llamar a los justos, sino a los pecadores. ( San Marcos 2, 13-14 ).
Habiendo Jesús ganado en la barca la otra ribera, se le reunió una gran muchedumbre. El estaba junto al mar. Llegó uno de los jefes de la sinagoga llamado Jairo, que en viéndole se arrojó a sus pies e insistentemente le rogaba diciendo: Mi hija esta muriéndose; ven e imponle las manos para que sane y viva. Se fue con él, y le seguía una gran muchedumbre, que le apretaba. Una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años; y había sufrido grandemente de muchos médicos, gastando toda su hacienda, sin provecho alguno, antes iba de mal en peor, como hubiese oído lo que se decía de Jesús, vino entre la muchedumbre por detrás y tocó su vestido; pues se decía: Si tocare siquiera su vestido, seré sana. Al punto se secó la fuente de la sangre, y sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal ... Y Él le dijo: Hija , tu fe te ha salvado; vete en paz y sé curada de tu mal. Aún estaba Él hablando, cuando llegaron de la casa del jefe de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto. ¿Por qué molestar ya al Maestro ? Pero oyendo Jesús lo que decían, dice al jefe de la sinagoga: No temas, ten sólo fe. No permitió que nadie le siguiera más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegados a la casa del jefe de la sinagoga, ve el gran alboroto de las lloronas y las plañideras, y entrando les dice: ¿A qué ese alboroto y ese llanto ? La niña no ha muerto, duerme. Se burlaron de Él; pero Él, echando a todos fuera, tomó consigo al padre de la niña, a la madre y los que iban con Él, y entró donde la niña estaba; y tomándola de la mano le dijo: “ Talitha qumi “, que quiere decir: Niña, a ti te digo, levántate. Y al instante se levantó la niña y echó a andar, pues tenía doce años, y se llenaron de espanto. .( San Mateo 5, 21-42 ).
Presentaronle unos niños para que los tocase, pero los discípulos los reprendían. Viéndolo Jesús, se enojó y les dijo: Dejad que los niños vengan a mí y no los estorbéis, porque de los cuales es el reino de Dios. En verdad os digo: Quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. ( San Marcos 10,13-15 ).
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangra verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre está en mí y yo en él. ( San Juan 6,54-56 ).
Comenzó entonces a increpar a las ciudades en que había hecho muchos milagros, porque no habían hecho penitencia: ¿Ay de ti, Corazeín; ay de ti, Betsaida ! , porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros hechos en ti, mucho ha que en saco y ceniza hubieran hecho penitencia. Así, pues, os digo que Tiro y Sidón serán tratadas con menos rigor que vosotros en el día del juicio. Y tú, Cafarnaúm, ¿Te levantarás hasta el cielo? Hasta el infierno serás precipitada. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros hechos en ti, hasta hoy subsistiría. Así, pues, os digo que el país de Sodoma será tratado con menor rigor que tú el día del juicio. ( San Mateo 11, 20-24 ).
CAFARNAÚM : AYER Y HOY
El autocar aparca en una explanada a quinientos metros de la entrada. La carretera es llana. Los peregrinos caminamos decididos conversando animadamente. Un muro de piedra de basalto negra, una puerta de hierro, la parte superior hace de verja, un letrero que dice: Capharnaum the town of Jesús, árboles y arbustos en flor sobresaliendo por el muro, peregrinos que entran y salen del recinto: todo esto contemplamos antes de entrar en lo que fue Cafarnaúm. El momento es importante para mí: es la primera vez que visito este lugar, probablemente también la última; es el lugar donde el Señor vivió los tres años de su vida pública, predicó su evangelio, hizo milagros, paseó por sus calles...Siento la necesidad de que este momento perdure, de que el tiempo no borre el recuerdo.
Dentro del recinto, a la sombra de pinos y eucaliptos, los peregrinos, sentados unos, de pie otros, escuchamos las explicaciones del guía que nos habla de la historia de este lugar.
Aquí vivió Jesús los tres años de su vida pública. Desde aquí salía a enseñar a los lugares de su entorno, sólo, esporádicamente, iba a Jerusalén. Por Cafarnaúm pasaba la Vía Maris, camino, calzada que unía Asia con Africa a través de Mesopotamia, Siria, Judea, Mar Mediterráneo y Egipto. Era, pues, Cafarnaúm, un lugar de transito, y por tanto, de intercambios para judíos y extranjeros; una ciudad de pastores, pescadores, agricultores y comerciantes. Tenía una sinagoga cuyo tamaño deja entrever la importancia de esta ciudad; una guarnición de 100 soldados romanos al mando de un centurión y controladores para los impuestos, como el peaje de las actuales autopistas: era un lugar fronterizo entre los territorios de Filipo y Herodes Antipas, situado a cuatro km. del río Jordán y a orilla del lago de Galilea. Su extensión aproximada: 4.500 m2. Su población: unos 1800 habitantes. Las casas eran toscas, construidas con cantos rodados, piedras de basalto oscuro, de un solo piso, cubiertas con ramas de juncos, paja y tierra. Eran pequeñas, de una sola pieza. En ellas, vivían y dormían todos los familiares en común: viviendas plurifamiliares. Cada manzana, a la que llamaban isla, estaba aislada por un muro con entradas comunes al interior, donde estaban las casas, adosadas unas a otras, alrededor de patios comunitarios.
Bajo el dominio de los bizantinos, en los siglos V y VI, alcanzó su esplendor. Conquistada por los árabes en el año 665, comenzó su declive y quedó abandonada en el siglo X d. J.C. Las ruinas quedaron cubiertas de tierra. Su localización llegó a perderse. En el siglo pasado, nadie sabía donde había estado. Todo estaba arrasado. Era un campo de pastores, a nadie le interesaba, a nadie le importaba. Al final del siglo pasado, en 1894, los franciscanos compraron a los beduinos aquellas tierras abandonadas. Tímidamente, se comenzó a hacer excavaciones que, en 1914, quedaron interrumpidas por la guerra, hasta que últimamente, en 1968, un arqueólogo franciscano, el padre Virgilio Corbo, italiano, consagró 30 años de su vida a este trabajo, descubriendo todo esto. Lo que tenemos ahora, de alguna manera, se lo debemos a él. Ha muerto hace unos pocos años y como excepción, por sus años de trabajo aquí, le han enterrado al lado de la casa de San Pedro. También contribuyó a estos trabajos el padre Estanislao Loffreta.
Exploraron los niveles inferiores y allí encontraron los muros auténticos de las casas de los tiempos de Jesús. Donde estuvo la casa de San Pedro y, por tanto, la casa de Jesús, se edificó una basílica octogonal en el siglo V. El estudio de los restos arqueológicos encontrados allí, indican que aquella casa había sido venerada, por entender que era la casa de Pedro, la casa de Jesús. Sobre este solar, utilizando columnas, para no destruir los restos de la casa, se erigió la iglesia circular actual.
Lo más importante para nosotros, el objetivo de nuestra visita aquí, a este lugar, es recordar, evocar la presencia de Nuestro Señor. Aquí, que es uno de los lugares más importantes, podemos subrayar algunas de la escenas que tuvieron lugar. Aquí, San Mateo cobraba impuestos. Una de la veces que pasó por aquí el Señor le miró y le dijo: Mateo, ven y sígueme, y Mateo, ante aquella llamada, tuvo esa valentía de darle una patada al mostrador de los impuestos, olvidarse de las monedas que tenía, dejarlo todo y seguir al Señor.
Viene a casa de San Pedro. Su suegra está enferma. La tomó de la mano y la levantó: la fiebre la dejó, la curó. El Señor hace milagros.
Una familia tiene un enfermo paralítico. La casa de Pedro, donde se encontraba el Señor, estaba tan llena de gente que no se podía entrar. Tienen tanta fe que deciden levantar el techo de la casa que debía ser de ramaje o de paja y pasan por allí al enfermo. Bueno, pues, tu fe te ha curado, anda, levántate y camina. Se levantó y se fue. La fe en Jesús le ha curado .
Otra de las escenas es la de la hija de Jairo que es el encargado de la Sinagoga. Jairo tiene una hija que había fallecido. Se narran, al menos, tres resurrecciones que hizo el Señor: Jairo, Lázaro y el hijo de la viuda de Naím. Jesús dice al jefe de la sinagoga: “No temas, ten sólo fe.” Entró donde estaba la niña y tomándola de la mano le dijo: “Talitha quimi” - niña, a ti te digo, levántate -. Y, al instante, se levantó la niña y se echó a andar. La fe de Jairo y el poder de Jesús...
Estando en la conversación, que vayas, que la cures..., una mujer, “la hemorroísa, se acerca al Señor. Tiene tanta fe que piensa que si tocara siquiera su vestido seria sana. Así lo hace. El Señor se vuelve y dice: ¿quién me ha tocado?... Tu fe te ha salvado. Vete en paz y sé curada de tu mal. ¡Tiene tanta fe en Jesús ! que...
Hay otra escena también aquí muy importante: después esto ha tomado cuerpo en una canción: Señor yo no soy digno que entres en mi morada... Un centurión tenia un siervo gravemente enfermo, manda a un emisario para que Jesús vaya a curarlo, se ve que Jesús era muy conocido, hace milagros. No, Señor, no hace falta que vengas. Yo tengo a mi cargo una centuria, digo a uno ven y viene, a otro, vete y va. No hace falta, Señor, que Tú vayas. No soy digno de que entres en mi casa. Al oír esta expresión, el Señor dice , pues , que se realice en ti lo que estas pidiendo . ¡ Era tanta la fe del centurión en Jesús !...
Pero no todo era gozo, no todo eran rosas. El Señor vivió uno de los momentos más difíciles de soledad. Porque el Señor cuando hacia la multiplicación de los panes y los peces, daba de comer, hacia milagros, la gente le seguía; pero cuando decía: yo soy el pan de vida, yo soy el camino la verdad y la vida, entonces la gente decía, bueno, eso son filosofías, eso ya no nos interesa.
Aquí, llegó un momento en que el Señor se encontró prácticamente solo, y lo vivió de tal manera, con tanta fuerza e intensidad que le dijo a sus discípulos: ¿también vosotros queréis dejarme, pues, dejarme. Los habitantes de Cafarnaúm, a pesar de la predicación de Jesús y de tantos milagros como allí realizó, no creyeron en Él. Jesús se lamentó con amargura y tristeza y maldijo a la ciudad por su incredulidad. ¡ Ay de tí Cafarnaúm, si en Tiro y Sidón, que estaban en esta zona, se hubieran realizado los milagros y los hechos que se han realizado en ti, se hubieran convertido, en cambio tú no. ¿Qué crees, que serás subida al alto del cielo? Serás metida en lo profundo del abismo. Bueno, pues, esa expresión dura y fuerte, de una vivencia impactante, la tuvo Nuestra Señor aquí. Cafarnaúm es un lugar profundamente evocador.
Visitamos, a continuación, las ruinas de la sinagoga que fue construida con piedra caliza blanca, traída de una cantera a 10 km., a finales del siglo IV d J.C., probablemente, sobre el lugar donde estaba la sinagoga en la que Jesús predicó y enseñó. Construida en el estilo de una basílica, tenía tres naves y columnas: truncadas unas, con capiteles corintios, otras. En los restos aparecen tallados símbolos judíos: Menorá, Arca de la Alianza, Estrella de David...Su magnitud indica la importancia que tuvo Cafarnaúm .
Desde la entrada de la sinagoga, contemplamos los resultados de la excavaciones: los muros de las casas, los materiales con que las construían, su forma y dimensiones; los patios, calles; las piedras molares que utilizaban para moler el trigo y las aceitunas.
Me impresinó observar todo aquello, el enorme trabajo allí realizado, y la oportunidad de ver como eran realmente las casas en tiempo de Jesús, las calles por donde Él anduvo, las casas que Él vio y donde vivió.
Finalmente, visitamos la nueva iglesia de Cafarnaúm, construida sobre el solar donde estuviera la casa de Pedro y, por tanto, donde vivió tres años Jesús. Aquí las comunidades cristianas, según iban viniendo, convertían la casa en lugar de oración; posteriormente fueron haciendo una pequeña capilla. Aquí era donde se reunían para orar.
No puedo explicar la sensación que experimento al contemplar aquel lugar que fue la casa de Pedro y la casa de Nuestra Señor. Estoy como aturdido, viendo el lugar y la casa donde Jesús vivió e hizo milagros. Lo considero como un privilegio, como algo muy grande en mi vida. Será un recuerdo muy querido, hasta el final de mis días.
De camino a Tiberiades pasamos por un pequeño puerto entre dos montes de pequeña y escasa vegetación. El guía dice: son los Cuernos de Hattin. Aquí, en el año 1187, Saladino, con su ejercito musulmán derrotó a los cruzados.
Entramos en la ciudad de Tiberiades. Mi primera impresión fue la de que se trataba de una ciudad residencial. Un rótulo en el portal del hotel dice: Golan Hotel. Los peregrinos estamos cansados: el día ha sido muy intenso y de mucha emoción. El hotel tiene muchas plantas, amplias ventanas y terrazas, parece que se eleva hasta el cielo, en la ladera de aquel monte que termina en el lago. Se sitúa, como en una atalaya, encima del lago Tiberiades, mar de Galilea o lago Kineret, que con los tres nombres, indistintamente, se le nombra.
Subimos a la habitación las maletas, bolsos ... : todo el equipaje, en el ascensor. En quince minutos, dice el guía: a cenar . Son las siete de la tarde hora, local.
La capacidad del comedor es de doscientos comensales. Sirven las mesas jóvenes árabes, elegantemente vestidas, tez morena, ojos negros, profundos. Hablan árabe, inglés y alguna palabra castellana, también; con un poco de esfuerzo y paciencia nos entendemos bien, sobre todo, cuando nos ofrecen vino, cerveza y agua mineral . Con vistas al lago y a las tierras del entorno, escuchando el susurro de las olas y contemplando las luces de las cercanas aldeas, próximas al Golán, que parpadeaban en la oscuridad, como las estrellas del cielo, en una noche serena, despejada, de fin de año o Navidad, disfrutamos los peregrinos de aquella cena normal, con buen humor, conversación amena, cordial, y agradable compañía. ! Que bien se estaba en aquel lugar! ¡Reloj, detén tu camino, no ves que feliz soy!. No deshagas el hechizo que estoy viviendo en día tan especial.
El guía nos convoca a las ocho de la tarde, después de cenar, a una reunión que tendrá lugar en una sala del hotel. La sala es amplia y alargada. En las sillas colocadas en círculo, nos sentamos los peregrinos expectantes y atentos a lo que el guía nos quiere comunicar. Dice que nos reunimos para conocernos mejor, que cada uno diga: su nombre, nación y ciudad de origen, motivo personal de su peregrinación, y añade, con una sonrisa que exige reflexión especial: el que, al terminar la sesión, recuerde más nombres de peregrinos será premiado al final .
Un peregrino uruguayo de ochenta años de edad, que anda solo por el mundo y muy lejos de su hogar, que es calvo, alto de estatura, más bien grueso, tez morena, pecoso por la edad, mirada profunda, grave de expresión, discreto, inteligente, culto y cordial, de vez en cuando, un poquito socarrón, dice que muy feliz ha sido en su ya larga vida temporal, siempre en compañía de su amigo y compañero Jesús, que nunca le abandonó. Ya próximo el final de su vida, quería, antes de marcharse a la otra, conocer la tierra donde Él nació y vivió, y recorrer los caminos que Él recorrió y los lugares donde habitó. Sus palabras me confortaron y, a la vez, fueron como un estímulo que me ayudaron a caminar en esa dirección. Una joven madrileña, más bien baja, con algunos kilos demás, morena, ojos y mirada ligeramente tristes, reflexiva y discreta, que en un convento podría entrar, viene en busca de ayuda para ver si cruza el lago, para ver qué rumbo, qué camino, a qué va a dedicar su vida.
Un hombre español de mediana edad, profesor de castellano en las lejanas tierras de Japón, discreto, pensativo y meditabundo, dice que viene a olfatear. Tres señoras chilenas, dos entradas en años y otra de mediana edad; una deja marido e hijos encarcelados, en su tierra y viene en busca de ayuda para recuperarlos; otra, la más joven, tez morena, de padre árabe, viaja para encontrar sus raíces; la tercera, viene a cumplir la ilusión de su vida: pidió a la Virgen María que todos los obstáculos le pusiera o facilidades le diera si le conviniera o no realizar el viaje y que allí estaba.
Un señor de Guadalajara, Pablo de nombre, cumplidos los cincuenta años ya; más bien grueso, bajo, empedernido charlatán, extrovertido sin límite, como pocos hay igual, fe sin matices, según en las Escrituras escrita está; quinientas mil pesetas le tocaron en la lotería nacional y a realizar el deseo de su vida viene con gran alegría y satisfacción. Un señor Zaragozano, cumplidos los setenta años, acompañado de su sobrino de mediana edad, hace este viaje para cumplir la promesa de su vida y el sobrino, a conocer esta tierra, acompañar a su tío y a ver lo que puede pasar.
Cuatro peregrinos de Ferrol: tres mujeres y un varón hacen el viaje por motivos, mitad religiosos, mitad, culturales. Otros peregrinos buscan la conversión a Cristo en su tierra natal. Cada uno va diciendo lo que le impulsa y decide a realizar este viaje tan excepcional . Mi hermano Amadeo, que a mi derecha está, dice que es sacerdote de Madrid y que hace siete años ya realizó este viaje; ahora viene a profundizar más y acompañar a sus hermanos, Laura y Antonio, que a su izquierda están. Llega mi turno, para mi motivo relatar: vengo de Madrid, Israel siempre ha tenido para mi algo de misterio, algo mágico que me atrae y no sé bien explicar; pero sobre todo vengo porque deseo conocer y recorrer las tierras donde Cristo nació, creció, trabajó, predicó su evangelio, fue juzgado, muerto y sepultado y resucitó y subió a los cielos como primicia de nuestra muerte y resurrección. ¡Cómo no venir aquí un cristiano a buscar “ el camino, la verdad y la vida”, el modelo que inspira mis actos y conducta! Laura, que está a mi izquierda, dice que, en principio, tuvo dudas, pero que ahora está contenta de haber emprendido el viaje .
La reunión terminó a las nueve. El sol a las seis y media, en el horizonte ya se había ocultado; la temperatura, ahora, era agradable; la piscina del hotel con sus aguas transparentes, azules, serenas y templadas, bien iluminada, parece que reclama insistentemente que la disfrutemos, que la gocemos. Algunos peregrinos, aún tienen fuerzas para bajar, Laura y yo también. Unos se bañan, otros, disfrutan del fresco y de la brisa del lago Tiberiades, en la pradera, bien tumbados en la hierba, bien sentados en sillas, mecedoras o hamacas. Los ojos se cierran, la cabeza pesa, el cansancio del día te invade, ya no eres muy consciente de lo que te pasa: tienes sueño, deseas dormir; no obstante te resistes a partir: ! se estaba también allí !
Serían eso de las cinco y media, hora local, del día tres de septiembre, cuando salgo a la terraza de la habitación. De frente, el lago Tiberiades y los Altos del Golán, tan disputados por sirios y judíos. Hay una tenue neblina en el lago, más espesa en los Altos del Golan. El sol sale del horizonte en aquellos altos; unos rayos son blancos; otros, amarillos; otros, anaranjados y violetas: todos atravesando las nieblas se proyectan como veloces flechas en todas las direcciones, en busca de su destino. Estos, en el cielo; esos, en las tierras del entorno; aquellos, en las aguas del lago, reflejando sus colores como millares de perlas que estuvieran danzando en un joven y frenético festival. El lago esta sereno y tranquilo, sólo se percibe una suave, muy suave brisa y el murmullo de las olas cuando acarician las rocas y arenas de la orilla. Es muy temprano, no hay gente en las calles, están descansando, durmiendo...El cuadro es tan fantástico, tan hermoso, tan real, que no puedo por menos de grabarlo en vídeo para disfrute y deleite en el futuro.
Había concertado con mi hermano Amadeo, salir muy de mañana a dar un paseo por la ciudad, antes de desayunar. A las seis iniciamos nuestra pequeña excursión. La ciudad esta situada en las faldas de un monte. Por sus calles, a veces, con mucha pendiente, y otras, más suave, incluso con algún trecho llano, ya circulan autobuses, obreros que van a trabajar y estudiantes vestidos de uniforme que esperan, conversando, en la parada, la llegada del autobús. Algunas casas y hoteles parecen abandonadas; otras, bien cuidadas. Queríamos llegar al puerto. Teníamos información de que era algo digno de visitar; pero la hora del desayuno se acercaba y un nuevo día de visitas iba a empezar: así que regresamos al hotel un poco frustrados por no alcanzar el objetivo que con gran ilusión esperábamos. El calor ya era sofocante. Sudábamos por todo el cuerpo. Al frente, unos hoteles grandes de cinco estrellas, destacando de los demás, como sucede en las mejores ciudades turísticas de España o en la propia capital, despiertan nuestra curiosidad; pero sobre todo son los estudiantes, vestidos de uniforme, un ida tres de septiembre, los que más me hacen reflexiona. En España, que no hace tanto calor como en Tiberiades, que está a 200 m. bajo el nivel del mar, los estudiantes siguen de vacaciones hasta el ida quince. Empezar el día uno sería una autentica guerra escolar. !Cuánto desearía entrar en alguno de aquellos colegios para observar, conocer, en la realidad, el sistema educativo de un país que casi todos los días esta en los medios de comunicación y que educa a sus hijos para convivir en una tensa situación que puede explotar en cualquier momento y en cualquier lugar! Paciencia, otra vez será .
Después de desayunar salimos, en autocar, bordeando el lago de Galilea. Nuestro programa por la mañana es: visitar la Iglesia del Primado de San Pedro, Cafatrnaum, la Iglesia de los Panes y los Peces y la Iglesia de las Bienaventuranzas y realizar el crucero por el lago.
Mientras llegamos a la Iglesia del Primado de San Pedro, el guía, en el autocar, dice que aquí Nuestro Señor hizo milagros; aquí ha llamado, uno por uno, a los apóstoles. En torno al lago, está la llamada, la vocación, la predicación … Vamos a contemplarlo, vamos hacer que estos parajes hagan efecto en nosotros; lo importante es que cada uno de nosotros conecte con el mensaje. Mi deseo es celebrar la primera eucaristía, me gustaría hacerlo, entorno al lago; pero esto depende de los grupos que haya. Como han visto, estamos cruzando la ciudad de Tiberiades. Es una ciudad que fue fundada al principio de la Era Cristiana, entre los años 18 y 22 d C, por Herodes Antipas, el que se burló de Jesús en la pasión. La llamó Tiberíades en honor de Tiberio Cesar, emperador de Roma. Los judío, de aquella época, no tenían simpatía por Tiberíades, pues, había sido edificada sobre una necrópolis por lo que no la frecuentaban para no contaminarse. Pero, debido a la gran atracción que ejercían sus baños calientes, se levantó luego la prohibición y la ciudad fue declarada legalmente pura. Fue la capital de Galilea. Después de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d C., los judíos emigraron a Tiberíades que se transformo en centro importante de la vida judía. En ella, residió el Sanedrín. También floreció la escuela de los masoretas que, por medio de la puntuación de Tiberíades, fijaron el texto de la Sagrada Escritura. Aquí está la tumba de Maimónides, filósofo judío sefardí nacido en Córdoba en 1135, que acumuló grandes conocimientos en filosofía, matemáticas, astronomía y medicina. Fue médico de Saladino y sus conocimientos filosóficos, inspirados en Aristóteles, influyeron mucho en el pensamiento judío, árabe y en el escolasticismo cristiano. No consta que Nuestro Señor Jesucristo estuviera en esta ciudad. Tal vez porque tuviera un cierto rechazo a la ciudad, tal vez, por Herodes Antipas, el que mandó degollar a San Juan Bautista, también por esa idea de que al, estar construida sobre una necrópolis, fuera considerada impura para los judíos. El hecho es que no consta. Esta ciudad, en un principio, tuvo un gran relieve hasta la Edad Media; luego fue en declive hasta que últimamente ha ido creciendo pero en un aspecto diferente. Ahora es una ciudad totalmente moderna, con grandes edificios: son las nuevas catedrales, son los hoteles, el Moría, Yordan River...Son hoteles de cinco estrellas. Está el lago preparado como si fuera playa para bañarse. Es una ciudad mas bien de veraneo. Por eso es totalmente diferente. Hay restos de la época antigua, como la muralla de la ciudad. Vamos hacer el recorrido. Silencio, contemplación, admiración. Ahora, sin comentarios, para no interrumpir a otros. Que cada uno se deje impactar por el entorno . Como cada día vamos hacer un poquito de oración: el Angel del Señor anunció a María ... Ahora vamos a recitar el salmo 110, un poco adaptado, salmo que canta las maravillas de Dios, que es lo que queremos cantar ahora y en esta mañana; las maravillas del lago, del entorno, sobre todo, la maravilla del Señor que recorrió esto, en tantos momentos y en tantas ocasiones, por eso vamos a dar gracias a Dios por las maravillas que hizo en la Creación, en la Humanidad, sobre todo, las manifestadas en su hijo Jesús.
Te doy gracias Señor de todo corazón, mi espíritu se eleva en busca de tu grandeza. Eres maravilloso, único y admirable, en Tí mi corazón se siente en paz y en armonía, en amor. Quiero cantarte desde la ciudad cristiana y desde el grupo que me acoge, quiero elevar mi alabanza junto al corazón de mis hermanos y unirme a ellos y decirte de corazón : eres grande y admirable, Señor, por eso quiero darte gracias, por no estar solo, por ser hermano con los hermanos; tus obras son grandes y tu misericordia sublime; que tu justicia, Señor, permanezca entre nosotros, que tu justicia brote en esta tierra , árida y desolada como el desierto que vamos a cruzar mañana, qué tu justicia sea tanto de un corazón que apoya al otro, que tu justicia, Señor, haga germinar la paz en nuestra tierra, de manera particular en esta tierra permanentemente en tensión. Eres clemente y compasivo, en tu corazón brota la paz , eres fiel a tu alianza con el hombre y cumples la palabra dada; das alimento al que abre la mano en busca de tu ayuda y ante ti, todos los pueblos, uno a otro, son iguales, quieren ser hermanos. De todo corazón te doy gracias, Señor, porque has realizado maravillas en la Creación. Vaya para ti nuestra alabanza que quiere proclamar tus maravillas en esta mañana. Bendito seas, Señor, del corazón del hombre, del hombre que te busca, mientras en sus fibras dejas las marcas profundas de tus huellas. Eres maravilloso, Señor, por eso queremos alabarte y darte gracias de manera especial en este día en que Tú nos concedes la gracia de caminar, contemplar y saborear estos lugares en los que vivió tu Hijo. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Ahora en esta línea de alabanza vamos a cantar el salmo 8º.
Señor, Dios nuestro ! qué admirable es tu nombre en toda la tierra !
Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado; ¿ Qué es el hombre para que te acuerdes de él?...
Todos los peregrinos cantamos con entusiasmo, pero Amadeo lo hace con especial firmeza, alta y fuerte voz, recreándose en el mensaje de la letra. Me da la sensación de que vive intensamente lo que canta; por la alegría que exterioriza, diríase que su corazón salta de gozo. Yo estoy animado, pero su comportamiento eleva también mi espíritu y me hace sentir algo especial: es la comunión y el contagio espiritual.
Al norte está el Líbano y los Altos del Golan; al este, Siria y Jordania; al sur, Egipto. Entorno éste, donde hay muchas e intensas tensiones.
Vamos a orar por la paz .
Señor hadme instrumento de Tú paz.
Donde hay odio ponga yo amor
Dónde hay ofensa ponga perdón
Dónde hay discordia ponga unión
Dónde hay error ponga verdad
Dónde hay duda ponga fe
Dónde hay desesperación ponga yo esperanza
Dónde hay tinieblas ponga vuestra luz
Dónde hay tristeza ponga yo alegría
! Oh, Maestro, que no me empeñe tanto en ser consolado como en consolar; en ser comprendido, como en comprender; en ser amado como en amar; porque dando, se recibe; olvidando se encuentra; perdonando, se es perdonado y muriendo, se resucita a la vida eterna. Bueno, después de habernos dejado impactar por el lugar donde nos encontramos, ahora entramos en la zona de Tabgha. No es simplemente un santuario del entorno de aquí, sino una zona donde hay tres santuarios: Multiplicación de los Panes y los Peces, Monte de las Bienaventuranzas y Primado de San Pedro. Vamos a parar en el Primado de San Pedro por si hubiera suerte y no hubiera grupos y pudiéramos celebrar la Eucaristía al lado del lago y al aire libre, contemplando el panorama. Si estuviera ocupado iríamos a Cafarnaúm, ya veremos. No hay ningún grupo. Tenemos sitio suficiente. Bajáis sólo las cosas imprescindibles. El libro de los cantos seria importante llevarlo, para eso nos lo han dado .
IGLESIA DEL PRIMADO DE SAN PEDRO : REFERENCIA BIBLICAS
Después de esto, se apareció Jesús a sus discípulos junto al mar de Tiberíades, y se apareció así: Estaban juntos Simón Pedro y Tomás, llamado Dídimo; Natanael, el de Caná de Galilea, y los de Zebedeo, y otros dos discípulos. Dijoles Simón Pedro: voy a pescar. Los otros le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Salieron y entraron en la barca, y en aquella noche no cogieron nada. Llegada la mañana, se hallaba Jesús en la playa; pero los discípulos no se dieron cuenta de que era Jesús. Dijoles Jesús: Muchachos, ¿ no tenéis en la mano nada que comer? Le respondieron: No. Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca y hallaréis. La echaron, pues, y ya no podían arrastrar la red por la muchedumbre de los peces. Dijo, entonces, a Pedro aquel discípulo a quien amaba Jesús: ¡ Es el Señor ! Así que oyó Simón Pedro que era el Señor, se ciñó la zamarra y se arrojó al mar. Los otros discípulos vinieron en la barca, pues no estaban lejos de tierra , sino como unos doscientos codos, tirando de la red con los peces. Así que bajaron a tierra, vieron unas brasas encendidas y un pez puesto sobre ellas y pan. Dijoles Jesús: Traed de los peces que habéis cogido ahora. Subió Simón Pedro y arrastró la red a tierra, llena de ciento cincuenta y tres peces grandes; y con ser tantos, no se rompìó la red. Jesús les dijo: Venid y comed. Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle: ¿ Tú quién eres ?, sabiendo que era el Señor. Se acercó Jesús, tomó el pan y se lo dio, e igualmente el pez. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitado de entre los muertos. San Juan ( 21, 1-14 )
“ Cuando hubieron comido, dijo Jesús a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan. ¿ me amas más que éstos ? Él le dijo: Sí, Señor, tú sabes que te amo. Dijole: Apacienta mis corderos. Por segunda vez le dijo: Simón, hijo de Juan, ¿ me amas ? Pedro le respondió: Sí, Señor, tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. Por tercera vez le dijo: Simón, hijo de Juan, ¿ me amas ? Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntase: ¿ Me amas ? Y le dijo: Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo. Díjole Jesús: Apacienta mis ovejas “. San Juan ( 21, 15-17 ).
La triple confesión de San Pedro corresponde a la triple negación de éste en la noche del prendimiento de Jesús. Jesús le había conferido la primacía jerárquica solemnemente después de la confesión en Cesarea de Filipos . “ Y yo te digo a ti que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos y cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos “ San Mateo ( 16, 18-19 ). Pero Pedro, por cobardía, sucumbió cuando vio prendido a Jesús. Ahora Jesús quiere rehabilitarle ante los discípulos, confirmándole en su categoría suprema de Pastor de sus corderos .
Dejamos el autobús. Entramos en el jardín donde está la Iglesia. El guía parece conocer bien al guardián: le saluda afablemente, cariñosamente, atentamente, como hacen los amigos de verdad. Unos trescientos metros separan la carretera de la Iglesia . El camino está bien asfaltado; la pendiente es suave. A los lados: setos podados, árboles frondosos, palmeras, eucaliptos y praderas. El césped de la pradera, recién segado, está muy verde. El regadío por aspersión está funcionando. Los pájaros cantan sin cesar. Sus trinos llegan de todas partes, parecen música celestial. A estas horas de la mañana, en este lugar, la temperatura es muy agradable. Los peregrinos caminamos relajados, descansados, decididos, animados, conversando, amenamente, hasta llegar a la Iglesia.
Al lado de la Iglesia hay un pequeño anfiteatro. Las gradas semicirculares descienden hasta una plataforma circular en la que se encuentra una mesa redonda que servirá de altar. Aquí celebramos la segunda Eucaristía en Tierra Santa. Cada peregrino se sitúa a su gusto en las gradas, Laura y yo, en la de más atrás, desde donde se contempla, en primer lugar, los peregrinos, la mesa del altar y los sacerdotes, más atrás, un frondoso árbol de cinco brazos, las estatuas que representan a Jesús que confiere a Pedro, postrado a sus pies, el primado de la Iglesia y le da su cayado; verja, Iglesia, árboles, arbustos, praderas y lago completan aquel hermoso escenario que hace agradable y delicioso aquel lugar.
La peregrina de Zaragoza, directora del coro, ensaya la canción que inmediatamente vamos a cantar :
Vamos cantando al Señor, Él es nuestra alegría
La luz de un nuevo día, venció la oscuridad, que
brille en nuestras almas, la luz de la verdad.
La roca que nos salva es Cristo, nuestro Dios;
Lleguemos dando gracias, a nuestra redentor.
Los cielos y la tierra, aclaman al Señor: Ha hecho maravillas, inmenso su amor.
Unidos como hermanos, venimos a tu altar, que llenes nuestras vidas, de amor y de amistad .
El padre Emérito explica: En este entorno se dio la llamada a todos los apóstoles. Fue llamando uno a uno. Uno que estaba en la barca echando las redes; otro, en su puesto de recaudador de impuestos, otro... La llamada fue muy sencilla: una mirada, una mirada con amor y desde el amor, un gesto, una palabra. Todo en la vida es problema de amor. Y ahora y aquí, en este lugar, como en aquel tiempo, hace siglos, examinó a Pedro, ¿ me amas ?, tal vez, a ti y a mí, Jesús nos hace esta pregunta: tú que estas bautizado, tú que te sientes cristiano, tú que dices que eres seguidor de Jesús, ¿ me amas ? Esa pregunta suena en nuestras mentes, una y otra vez.
Este entorno, este horizonte nos evoca tantas escenas, sobre todo, las escenas de la llamada. Ayer en el encuentro que tuvimos cada uno manifestaba sus motivaciones: desde su persona, desde su familia, desde sus amigos, desde la busca; unos mirando a ver que decisión tomar en su vida, por que camino caminar; otros olfateando, otros buscando conversión. Cada uno viene con motivaciones serias, profundas. Y ahora si, dejemos iluminar nuestro camino, por el camino del Señor.
En el altar, el padre Emérito, el padre Ismael y el padre Amadeo.
Se lee el Evangelio de San Juan ( 21,15-17 ), el Evangelio del amor. A mi mente, una y otra vez, acude este mensaje: si me amas, sígueme; porque yo soy el camino, la verdad y la vida: La luz del mundo.
Da la comunión Amadeo, mientras los peregrinos cantamos:
Tú has venido a la orilla,
no has buscado ni a sabios ni a ricos,
tan sólo quieres que yo te siga.
Señor, me has mirado a los ojos
sonriendo has dicho mi nombre.
En la arena he dejado mi barca.
Junto a tí buscaré otro mar ...
¡Qué canto tan apropiado para este lugar ! Aquí se siente la presencia de Jesús. Mi espíritu se alegra y se eleva al Señor.
Terminada la Eucaristía visitamos la Iglesia. Es una capilla pequeña, construida por los franciscanos en 1933, sobre los restos de otras más antiguas. El Papa Pablo VI la visitó el cinco de enero de 1964. Dentro de la capilla está la roca sagrada que los peregrinos llaman “la mesa del Señor “. Porque en esta mesa, según la tradición, Jesús dio de comer a los apóstoles, después de resucitado.
Yo toco la roca, casi instintivamente, con mi mano que deslizo lenta y suavemente por su superficie. Que el Señor me haya permitido estar allí, contemplando aquella roca, tocando aquella roca, sintiendo aquellas sensaciones, me parece un gran privilegio; porque es la roca donde Él se sentó, la misma roca donde preparó el desayuno y se lo sirvió a los apóstoles, en el lugar donde concedió a Pedro la primacía de la Iglesia. Esta misma roca sale al exterior de la Iglesia y llega hasta el lago. En su pendiente están talladas siete escaleras, sobre las cuales estuvo sentado el Señor. Allí se siente, se percibe la presencia del Señor.
El sol se refleja en las aguas del lago y sus rayos dorados, veloces y directos llegan con luz brillante y cegadora hasta mis ojos como si procediesen de iluminadas perlas y rubíes que flotaran libremente sobre el agua. En la orilla del lago, hay muchos guijarros.
Guijarros pequeños, unos; medianos, otros y grandes los más; guijarros que serán semejantes a aquellos que tantas veces tocaría Jesús y los apóstoles. Un suave oleaje penetra mansamente entre ellos y que, al rozarlos, produce un leve susurro, un arrullo que adormece como las nanas que las madres cantan a sus hijos con amor. Un susurro continuo, que trae a nuestras mentes los mensajes del Señor.
Un barco está pescando, a lo lejos, sobre las tranquilas aguas del lago. Por un momento imaginas que es la barca de Pedro dos mil años atrás. Laura sentada en un guijarro contempla aquella mágica escena. ¿Cuántas veces el Señor desde allí mismo, sobre los guijarros, no habrá contemplado el mismo panorama, el mismo horizonte, el mismo mar, la misma belleza? Los peregrinos se han ido ya. Somos los últimos. Nos resistimos a marchar. Una última mirada que desea prolongar aquel hechizo fenomenal. Hay que caminar rápido para llegar a tiempo al autocar. Con enorme tristeza dejo aquel lugar, también con alegría por gozar de aquel privilegio singular.
CAFARNAÚM: REFERENCIAS BIBLICAS
Subieron en una barca, hizo la travesía y vino a su ciudad: Cafarnaúm. (San Mateo 9.1).
Partió Jesús de allí, le seguían dos ciegos dando voces y diciendo: Ten piedad de nosotros, Hijo de David. Entrando en casa se le acercaron los ciegos y les dijo Jesús: ¿Creéis que puedo yo hacer esto? Respondieronle: Sí, Señor. Entonces tocó sus ojos, diciendo: Hágase en vosotros según vuestra fe. Y se abrieron sus ojos. ( San Mateo 9,27-29) .
Entrando en Cafarnaúm, se le acercó un centurión, suplicándole y diciéndole: Señor, mi siervo yace en casa paralítico, gravemente atormentado. El le dijo: Yo iré y le curaré. Y respondiendo el centurión, dijo: Señor, yo no soy digno de que entres bajo mi techo; di sólo una palabra y mi siervo será curado. Porque yo soy un subordinado, pero bajo mí tengo soldados, y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi esclavo: Haz esto, y lo hace. Oyéndole Jesús, se maravilló y dijo a los que le seguían: En verdad os digo que en nadie de Israel he hallado tanta fe... Y dijo Jesús al centurión: Ve, hágase contigo según has creído. Y en aquella hora quedó curado el siervo. ( San Mateo 8,5-10 ,13)
Entrando de nuevo, después de algunos días, en Cafarnaúm, se supo que estaba en casa, y se juntaron tantos que ni aun en el patio cabían, y Él les hablaba. Vinieron trayéndole un paralítico, que llevaban entre cuatro. No pudiendo presentárselo a causa de la muchedumbre, descubrieron el tejado por donde Él estaba, y hecha una abertura, descolgaron la camilla en que yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. Estaban sentados allí algunos escribas, que pensaron entra sí: ¿Cómo habla así éste? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios ? Y luego, conociéndolo Jesús, con su espíritu, que así discurrían en su interior, les dice: ¿ Por qué pensáis así en vuestros corazones ? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados o decirle: Levántate, toma tu camilla y vete? Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados, se dirige al paralítico, yo te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. El se levantó, y tomando luego la camilla, salió a la vista de todos, de manera que todos se maravillaron, y glorificaban a Dios diciendo: Jamás hemos visto cosa igual. (San Marcos 2,1-12 ).
Llegado el atardecer, puesto ya el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados, y toda la ciudad se reunió a la puerta; curó a muchos pacientes de muchas enfermedades y echó muchos demonios, y a éstos no les permitía hablar, porque le conocían. ( San Marcos 1, 32-34 ).
Llegaron a Cafarnaúm, y luego, el día de sábado, entrando en la sinagoga, enseñaba. Se maravillaban de su doctrina, pues la enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. Y luego, hallándose en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, comenzó a gritar, diciendo: ¿Qué hay entre ti y nosotros, Jesús Nazareno ? ¿Has venido a perdernos ? Te conozco: tú eres el Santo de Dios. Jesús le mandó: Cállate y sal de él. El espíritu impuro, agitándole violentamente, dio un fuerte grito y salió de él. Quedaronse todos estupefactos, diciéndose unos a otros: ¿Qué es esto? Una doctrina nueva y revestida de autoridad, que manda a los espíritus impuros y le obedecen. Extendióse luego su fama por doquiera en todas las regiones limítrofes de Galilea. ( San Marcos 1,21-28 ).
Luego saliendo de la sinagoga, vinieron a casa de Simón y Andrés, con Santiago y Juan. La suegra de Simón estaba acostada y con fiebre, e inmediatamente se lo dijeron. Él, acercándose, la tomó de la mano y la levantó. La fiebre la dejó, y ella se puso a servirles. ( San Mateo 1, 29-31 ).
Vinieron su madre y sus hermanos, y desde fuera le mandaron a llamar. Esta la muchedumbre sentada entorno de Él y le dijeron: Allí fuera, están tu madre y tus hermanos, que te buscan. El les respondió: ¿Quién es mi madre y mis hermanos ? Y echando una mirada sobre los que estaban sentados en derredor suyo, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Quien hiciere la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre. ( San Marcos 3,31-34 ).
Salió de nuevo a la orilla del mar, y toda la muchedumbre se llegó a Él, y les enseñaba. Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, sentado al telonio, y le dijo: Sígueme, le siguió... Los escribas y fariseos viendo que comía con pecadores y publicanos, decían a sus discípulos: ¿Pero es que come con publicanos y pecadores? Y oyéndolo Jesús, les dijo: No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos: ni he venido yo a llamar a los justos, sino a los pecadores. ( San Marcos 2, 13-14 ).
Habiendo Jesús ganado en la barca la otra ribera, se le reunió una gran muchedumbre. El estaba junto al mar. Llegó uno de los jefes de la sinagoga llamado Jairo, que en viéndole se arrojó a sus pies e insistentemente le rogaba diciendo: Mi hija esta muriéndose; ven e imponle las manos para que sane y viva. Se fue con él, y le seguía una gran muchedumbre, que le apretaba. Una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años; y había sufrido grandemente de muchos médicos, gastando toda su hacienda, sin provecho alguno, antes iba de mal en peor, como hubiese oído lo que se decía de Jesús, vino entre la muchedumbre por detrás y tocó su vestido; pues se decía: Si tocare siquiera su vestido, seré sana. Al punto se secó la fuente de la sangre, y sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal ... Y Él le dijo: Hija , tu fe te ha salvado; vete en paz y sé curada de tu mal. Aún estaba Él hablando, cuando llegaron de la casa del jefe de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto. ¿Por qué molestar ya al Maestro ? Pero oyendo Jesús lo que decían, dice al jefe de la sinagoga: No temas, ten sólo fe. No permitió que nadie le siguiera más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegados a la casa del jefe de la sinagoga, ve el gran alboroto de las lloronas y las plañideras, y entrando les dice: ¿A qué ese alboroto y ese llanto ? La niña no ha muerto, duerme. Se burlaron de Él; pero Él, echando a todos fuera, tomó consigo al padre de la niña, a la madre y los que iban con Él, y entró donde la niña estaba; y tomándola de la mano le dijo: “ Talitha qumi “, que quiere decir: Niña, a ti te digo, levántate. Y al instante se levantó la niña y echó a andar, pues tenía doce años, y se llenaron de espanto. .( San Mateo 5, 21-42 ).
Presentaronle unos niños para que los tocase, pero los discípulos los reprendían. Viéndolo Jesús, se enojó y les dijo: Dejad que los niños vengan a mí y no los estorbéis, porque de los cuales es el reino de Dios. En verdad os digo: Quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. ( San Marcos 10,13-15 ).
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangra verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre está en mí y yo en él. ( San Juan 6,54-56 ).
Comenzó entonces a increpar a las ciudades en que había hecho muchos milagros, porque no habían hecho penitencia: ¿Ay de ti, Corazeín; ay de ti, Betsaida ! , porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros hechos en ti, mucho ha que en saco y ceniza hubieran hecho penitencia. Así, pues, os digo que Tiro y Sidón serán tratadas con menos rigor que vosotros en el día del juicio. Y tú, Cafarnaúm, ¿Te levantarás hasta el cielo? Hasta el infierno serás precipitada. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros hechos en ti, hasta hoy subsistiría. Así, pues, os digo que el país de Sodoma será tratado con menor rigor que tú el día del juicio. ( San Mateo 11, 20-24 ).
CAFARNAÚM : AYER Y HOY
El autocar aparca en una explanada a quinientos metros de la entrada. La carretera es llana. Los peregrinos caminamos decididos conversando animadamente. Un muro de piedra de basalto negra, una puerta de hierro, la parte superior hace de verja, un letrero que dice: Capharnaum the town of Jesús, árboles y arbustos en flor sobresaliendo por el muro, peregrinos que entran y salen del recinto: todo esto contemplamos antes de entrar en lo que fue Cafarnaúm. El momento es importante para mí: es la primera vez que visito este lugar, probablemente también la última; es el lugar donde el Señor vivió los tres años de su vida pública, predicó su evangelio, hizo milagros, paseó por sus calles...Siento la necesidad de que este momento perdure, de que el tiempo no borre el recuerdo.
Dentro del recinto, a la sombra de pinos y eucaliptos, los peregrinos, sentados unos, de pie otros, escuchamos las explicaciones del guía que nos habla de la historia de este lugar.
Aquí vivió Jesús los tres años de su vida pública. Desde aquí salía a enseñar a los lugares de su entorno, sólo, esporádicamente, iba a Jerusalén. Por Cafarnaúm pasaba la Vía Maris, camino, calzada que unía Asia con Africa a través de Mesopotamia, Siria, Judea, Mar Mediterráneo y Egipto. Era, pues, Cafarnaúm, un lugar de transito, y por tanto, de intercambios para judíos y extranjeros; una ciudad de pastores, pescadores, agricultores y comerciantes. Tenía una sinagoga cuyo tamaño deja entrever la importancia de esta ciudad; una guarnición de 100 soldados romanos al mando de un centurión y controladores para los impuestos, como el peaje de las actuales autopistas: era un lugar fronterizo entre los territorios de Filipo y Herodes Antipas, situado a cuatro km. del río Jordán y a orilla del lago de Galilea. Su extensión aproximada: 4.500 m2. Su población: unos 1800 habitantes. Las casas eran toscas, construidas con cantos rodados, piedras de basalto oscuro, de un solo piso, cubiertas con ramas de juncos, paja y tierra. Eran pequeñas, de una sola pieza. En ellas, vivían y dormían todos los familiares en común: viviendas plurifamiliares. Cada manzana, a la que llamaban isla, estaba aislada por un muro con entradas comunes al interior, donde estaban las casas, adosadas unas a otras, alrededor de patios comunitarios.
Bajo el dominio de los bizantinos, en los siglos V y VI, alcanzó su esplendor. Conquistada por los árabes en el año 665, comenzó su declive y quedó abandonada en el siglo X d. J.C. Las ruinas quedaron cubiertas de tierra. Su localización llegó a perderse. En el siglo pasado, nadie sabía donde había estado. Todo estaba arrasado. Era un campo de pastores, a nadie le interesaba, a nadie le importaba. Al final del siglo pasado, en 1894, los franciscanos compraron a los beduinos aquellas tierras abandonadas. Tímidamente, se comenzó a hacer excavaciones que, en 1914, quedaron interrumpidas por la guerra, hasta que últimamente, en 1968, un arqueólogo franciscano, el padre Virgilio Corbo, italiano, consagró 30 años de su vida a este trabajo, descubriendo todo esto. Lo que tenemos ahora, de alguna manera, se lo debemos a él. Ha muerto hace unos pocos años y como excepción, por sus años de trabajo aquí, le han enterrado al lado de la casa de San Pedro. También contribuyó a estos trabajos el padre Estanislao Loffreta.
Exploraron los niveles inferiores y allí encontraron los muros auténticos de las casas de los tiempos de Jesús. Donde estuvo la casa de San Pedro y, por tanto, la casa de Jesús, se edificó una basílica octogonal en el siglo V. El estudio de los restos arqueológicos encontrados allí, indican que aquella casa había sido venerada, por entender que era la casa de Pedro, la casa de Jesús. Sobre este solar, utilizando columnas, para no destruir los restos de la casa, se erigió la iglesia circular actual.
Lo más importante para nosotros, el objetivo de nuestra visita aquí, a este lugar, es recordar, evocar la presencia de Nuestro Señor. Aquí, que es uno de los lugares más importantes, podemos subrayar algunas de la escenas que tuvieron lugar. Aquí, San Mateo cobraba impuestos. Una de la veces que pasó por aquí el Señor le miró y le dijo: Mateo, ven y sígueme, y Mateo, ante aquella llamada, tuvo esa valentía de darle una patada al mostrador de los impuestos, olvidarse de las monedas que tenía, dejarlo todo y seguir al Señor.
Viene a casa de San Pedro. Su suegra está enferma. La tomó de la mano y la levantó: la fiebre la dejó, la curó. El Señor hace milagros.
Una familia tiene un enfermo paralítico. La casa de Pedro, donde se encontraba el Señor, estaba tan llena de gente que no se podía entrar. Tienen tanta fe que deciden levantar el techo de la casa que debía ser de ramaje o de paja y pasan por allí al enfermo. Bueno, pues, tu fe te ha curado, anda, levántate y camina. Se levantó y se fue. La fe en Jesús le ha curado .
Otra de las escenas es la de la hija de Jairo que es el encargado de la Sinagoga. Jairo tiene una hija que había fallecido. Se narran, al menos, tres resurrecciones que hizo el Señor: Jairo, Lázaro y el hijo de la viuda de Naím. Jesús dice al jefe de la sinagoga: “No temas, ten sólo fe.” Entró donde estaba la niña y tomándola de la mano le dijo: “Talitha quimi” - niña, a ti te digo, levántate -. Y, al instante, se levantó la niña y se echó a andar. La fe de Jairo y el poder de Jesús...
Estando en la conversación, que vayas, que la cures..., una mujer, “la hemorroísa, se acerca al Señor. Tiene tanta fe que piensa que si tocara siquiera su vestido seria sana. Así lo hace. El Señor se vuelve y dice: ¿quién me ha tocado?... Tu fe te ha salvado. Vete en paz y sé curada de tu mal. ¡Tiene tanta fe en Jesús ! que...
Hay otra escena también aquí muy importante: después esto ha tomado cuerpo en una canción: Señor yo no soy digno que entres en mi morada... Un centurión tenia un siervo gravemente enfermo, manda a un emisario para que Jesús vaya a curarlo, se ve que Jesús era muy conocido, hace milagros. No, Señor, no hace falta que vengas. Yo tengo a mi cargo una centuria, digo a uno ven y viene, a otro, vete y va. No hace falta, Señor, que Tú vayas. No soy digno de que entres en mi casa. Al oír esta expresión, el Señor dice , pues , que se realice en ti lo que estas pidiendo . ¡ Era tanta la fe del centurión en Jesús !...
Pero no todo era gozo, no todo eran rosas. El Señor vivió uno de los momentos más difíciles de soledad. Porque el Señor cuando hacia la multiplicación de los panes y los peces, daba de comer, hacia milagros, la gente le seguía; pero cuando decía: yo soy el pan de vida, yo soy el camino la verdad y la vida, entonces la gente decía, bueno, eso son filosofías, eso ya no nos interesa.
Aquí, llegó un momento en que el Señor se encontró prácticamente solo, y lo vivió de tal manera, con tanta fuerza e intensidad que le dijo a sus discípulos: ¿también vosotros queréis dejarme, pues, dejarme. Los habitantes de Cafarnaúm, a pesar de la predicación de Jesús y de tantos milagros como allí realizó, no creyeron en Él. Jesús se lamentó con amargura y tristeza y maldijo a la ciudad por su incredulidad. ¡ Ay de tí Cafarnaúm, si en Tiro y Sidón, que estaban en esta zona, se hubieran realizado los milagros y los hechos que se han realizado en ti, se hubieran convertido, en cambio tú no. ¿Qué crees, que serás subida al alto del cielo? Serás metida en lo profundo del abismo. Bueno, pues, esa expresión dura y fuerte, de una vivencia impactante, la tuvo Nuestra Señor aquí. Cafarnaúm es un lugar profundamente evocador.
Visitamos, a continuación, las ruinas de la sinagoga que fue construida con piedra caliza blanca, traída de una cantera a 10 km., a finales del siglo IV d J.C., probablemente, sobre el lugar donde estaba la sinagoga en la que Jesús predicó y enseñó. Construida en el estilo de una basílica, tenía tres naves y columnas: truncadas unas, con capiteles corintios, otras. En los restos aparecen tallados símbolos judíos: Menorá, Arca de la Alianza, Estrella de David...Su magnitud indica la importancia que tuvo Cafarnaúm .
Desde la entrada de la sinagoga, contemplamos los resultados de la excavaciones: los muros de las casas, los materiales con que las construían, su forma y dimensiones; los patios, calles; las piedras molares que utilizaban para moler el trigo y las aceitunas.
Me impresinó observar todo aquello, el enorme trabajo allí realizado, y la oportunidad de ver como eran realmente las casas en tiempo de Jesús, las calles por donde Él anduvo, las casas que Él vio y donde vivió.
Finalmente, visitamos la nueva iglesia de Cafarnaúm, construida sobre el solar donde estuviera la casa de Pedro y, por tanto, donde vivió tres años Jesús. Aquí las comunidades cristianas, según iban viniendo, convertían la casa en lugar de oración; posteriormente fueron haciendo una pequeña capilla. Aquí era donde se reunían para orar.
No puedo explicar la sensación que experimento al contemplar aquel lugar que fue la casa de Pedro y la casa de Nuestra Señor. Estoy como aturdido, viendo el lugar y la casa donde Jesús vivió e hizo milagros. Lo considero como un privilegio, como algo muy grande en mi vida. Será un recuerdo muy querido, hasta el final de mis días.
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