NAZARET DE GALILEA
NAZARET
“En el mes sexto fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Entrando, a ella le dijo: Dios te salve, llena de gracia, el señor es contigo. Ella se turbó al oír estas palabras y discurría que podría significar aquella salutación. El ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios, y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob por los siglos, y su reino no tendrá fin . Dijo María al ángel: ¿Cómo podrá ser esto, pues yo no conozco varón?. El ángel le contestó y dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, y por eso el hijo engendrado será santo, será llamado Hijo de Dios “. San Lucas ( 1,26-35 ).
“ El Niño crecía y se fortalecía lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con El... y les estaba sujeto, y su madre conservaba todo esto en su corazón. Jesús crecía en sabiduría y edad y gracia ante Dios y ante los hombres “. San Lucas ( 2,39-40-51-52 ).
Iniciada su vida pública, Jesús entró en la sinagoga y leyó las Escrituras. Le dieron el rollo de Isaías, lo abrió y leyó: “ El espíritu del Señor está sobre mí porque me ha consagrado para llevar a los pobres la buena noticia de la salvación; me ha enviado la libertad de los presos y a dar vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos y a proclamar un año en que el Señor perdonará a su pueblo” Is.61,1-2)
Jesús dijo: “ Esta profecía se ha cumplido hoy mismo en vuestra presencia”. Proclama ,implícitamente, que Él era el Mesías. La gente se preguntaba: ¿ No es éste el hijo de José el carpintero? Jesús ante la desconfianza, dice: “ Os aseguro que ningún profeta es bien recibido en su propia casa. La gente se enfureció y lo llevaron a un barranco para despeñarlo, pero Jesús se escabulló y se fue” ( Lc. 4,16-30)
Llegamos a Nazaret,“ la flor de Galilea”. Es el mediodía del martes día dos de septiembre de 1996. La primera impresión, desde la parte alta de la ciudad, por donde entramos, es de que se trata de una ciudad grande, por el espacio que ocupan sus edificaciones situadas en un valle o vaguada y en las laderas de las colinas y montes que la circundan. De entre todas las edificaciones, destaca una: la Basílica de la Anunciación .
El guía nos advierte que la ciudad actual no tiene nada que ver con la de la época de Jesús. La actual cuenta con 80.000 habitantes, judíos, musulmanes y cristianos; la de la época de Jesús era una pequeña aldea de apenas 40 vecinos hebreos. La primera, con gran actividad comercial y turística; la segunda, poblada por humildes agricultores y artesanos. La actual con comercios y tiendas de toda clase de artículos, especialmente para turistas; mercados, iglesias, basílica, sinagogas, mezquitas, colegios, bancos, hoteles, hospederías, talleres, coches de todas las marcas europeas, peregrinos de muchas razas y naciones, comunicada por carretera; casas, no muy altas, con terrazas; algunas, con huerta y jardín que tienen cipreses, palmeras, almendros, higueras y naranjos. La antigua, una pequeña sinagoga con una pequeña escuela, casas de piedras con cuevas en su interior, entorno a un patio común; incomunicada y aislada de las rutas de aquella época; tan insignificante que ni en la Biblia, ni en el Talmud, ni el historiador judío, Flavio Josefa, la mencionan para nada. De las construcciones de entonces, no queda nada visible, pero enterrados en el subsuelo hay abundantes restos arqueológicos: cuevas, silos, cisternas, utensilios, paredes de casas...que permiten conocer como vivían las gentes de entonces .
Almorzamos en un restaurante árabe. La comida, servida por jóvenes árabes, que casi no entienden el español, es la normal de este país: ensaladas y salsas variadas, un poco saladas y picantes; pan sin levadura, pero sabroso: una novedad para nosotros. Pescado, carne y frutas de la tierra; agua embotellada, vino, cerveza, además, del café.
Compartimos mesa con Blanca Alberti, con una religiosa teresiana de Jaén, con la joven aspirante a entrar en un convento y un señor, entrado en años, que venía acompañado de su sobrino. Durante la comida, la conversación fue animada y agradable. Hablamos de nuestras vidas y del porqué de este viaje, amen de otras cosas más vulgares.
Seguidamente, en autocar, nos trasladamos a los santos lugares de Nazaret.
Visitamos, en primer lugar, la iglesia greco ortodoxa de San Rafael que fue construida en 1787. Todo es color en su interior: iconos, frescos de estilo bizantino en bóvedas y paredes, muchas lámparas...Para mí, lo más importante, fue contemplar la fuente que dentro de la iglesia, en su lateral izquierdo, en un agujero de unos dos metros de profundidad, manaba un chorro de abundante y fresca agua. Con mi cámara de vídeo filmo con emoción esta fuente: parece ser que era la única fuente de Nazaret, en la época de Jesús, María y San José . Según la tradición ortodoxa, recogida de los apócrifos, allí se le apareció el Arcángel Gabriel a María cuando iba a la fuente por agua con su cántaro de barro, como harían las mujeres del lugar, como una más. ¿Cuántas veces también Jesús subiría a esta fuente a por agua, igual que harían otros niños de su edad? Tú estás allí, en el mismo lugar que ellos tantas veces, durante tantos años, estuvieron. Tú estás viendo cómo mana abundante y fresca el agua de aquella fuente que tantas veces Ellos vieron y cogieron; el agua que apagó su sed, lavó sus cuerpos y vestidos; sirvió para cocinar, fregar y... Quisiera beber de aquella agua. A la salida, un monje ortodoxo solicita una limosna.
Visitamos, a continuación, la iglesia de San José y la Basílica de la Anunciación. El guía reúne al grupo de peregrinos en el jardín del recinto, que se encuentra vallado, para explicar los datos más significativos. El lugar es hermoso: crecen árboles frondosos de variadas especies, formas y colores; el césped de intenso color verde, bien abonado, regado y segado, contribuye a crear un escenario muy agradable, cómodo y refrescante en un día que es muy caluroso. Pero, lo importante, lo singular, es que aquí, en este lugar, es donde estaba la pequeña ciudad de la época de Jesús y los sagrados lugares donde el ángel del Señor anunció a María que daría a luz al que sería grande y se llamaría Hijo del Altísimo. En una superficie, muy pequeña, de aquel entorno, vivían sus escasos habitantes. En el subsuelo se han descubierto muchas cuevas y restos arqueológicos, pertenecientes a la época judeo - cristiana, bizantina, cruzada...Las excavaciones realizadas sacan, a la luz los restos arqueológicos que permiten descubrir la forma en que vivían, en que trabajaban, cuales eran sus costumbres, como eran sus casas, sus utensilios...
Todo este complejo es propiedad de la Iglesia, administrado por los franciscanos desde hace setecientos años.
GRUTA DE LA SAGRADA FAMILIA
Primero, visitamos la Iglesia de San José o de la Sagrada Familia que fue inaugurada en 1914. Con poca luz, bajamos a la cripta, contemplamos la gruta, cuevas en las paredes, bocas de silos, baptisterio...El guía explica el significado de todo aquello. Pero, lo importante, para mí, es que yo estaba, allí; en el lugar en que San José, después de desposado, trajo a su esposa, María, que tenía, entonces, unos quince años; allí vivieron hasta que San José murió; allí estaría el taller de San José; allí creció Jesús; allí vivió hasta que inició su vida pública, mientras crecía en sabiduría, edad y gracia, ante Dios y ante los hombres, y la gracia de Dios estaba con Él y les estaba sujeto.
¿ Acaso, no era aquello un gran privilegio del que me sentía muy orgulloso y daba, por ello, gracias a Dios?
Los peregrinos escuchamos sentados las explicaciones del guía. Lo importante no eran las cuevas, ni los restos arqueológicos, ni las escaleras...Lo importante era que allí estuvo el hogar de la Sagrada Familia, que la Virgen María realizó allí las tareas del hogar, como cualquiera de sus vecinas; que San José trabajó de carpintero, como un artesano más, y que Jesús aprendió el oficio, imitando a San José, ayudándole y ganándose el pan con el sudor de su frente, como lo harían los niños de su edad de otras familias; todo ello en un clima de amor, comprensión y tolerancia. La Sagrada Familia era una familia como las del lugar, pero a la vez, era mucho más. El ángel Gabriel saludó a la Virgen María, y a ella y nada más que a ella, entre todas las mujeres que en el mundo han sido y serán, dijo:
Llena de gracia,
el Señor es contigo,
has hallado gracia delante de Dios.
Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo que será grande y
llamado Hijo del Altísimo.
El Espíritu Santo vendrá sobre tí y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra .
El ángel dice a María que su hijo Jesús :
Será grande y llamado Hijo del Altísimo.
Su reino no tendrá fin.
Será santo, será llamado Hijo de Dios
Y su madre, la Virgen María, conservaba todo esto en su corazón.
Y yo, pobre y humilde peregrino, fascinado y asombrado, estaba allí, viendo y pisando aquel santo y sagrado lugar, el lugar que ellos pisaron, el lugar que ellos vieron, el lugar donde ellos vivieron, el lugar que fue testigo de aquellos sucesos. Pensaba y meditaba en los acontecimientos que allí tuvieron lugar, acontecimientos que son fundamento de las creencias cristianas. Aquel lugar fue testigo directo de estos hechos. No era un lugar cualquiera. No podía permanecer impasible estando allí y aún me parecía muy pobre mi reacción y sentimiento. Quería vivir aquel momento intensamente. Quería comprender el significado profundo de todo aquello. Esto era lo más importante y trascendente, para mí, en aquel momento.
Un fraile franciscano, que residía en Nazaret desde hace 40 años, explica a los peregrinos los detalles más importantes de la Basílica de la Anunciación. En la parte exterior, protegido por una barandilla de hierro, se abre un amplio espacio en el suelo que permite observar las excavaciones realizadas recientemente en el subsuelo y ver los restos arqueológicos descubiertos. En la parte superior, el suelo se apoya en resistentes columnas de cemento, dejando el subsuelo al aire libre. Esta Basílica es la quinta iglesia que se construye en el lugar donde el ángel Gabriel anunció a la Virgen María que concebiría a un hijo que sería llamado Hijo del Altísimo, Hijo de Dios. La primera iglesia fue construida en la época judeo - cristiana; la segunda, en la bizantina; la tercera, en la de los cruzados; la cuarta, en 1877; la quinta, que es la actual, fue proyectada por el arquitecto milanés, de firme fe y fama mundial, Giovanni Muzio, y construida por los franciscanos entre 1960 y 1969, y consagrada el 23 de marzo de 1969. Toda ella está dedicada a la Virgen María. Es grandiosa, es el edificio más emblemático de la ciudad por sus dimensiones: 67,85 m de largo, 28,60 de ancho y 20 de alto, y por el lugar donde está: aquí se anunció a María su maternidad. Su cúpula octagonal, coronada por una linterna, especie de faro, que orienta a los peregrinos y señala el santo lugar, se ve desde todos los rincones de Nazaret. Consta de dos plantas. La superior de tres amplias naves de cemento sin cubrir, al desnudo, y la inferior donde está la cripta que contiene la gruta donde estuvo la casa de María.
De la parte superior me impresionó la grandiosa cúpula de 57 m de altura y 18 de diámetro que proyecta su luz sobre la cripta e ilumina toda la Basílica. Esta parte está decorada con pinturas de distintos estilos y significados. En el centro destaca, sobre los demás, un grandioso y monumental mosaico que representa a la Iglesia y contiene la inscripción: unam, sanctam, catholicam, apostolicam. Jesús de pie, con los brazos extendidos, parece que quisiera abrazar a toda la humanidad, proteger y salvar a todos los hombres. A la derecha, la Virgen María; a la izquierda, Pedro; abajo, los miembros de la iglesia militante y triunfante; en el ángulo derecho, Pío XII, Juan XXIII y Pablo VI. De las vidrieras, decoradas con motivos alusivos a la Virgen María, sobresalen sus vivos y variados colores que proyectan su luz sobre el interior de la Basílica, completando el grandioso escenario. En el suelo central, taraceas de mármoles con escudos y leyendas de los títulos que los Concilios dieran a la Virgen María: Inmaculada Concepción, Madre espiritual, Virgen perpetua, Asumpta al cielo, Mediadora y Reina universal, Perfecta en la santidad . ! Cómo yo podría permanecer impasible en aquél lugar !
Bajo la cúpula, un amplio círculo horadado en el suelo, protegido por una barandilla, permite que la luz pase y se pueda contemplar lo más importante de la Basílica: la gruta de la casa de María. Muy próxima a la gruta, bajando a la derecha, está la cripta. En su centro, un altar para celebrar los actos litúrgicos. Alrededor del altar, formando un círculo, casi cerrado, butacas donde los peregrinos se sientan para oír la Santa Misa. En la planta superior, otros peregrinos también asisten al acto sagrado. En este lugar sagrado, los actos religiosos tienen un significado más profundo, más real, más sincero, más emotivo.
Durante la celebración de la Santa Misa, los peregrinos cantamos, dirigidos por una peregrina de Zaragoza:
En primer lugar :
El Señor hizo en mi maravillas, gloria al Señor
Engrandece mi alma al Señor
Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador...
En segundo lugar :
Tomad Virgen pura
Nuestros corazones; no los abandones, jamás, jamás
.. ...contigo en el cielo, colmado de anhelo, qué feliz seré
El fervor religioso crece, el espíritu se eleva muy alto con estas canciones cantadas en este lugar.
Terminada la Santa Misa cantamos:
Salve, Regina
Mater misericordiae, vita dulcedo et spes nostra, salve. Ad te
clamamus exules filii Haevae. Ad te suspiramos gementes et
flentes in hac lacrimarum valle. Eja ergo, advocata nostra, illos
tuos misericordes oculos ad nos converte, et Jesum benedictum
fructum ventris tui, nobis O clemens, o pía, o dulcis Vigo María.
Estas canciones aquí, en este lugar santo, penetran en mi alma como en ningún otro sitio. Experimento algo muy profundo y difícil de explicar. Algo le pasa a mi cuerpo que así se comporta, es como si una corriente lo recorriera de arriba a bajo. Mi espíritu aislado del mundo y del propio cuerpo penetra más en el significado del mensaje de las canciones. Soy un desconocido para mi mismo, y, a veces, mis propios pensamientos y sentimientos me sorprenden. Todo esto es un poco misterioso y no tengo palabras para explicarlo debidamente. No se lo que le pasaría a los otros peregrinos, aunque pienso que algo parecido sería.
En la gruta estuvo la casa de María. Dos escaleras, de pocos peldaños, una a la izquierda y otra, a la derecha, dan acceso a la plataforma donde está el altar. Al fondo, una escalera antigua; en el techo, roca viva y algunos ladrillos; en el centro, la mesa del altar con dos velas, una a cada lado, y una inscripción que dice : VERBUM CARO HIC FACTUM EST ( El Verbo fue hecho aquí carne ) ; a la izquierda, una vieja columna, que según la tradición marca el lugar donde el Ángel Gabriel se apareció a María.
Cuando la Virgen presta su consentimiento, en ese instante se realiza el divino misterio de la encarnación del Verbo en su virginal seno .
Aquí mismo se inicia un proceso que continuará hasta el fin de los siglos. Después de esto, Jesús nacerá, crecerá en edad y sabiduría, predicará su evangelio durante tres años, será juzgado, muerto y sepultado, resucitará al tercer día y subirá a los cielos; los apóstoles predicarán el Evangelio, habrá persecuciones y mártires, santos, peregrinos, cruzados, concilios, papas, obispos, catedrales, misioneros para evangelizar el mundo, cultura occidental cristiana... Hay un antes y un después de Cristo, Tal es la importancia del acontecimiento.
¿ Cuántos peregrinos habrán pasado por este santo lugar ? Sus nombres llenarían muchos libros, quizá bibliotecas. ¿Qué sentirían al contemplarlo?.¿Qué pensarán mis compañeros peregrinos ? ¿ Qué promesas no se habrán hecho aquí ? ¿Cuántas vidas no se habrán transformado después de la visita ? ¿ Cuántas personas murieron por defender y poseer este lugar? ¿ Somos los cristianos consecuentes con este legado?¿Conseguirá la ciencia, algún día, en un hipotético regreso al pasado, reproducir aquellos hechos y vivirlos en la realidad? Aquella gruta, aquellas piedras, mudos testigos de tantos acontecimientos, ¿podrán algún día desvelar sus secretos ?... No lo sé. Sólo sé que me gustaría ser testigo, estar en este lugar.
Por una puerta lateral, salimos al exterior, al atrio de la Basílica. La fachada, dedicada a la Virgen Niña, de quince años de edad, es una fachada pentagonal, grandiosa, como hay pocas igual. Las piedras, labradas geométricamente, duras, resistentes, casi blancas, relucientes al sol, están grabadas con figuras y palabras que narran los sucesos que allí han tenido lugar. Las figuras del Ángel Gabriel, la Virgen María, San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan, grabados están. Los nombres: SAN MATTIAEUS, SAN LUCAS, SAN MARCUS, SAN JOANNES y la inscripción: ANGELUS DOMINI, NUNTIAVIT MARIAE, AIT DOMINUS AD SERPENTEM IPSA CONTENERET CAPUT TUUM ET TU INSIDIABERIS CALCANEO EIUS; ECCE VIRGO CONCIPIE ET PARIET FILIUS ET VOCABITUR NOMEM EIUS ENMANUEL; VERBUM CARO FACTUM EST ET HABITAVIT IN NIBIS, también escritos están.
Tres puertas, una de ellas principal; muchas ventanas, en el centro, a la derecha y a la izquierda completan el decorado de la fachada principal.
En el muro del atrio, en colores vivos, llamativos, radiantes como rayos de sol, en cuadros de mosaicos, las Vírgenes, patronas de 17 naciones, cada una representada de modo diferente, singular; todas hermosas y bellas; todas con dulzura maternal, como si nos hablaran del gran mensaje que allí ha tenido lugar, allí están, para admiración de todos los peregrinos que visitan el lugar, para reflexión de todos los que la quieren de verdad. Todo esta dedicado a María en aquel santo y sagrado lugar; todo esta dedicado a nuestra Madre del Cielo que es madre como ninguna otra igual.
Los peregrinos conversan en el atrio en tono alegre y jovial. Unos, los más, hablan de la impresión que la visita en su espíritu dejó grabada, hasta tiempo inmemorial; otros del calor que hace, otros de la sed y de las ganas de beber; otros de mil y una cosas más...: todos con semejante entusiasmo, bastante espiritual. Hay convivencia, fraternidad, comprensión y tolerancia. Si siempre los hombres se comportaran así, me atrevo a pensar que el mundo cambiaría radicalmente, no sería igual.
Dejamos la Basílica, contentos por haber tenido el privilegio de visitarla; pero también tristes porque, probablemente, no volveremos a verla otra vez. Por una calle bastante pendiente, en sus comienzos, menos después, y, finalmente, llana, vamos en busca del autocar. La calle es amplia, quizá la más amplia de la ciudad; tiene dos direcciones separadas por un pretil, no es recta, pues cambia de dirección; está llena de coches, aparcados unos, en movimiento otros. La calle está abarrotada de gente que viene y va , no exenta de peligros por los coches que circulan por el lugar. Peregrinos de lejanas tierras coincidimos en aquel espacio singular: hombres de negocios, comerciantes, gentes de la ciudad. Todos deseosos de llegar a donde van. Aquí conviven musulmanes, judíos y cristianos; aquí hay cristianos ortodoxos, católicos romanos, católicos griegos, maronitas, bautistas y otros de creencia similar. Unos vestidos a la europea van, otros, a lo árabe con chilaba y turbante ocultando su piel morena; estos vestidos de una manera, aquellos, de otra, según su origen y nación. En la calle, se transita con mucha dificultad. Si te paras un momento en un escaparate, entras en una tienda a ver o a comprar, puedes perder el grupo con mucha facilidad. La calle está llena de tiendas, de bazares... Los dueños amablemente te invitan a entrar para que compres sus mercancía: vestidos, maletas, bolsos, zapatos, bisutería, regalos, objetos religiosos, recuerdos de la tierra... Empiezas a comprender el ritual de la venta que estas gentes practican con gran maestría y eficacia, de modo muy diferente a como se hace en Europa.
Llevamos el sombrero del peregrino puesto en nuestras cabezas para evitar el sol que cae sin cesar, y para localizar al grupo en caso de despiste o pérdida de algún peregrino rezagado por mirar o comprar. El guía tiene un altavoz muy particular; dice que lo compró en tierras lejanas, al otro lado del Océano Atlántico, en tierras de América del Norte, en la ciudad de New York. Emite un sonido inconfundible: ta, tara ta ta, ta ta ta tá tata ta... Así nos localizamos y nos encontramos más fácilmente. Gran invento para el caso que nos ocupa. Finalmente, llegamos al autocar. Funciona el aire acondicionado, la temperatura, en la calle, es muy elevada, bochornosa, sofocante. Dentro, agradable y deliciosa. El guía es un guía muy responsable. Cuenta a los peregrinos por si alguno se ha despistado. Falta uno, es Blanca Alberti, la misma que en Tel Aviv se ha retrasado. El autocar no puede salir: tiene que esperar a Blanca, la solitaria y retrasada. Baja el guía en su busca. Los peregrinos empiezan a sentirse molestos: es la segunda vez en el día que la mujer solitaria se retrasa y esto molesta, y esto incomoda a los peregrinos en el coche sentados. Se nota en sus gestos y en sus veladas opiniones, controladas, matizadas, porque la peregrinación también es ascética, según el guía demandaba. Cuando pasan diez minutos, sube al coche Blanca, acompañada del guía que estaba contento por haber encontrado a la rezagada. Parece que no tenia dinero y había ido al banco a sacarlo; pero el banco no abría hasta las cuatro y media pasadas. Si lo hubiera dicho, los peregrinos mejor lo hubieran comprendido, disculpado y aceptado; pero Blanca iba por libre, no comunicaba, se aislaba. Finalmente, el autobús se pone en marcha, marcha lenta y cansada: la calle está llena de gente, coches, camiones que impiden, obstaculizan la avanzada. Vemos, por última vez, desde el autobús, la cúpula de la Basílica. Nos dirigimos a Caná de Galilea. Adiós Nazaret, Adiós Basílica sagrada, Adiós tierra de María, de Jesús y de José ...¿Volveré otra vez a visitar esta tierra santa y martirizada?
Por la carretera que conduce a Caná de Galilea, rueda el autobús decidido. Velocidad constante y firme. El conductor conoce bien el camino; otros muchos peregrinos por él ha conducido. El sol empieza a declinar un poco en el horizonte: es media tarde. El peregrino, desde el autobús, contempla el paisaje: árboles de color gris, verde esmeralda, casi azul; casas en los cerros y en las lomas, tierras poco fértiles resecas por el sol. Las casas parecen bonitas, funcionales, de moderno diseño; parecen chales de fin de semana: son las casas de los asentamientos judíos. La carretera tiene curvas, el terreno no es llano, más bien montañoso, tampoco es ancha ni estrecha: es para aquel lugar normal. De frente, a lo lejos, recostada en la ladera de una colina, una aldea, una cúpula roja, una iglesia con dos torres gemelas destacando de las demás: es Caná de Galilea, donde nos dirigimos los peregrinos.
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1 comentario:
hola!muy lindo su blog sobre Israel. Debe ser hermoso caminar en la tierra donde caminó nuestro Salvador Jesucristo, hermoso debe ser oler el aire salino cercano al Mar Muerto. Bendiciones!
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