“Aconteció, pues, en los días aquellos que salió un edicto de Cesar Augusto para que se empadronase todo el mundo. Fue este empadronamiento primero que el del gobernador de Siria Cirino. E iban todos a empadronarse, cada uno en su ciudad. José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y de la familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba en cinta . Estando allí, se cumplieron los días de su parto, y dio a luz a su hijo primogénito, y le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, por no haber sitio para ellos en el mesón. Había en la región unos pastores que moraban en el campo y estaban velando las vigilias de la noche sobre su rebaño. Se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió con su luz, y quedaron sobrecogidos de temor. Díjoles el ángel: No temáis, os anuncio una gran alegría, que es para todo el pueblo: Os ha nacido hoy un Salvador, que es el Cristo Señor, en la ciudad de David. Esto tendréis por señal: encontraréis al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre, al instante se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo : “Gloría a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad” . Así que los
ángeles se fueron al cielo, se dijeron los pastores unos a otros :Vamos a Belén a ver esto que el Señor nos ha anunciado. Fueron con presteza y encontraron a María, a José y al Niño acostado en un pesebre, y viéndole, contaron lo que se les había dicho acerca del Niño. Y cuantos los oían se maravillaban de lo que les decían los pastores”. San Lucas 2,1-18 ).
“Nacido , pues, Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, llegaron de Oriente a Jerusalén unos magos, diciendo : ¿ Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer ? Porque hemos visto su estrella al oriente y venimos a adorarle. Al oír esto el rey Herodes se turbó, y con él todo Jerusalén, y reuniendo a todos los príncipes de los sacerdotes y a los escribas del pueblo, les preguntó donde había de nacer el Mesías. Ellos contestaron :En Belén de Judá, pues así está escrito por el profeta : “ Y tú, Belén , tierra de Judá, no eres ciertamente la más pequeña entre los príncipes de Judá, porque de ti saldrá un jefe que apacentará a mi pueblo, Israel .“Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, les interrogó cuidadosamente sobre el tiempo de aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, les dijo : Id e informaos sobre ese niño, y cuando le halléis, comunicádmelo, para que vaya yo también a adorarle. Después de oír al rey , se fueron, y la estrella que vieron en Oriente les precedía, hasta que llegada encima del lugar en que esta el niño, se detuvo. Al ver la estrella sintieron grandísimo gozo, y entrados en la casa, vieron al niño con María, su madre, y de hinojos le adoraron, y abriendo sus alforja, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra. Advertidos en sueños de no volver a Herodes, se tornaron a su tierra por otro camino”. San Mateo 2,1-12 ).
BELEN AYER Y HOY
En el camino hacia Belén, pasamos por las calles de barrios periféricos de Jerusalén. Casas, solares con pinos y hierbas, jardines...Cuando llegamos a un cerro, dice el guía: ésta es la universidad hebrea de Jerusalén. Belén esta a siete kilómetros de Jerusalén. En la carretera, como a un kilómetro, antes de Belén, un control de la policía. Son unos policías que visten un uniforme gris azulado. Son policías palestinos . Belén está bajo su control. El autobús se para, los palestinos hablan con el conductor, y seguimos el viaje.
Desde el autobús, a la derecha, en una loma o colina, vemos a Belén. Los campos del entorno, en septiembre, que es cuando realizamos la peregrinación, estaban sin cultivar. Hierbas secas, pocos árboles, muchas rocas.
Desde esta perspectiva, Belén me pareció un pueblo grande, extendido a lo largo de una loma, no diferente a otros poblados judíos. De frente, un monte de forma cónica, solitario, destacando del entorno en el horizonte a unos diez kilómetros: es el Herodium, un monte de unos cien metros de altura, donde el rey Herodes construyó su palacio fortaleza. Allí está enterrado, aunque su tumba todavía no se ha encontrado, a pesar de las muchas excavaciones realizadas.
Nuestra primera parada fue en la aldea de Bent Sahur, en el Campo de los Pastores. Son tierras humildes, tierras calizas con olivos, pinos y cipreses; tierras apropiadas para que surjan cuevas en sus entrañas. En estas tierras, la moabita Rut, espigaba en los campos de trigo. Aquí velaban los pastores sus rebaños cuando se le apareció el ángel y les comunicó la gran noticia: os ha nacido hoy un Salvador, que es el Cristo Señor, en la ciudad de David. Estábamos en los lugares donde sucedieron acontecimientos tan importantes para la humanidad. Imagino aquellos hechos, pero la viveza y plasticidad de la imaginación comparada con la realidad es muy pobre. No obstante, ¡ qué alegría, qué privilegio, estar en aquel lugar, en aquel entorno que no sería muy diferente al que contemplaron los pastores !
GRUTA DE LOS PASTORES
BELÉN: REFERENCIA BÍBLICAS
A la entrada del recinto del Campo de los Pastores un letrero dice: Campo Dei Patori PP Franciscani. No hay duda sobre quien atiende estos lugares. Allí visitamos dos grutas y una iglesia. La primera gruta es pequeña. A la entrada hay una inscripción que dice: Gloria in excelsis Deo et in terra pax hominibus bonae voluntatis. Se baja a ella por unas escaleras. En la gruta hay un altar y una columna. Los peregrinos bajamos a contemplarla, no porque fuera una gruta importante en cuanto a su configuración física, sino porque allí se refugiaban aquellos pastores de Belén las noches frías y lluviosas.
La segunda gruta es mucho más amplia, está a nivel del suelo, bajo un montículo. Es una gruta natural con bancos para que se sienten los peregrinos. Tiene luz eléctrica en el techo, altar y poco más; es una gruta humilde pero grandiosa porque es el lugar donde los ángeles anunciaron a los pastores el nacimiento de Jesús. A la entrada, un letrero dice: S. Mons Sión in Jerusalén Allí celebramos la Eucaristía con mucha emoción, conscientes del lugar en que nos encontrábamos. Si fuera posible el regreso al pasado escucharíamos las palabras del ángel a los pastores y como ellos viviríamos aquella experiencia de privilegio, pero ya no era poco estar allí, por eso estaba contento y alegre. Y daba gracias al Señor por haberme concedido estar allí. En las peticiones, públicamente, pido que nuestras vidas renazcan a una vida nueva a la medida del mensaje de Jesús, que quede atrás enterrada la vida vieja en cuanto se hubiese apartado del Evangelio; pido al niño Dios que nació en Belén ayuda para conseguir este objetivo
Cantamos villancicos:
Adeste Fideles.
Oh luz de Dios.
Campana sobre campana.
El Tamborilero
“El camino que lleva a Belén baja hasta el valle de los pastores.
Los peregrinos quieren ver a su Rey
le traen regalos en su humilde zurrón.
Ha nacido en un portal de Belén, el niño Dios.
Yo quisiera poner a tus pies algún presente que te agrade, Señor.
Mas Tú ya sabes que soy pobre también, y no poseo más que un viejo corazón.
En tu honor frente al portal cantaré con mucha ilusión.
El camino que lleva a Belén lo voy marcando con gran emoción.
Nada mejor hay que te pueda ofrecer que el amor de mi viejo corazón.
Cuando Dios me vio cantando ante El, me sonrió.”
Besamos el niño Dios, allí en la Gruta de los Pastores, cantando, con gran emoción, villancicos
Terminada la Eucaristía, una de las peregrinas chilenas lloró de alegría y emoción, porque allí en la Gruta de los Pastores, en un cuadro, encontró a la virgen patrona de su tierra, a la que, antes de realizar el viaje, había implorado con mucha fe que le pusiera todos los obstáculos del mundo o le diera toda clase de facilidades si le convenía hacer o no aquella peregrinación. Le parecía un milagro el encuentro con su virgen allí. Ella no se lo esperaba. Llevaba una estampa con su imagen en la cartera. A todos la enseñaba, a todos los peregrinos llorando abrazaba; lloraba con tanta emoción que contagiaba; besaba al guía… ¡Cuánta emoción ! ¡ Cuánta alegría irradiaba! IGLESIA DEL CAMPO DE LOS PASTORES
Casi encima de la gruta, está la iglesia del Campo de los Pastores. Recuerda la aparición de los ángeles a los pastores y el canto del “ Gloria a Dios en las alturas”. Imita a una tienda de pastores nómadas. Costeada por los canadienses, fue construida por el arquitecto italiano Antonio Barluzzi, como casi todas las de Tierra Santa, en el año 1953. En su interior, hay muchos frescos que recuerdan los acontecimientos de aquella noche: un ángel que anuncia el nacimiento de Jesús a los pastores, el nacimiento de Jesús en la cueva, rodeado de animales y pastores que tocan la flauta o adoran al niño Dios. Allí un fraile franciscano, vestido de hábito, con gafas, pelo largo, larga barba canosa, humilde, más bien gordo, de unos 45 años de edad, con aspecto de patriarca, a petición del guía, cantó para nosotros villancicos: Salve Regina...¡ Qué bien cantaba este fraile ! Parecía una estrella de la ópera. Todos le aplaudimos sinceramente: lo merecía por lo bien que lo había hecho y por haber cantado para nosotros.
Desde este lugar, a unos tres kilómetros, se contempla Belén con sus campanarios y minaretes. El panorama, desde aquí , es diferente al anterior. El autobús se pone en marcha. El guía, micrófono en mano, comenta: peregrinación es recorrer la geografía por aquellos lugares donde Dios se había manifestado de modo especial. Pero la peregrinación auténtica es la que se realiza en el corazón de cada peregrino. Geográficamente, digamos, que hoy termina, estamos terminando la peregrinación, pero de alguna manera empieza ahora esa otra peregrinación que es la del corazón, que es una llamada fuerte y urgente a la conversión que es lo que importa, una llamada a abrirnos a un nuevo estilo de pensar, de sentir y de vivir, que es lo que importa. Si recordamos la maqueta que el otro día hemos visto de Jerusalén en tiempo de Jesús, nos damos cuenta de que Herodes tenía un gran palacio, Pilatos tenía un gran palacio, los judíos tenían un gran templo; Jesús, una cueva y tenía todo, toda la creación. Son los contrastes que no entran en nuestra mente, en nuestro raciocinio y en nuestra lógica. Dios es así. Se le acepta o no se le acepta, así es la fe. Aunque la razón tiene que ayudar a la fe, como es lógico, pero llega un momento en que tenemos o no tenemos fe. Fe no es cerrar los ojos y se acabó, fe es decir como San Pablo: fiarnos de Dios. Pero ¿quién se fía de usted? Ahí está el problema. Unos se han fiado y han cambiado de vida; otros no se han fiado y no han cambiado de vida. En dos grutas, comienza el gran acontecimiento de la humanidad. En la gruta de Nazaret, allí estaba aquella niña, aquella jovencita que acepta y dice: hágase en mí según tu palabra. En otra gruta, en Belén, nació el Hijo de Dios. Por eso, entrar en Belén es entrar en la nueva historia de la humanidad, es entrar en la historia de la salvación, es entrar en una nueva vida. Todo esto, teóricamente, fácilmente lo decimos. El desafío está en entrar desde el corazón, si queréis con palabras más sencillas, porque Dios es mucho más sencillo que nosotros, dejarnos amar, dejarnos querer, lo que en tantas ocasiones yo os he repetido a través de la peregrinación. Si la obra es de Dios, si no es tuya, tu no te has creado, nos ha creado Dios, la tarea es de Dios; nuestra tarea es dejarnos querer, pero para dejarnos querer, tenemos que superar los egoísmos, tenemos que superar los caprichos, tenemos que superar esas barreras del ambiente, de mentalidad, de moda, todo eso que sabemos... Entremos en Navidad. Pensar que Dios pudo nacer de muchas maneras, sin embargo, nació en medio de una familia. Vamos nosotros a valorar a la familia, hoy que está tan desprestigiada, que no tiene valor, que no cuenta, que no es noticia para la prensa ni para la televisión. La familia no cuenta, lo que cuenta es el interés y capricho de cada persona: si te va bien, vives en familia, si no te va bien, pues, la abandonas y a vivir tu vida que es lo que cuenta. Jesús nace en familia, vive treinta años de su corta vida en aquellas cuevas, en aquellos montes perdidos de Nazaret, pero vive en familia. Después, los tres años de vida pública.... Valoremos la familia. No hace falta subrayar más.
Otra realidad profunda: valoremos a cada persona. Dios se hizo hombre, se hizo uno de nosotros, consagró la humanidad. Valoremos a todos: guapos, feos: como sean.
La primera lectura que hemos escuchado de San Pablo es desalentadora. Es curioso, para cambiar al mundo, uno elegiría los mejores técnicos, los mejores pensadores, lo mejor de todo; para cambiar al mundo Jesús, elige a los más insignificantes, a los más condenados. No sé, no lo entiendo, no sé si vosotros lo entendéis. Pero Dios, este es el hecho, actúa así. Pues, dejemos que Dios actúe así, porque al fin y al cabo Él es el autor de la historia, es el autor de la salvación. Y todo esto hay que vivirlo y entrar en el misterio,con alegría, con gozo. El ángel vino a dar gloria a Dios, a dar vida a la vida; el ángel que nos invita a vivir en esa paz interior...Por eso, venir a Belén es llenarnos de alegría, de esperanza, de gozo, es más, yo diría llenarnos de esa fuerza que tenemos, para luego afrontar la vida, afrontar ese entorno que puede ser duro y difícil, pero que a la vez puede ser fácil, si dejamos actuar al Señor.
Desde Belén, tiene que nacer en nosotros esa sencillez, esa humildad, esa alegría y esa paz interior, y todo esto comunicarlo como hicieron los pastores que no se quedaron en estas cuevas, se lo creyeron, salieron corriendo, lo anunciaron...Vamos a guardar un poco de silencio, porque , a veces, los silencios...
Belén, a 777 m sobre el nivel del mar, llamada originariamente Efrata, es la patria de Rut, de Jesé, padre de David, del rey David y de Jesús . Allí los pastores y Reyes Magos adoraron a Jesús; allí tuvo lugar la matanza de los inocentes y desde allí huyó la Sagrada Familia a Egipto. En tiempos de Jesús, era un pueblo humilde. Solamente, importante por su historia y por sus promesas. Hoy, tiene unos 40.000 habitantes, la mayoría hábiles artesanos, árabes musulmanes o cristianos.
BASÍLICA DE LA NATIVIDAD
En autobús subimos hasta la plaza de Belén que es grande, espaciosa y despejada. Aparcamos en el centro de la plaza donde había también otros muchos autobuses de peregrinos, procedentes de muchas naciones cristianas, además de coches particulares. A la derecha, esta situado el Ayuntamiento de Belén y la mezquita con su alto minarete; a la izquierda, la Basílica de la Navidad que parece una fortaleza, edificada sobre la cueva en que nació Jesús.
COLUMNAS DE LA BASÍLICA
La iglesia franciscana de Santa Catalina, construida en 1881, la casa de ejercicios y la Cruz Universal o de Jerusalén; al frente, casas con sopórtales, comercios, librerías, bares...; a la espalda, la comisaría de policía palestina.
ENTRADA A LA BASÍLICA
Peregrinos de diferentes nacionalidades van y vienen por esta plaza; entran y salen de la Basílica de la Navidad. 2.000 años después del nacimiento de Jesús, el acontecimiento está vivo en la mente de muchos creyentes.
La gruta en que nació Jesús fue objeto de veneración por los judeo-cristianos desde los primeros años. Para paganizar aquel lugar y borrar todo vestigio cristiano, en el año 135, el emperador Adriano plantó un bosque en honor de Adonis, amante de Venus. Este hecho sirvió para identificar la verdadera gruta. En el siglo IV Constantino y su madre, la emperatriz Elena, construyeron una basílica en Belén, sobre la gruta donde nació Jesús que fue destruida por los samaritanos en guerra con Bizancio, en el año 527. En el 540, sobre los restos de esta basílica, el emperador Justiniano construyó la actual basílica que es la más antigua de Tierra Santa: 1400 años desde su construcción. Esta basílica se libró de cuatro destrucciones: la de los persas, en el año 614, que no la arrasaron al contemplar en el altar la escena de la adoración de los Reyes Magos, vestidos con trajes persas; la del califa Omar, que la respetó en el año 635, porque allí Miryan dio a luz a Issa-Jesús; la de Al-Hakin, en 1010 y la de Baibars de 1263, porque según la leyenda, una serpiente resquebrajó temporalmente los mármoles que él codiciaba.
Exteriormente, es una fortaleza que tuvo tres amplias puertas de entrada. Dos fueron tapiadas y la tercera reducida para impedir que los soldados musulmanes entraran allí con sus bueyes, caballos y camellos. Esta puerta, llamada de la humildad, está colocada entre dos monolitos verticales y uno horizontal y tiene 1,34 m de alto por 0,80 m de ancho. Es, pues, baja y estrecha. Los peregrinos, agachados, entramos en la Basílica que tiene 50 m de largo por 30 de ancho y cinco naves separadas por cuatro filas de columnas, envejecidas por el tiempo, de una sola pieza de seis metros de altura. El techo está sostenido por grandes vigas de cedro, procedentes del Líbano. Por todas partes, cuelgan lámparas bizantinas. Todo es muy antiguo: columnas, baldosas, edificio en general: 14000 años de vida son muchos años. Si estas columnas, si estos azulejos, desenterraran lo que guardan en su memoria, escucharíamos las peticiones que allí hicieron gentes de toda edad, condición y geografía, el porqué de su estancia allí. Conoceríamos sus costumbres, la escala de sus valores, su estatus social: humildes guerreros y peregrinos unos; reyes, príncipes de la iglesia, capitanes, otros; musulmanes, judíos y católicos, estos; ateos, agnósticos, aquellos..., pero, sobre todo, conoceríamos la fe, las profundas creencias de los que dieron su vida por el Evangelio.
GRUTA DEL NACIMIENTO
Muchos peregrinos esperaban haciendo cola para entrar en la Gruta del Nacimiento. El guía decide que debemos visitar primero la iglesia parroquial de Santa Catalina de los padres franciscanos. Más tarde, tal vez, la afluencia de peregrinos fuera menor. Pasamos por otras grutas que comunican con la del nacimiento. En ellas, hay altares dedicados a San José, Santos Inocentes, San Gerónimo...Desde la Iglesia de Santa Catalina, se retransmite todos los años la Misa del Gallo de Navidad. Los ortodoxos, que custodian la Basílica, no permiten la retransmisión desde allí. Delante de esta iglesia, hay un claustro del tiempo de los cruzados.
Regresamos nuevamente a la Basílica. No había tantos peregrinos, aún así, tuvimos que esperar bastante tiempo a que nos tocara el turno. Bajamos por unas escaleras estrechas y muy verticales, apoyándonos en las paredes para no caer. Estábamos delante de la Gruta del Nacimiento, debajo del altar central de la Basílica. Es una gruta natural de piedra caliza, la piedra de esta tierra, de 12 m. de largo por 3 de ancho. Una inscripción dice :” Hic de Virgine Maria Jesus Christus natus est”. Muchas lámparas, según el estilo ortodoxo, ornamentan el recinto. Una estrella grande de plata, regalo de España, está en el lugar donde tuvo lugar el parto de María. Yo me sitúo en un lado de la gruta y contemplo desde allí el paso de los peregrinos que, uno a uno, postrados de rodillas, besan la estrella y tocan la roca donde nació el Señor. Allí, ¡oh designios del Señor! en aquel humilde lugar, en una cueva usada como establo, en un pesebre, Dios se hace hombre y nace como el más pobre de entre los pobres. Él, que es rey del mundo, Él, que es creador de todo el universo, Él, que todo lo posee. Allí, la Virgen, ella sola, sin ayuda de nadie, da a luz a su hijo, le envuelve en pañales y le acuesta en un pesebre. Allí unos pastores, seres despreciables en aquella época, son los primeros en visitarle, en adorarle, porque el ángel les había anunciado a ellos, no a gente importante, la gran noticia: os ha nacido hoy un Salvador. ¡ Cómo entender este misterio, si no es desde la fe!
Los pastores salen con presteza a ver al niño, y viéndole, lo contaron a todos. Hemos visto su estrella en oriente, dicen los magos, y venimos a adorarle, y abriendo sus alforjas le ofrecieron oro, incienso y mirra.
Concentrado, con toda la fe y convicción de que soy capaz, desde lo más profundo de mi corazón, en aquel lugar sagrado, hablando en lo íntimo con el Señor, le digo: Señor, que nazca hoy en mi corazón, con fuerza juvenil, una nueva vida, una vida acorde con tus enseñanzas, una vida que necesariamente tiene que estar basada en tu ley del amor, un nuevo estilo de pensar, un nuevo estilo de sentir y vivir.
Al besar aquella estrella, al tocar aquella roca, al frotar ambas con mi pañuelo, ¡podré explicar lo que sentí y lo que quisiera sentir ! Corta es mi capacidad literaria para lograr tal empeño, pero aunque fuera mucho mayor, me quedaría muy lejos de la realidad. ¡Estaba postrado de rodillas en el lugar donde nació Jesús, donde la Virgen María dio a luz, donde los pastores de Belén y los Reyes Magos adoraron al Niño Dios! ¿Puede un cristiano visitar un lugar como este en todo el mundo? ¿ Acaso no es un privilegio del Señor estar físicamente presente donde Él, como hombre, vino a este mundo? Pues yo, pobre y humilde peregrino, fascinado, anonadado, asombrado, transformado, estaba allí, viendo, pisando aquel lugar sagrado. ¡Cómo corres tiempo, cuando debieras estar parado! Había que partir. Mirando a la escalera y a la vez a la estrella, alargando todo lo posible aquel limitado tiempo, doy el último paso, la última mirada, antes de abandonarlo definitivamente. Ya no se veía la estrella, ya no se veía el lugar, ya me alejaba del sitio donde Él nació.
Nuevamente, entramos en la Basílica de Belén para sacar fotografías y filmar con la cámara de vídeo. Me impresionan aquellos frailes ortodoxos que atienden la Basílica, con sus sotanas negras, su pelo y barbas largas, encanecidas, el color de su piel, su mirada profunda, su aparente indiferencia, sus cantos y sus rezos, las lámparas colgadas del techo...
Unos peregrinos salían por aquella estrecha puerta, otros entraban. El movimiento era continuo. En la plaza, delante de la fortaleza Basílica, un grupo de peregrinos; Amadeo, Laura, padre Emérito e Ismael, conversan alegres y distendidos. Peregrinos de raza negra salen de la Basílica. Allí convergen peregrinos de todo el mundo, todos con algo en común: la creencia en el Señor Jesús que nació en aquella cueva de Belén.
La plaza está muy animada: Coches, autobuses, gentes de distintas razas y naciones se disputan el espacio. Un soldado palestino, dirige el tráfico y nos recuerda con ello que estamos en tierras de mucha tensión; unas mujeres árabes vestidas con el traje tradicional palestino conversan en una esquina de la plaza; unos humildes y simpáticos niños palestinos desean que les saque una fotografía.
Laura y Amadeo visitan las tiendas de la plaza. Yo también me animo. Entro en una; en otra, en otra... Finalmente, compro un libro titulado “LA TIERRA SANTA, que con muchas fotografías y poco texto da una visión rápida de esta tierra.
MAUSOLEO DE RAQUEL
Los peregrinos suben al autocar que, lentamente, corre por las calles de Belén. Ya, en las afueras de la ciudad, contemplamos el mausoleo de Raquel, esposa preferida de Jacob, madre de José y Benjamín, que murió allí al dar a luz a Benjamín. Éste es un lugar venerado por musulmanes, judíos y cristianos y por las mujeres embarazadas que acuden allí a pedir un feliz alumbramiento.
TARDE DE COMPRAS EN JERUSALEN
Fuimos en autocar hasta la Puerta de Damasco. Bajamos unas escaleras donde sacamos fotografías. Había mucha gente. Hablan muy alto. Venden de todo: frutas diversas, patatas fritas, bocadillos que hacen en el acto, salsas, bebidas, regalos, ropa, calzado… ¡ Qué barullo, qué griterío, qué cantidad de gentes! Casi no se puede andar, te aprietan por todas partes. La calle es estrecha. Las tiendas están a ambos lados. Las mercancías están dentro y fuera de las tiendas, en la calle. En aquel barullo te da miedo perder al grupo. Los comerciantes te invitan a pasar a la tienda para que compres. Dicen que si no compras no hay problema. Regatean, insisten, hasta te invitan a tomar un refresco para negociar. La palabra dada hay que cumplirla. Hay gentes de muchas naciones, razas y creencias. Nos dicen que si somos italianos. No, españoles, contestamos. Uno dice: viva España; otros, ola, ola. Algunos entienden el español, al menos, las palabras más esenciales para su negocio de vender. Alguno incluso lo habla perfectamente.
LITÓSTROTOS
Nos dirigimos a la Vía Dolorosa para visitar el “Litóstrotos”, que se encuentra donde estaba la Fortaleza Antonia, hoy convento de las Hermanas de Sión. La Fortaleza, Torre Antonia fue construida por Herodes el Grande en el año 36 a. J. C. , en honor de su amigo Marco Antonio. Esta fortaleza fue destruida por Tito en el año 70 d. J. C. La parte oeste de la fortaleza era una plaza pavimentada” Litóstrotos”, usada por los legionarios para entretenerse y dedicarse a diversos juegos. En las piedras, vimos los vestigios que todavía quedan de los juegos a que se dedicaban los soldados romanos, entre ellos, en la Piedra Basilinda, el llamado “Juego del Rey”. Aquí, según la tradición, estaba el Lugar del Juicio ( Pretorio), donde Pilato sentencio a Jesús.
Me impresionó contemplar y pisar aquellas enormes piedras, rojizas, pulidas, resbaladizas, quizá por el desgaste ocasionado por el ir y venir de los soldados y caballos durante muchos años. Las piedras son enormes, de hasta 2 metros de largo. Tienen canales y estrías para conducir el agua de lluvia y para que no resbalaran los caballos.
Jesús pisó este empedrado flagelado, coronado de espinas, sangrando a chorros, cubierto con un trapo en son de burla y con una caña en sus manos. Era este lugar, lugar de dolor y sufrimiento de Jesús, del rey del mundo, del que no tenía pecado, del que sufría por salvar a los mismos que le azotaban, se mofaban y burlaban de Él. ¡ Cuánto nos amaba! ¡ Cómo entender esto con criterios humanos!. ¿ Quién podría no impresionarse allí? ¿ Quién podría no sentir dolor y sufrimiento, donde tanto sufrió Jesús por nosotros, por ti y por mí? En este lugar de dolor, Señor, te pido perdón y misericordia por que yo también te hice sufrir con mis faltas y pecados.
Bajamos por unas escaleras o andamios de madera hasta una grande y profunda cisterna abovedada, construida con grandes piedras erosionadas por el paso del tiempo. Es la cisterna llamada “Struthión”, la cigüeña, de la época de Herodes, construida para abastecer de agua a la Torre Antonia. Contenía bastante agua. Allí se sentía fresco, humedad y hasta parecía que faltaba la respiración. Con cierto alivio dejamos el lugar y subimos a la superficie.
A continuación, de tiendas. Después de deambular dos horas por aquellas estrechas calles, aunque por esta zona había menos gente, cansados y rendidos, decidimos regresar a la Basílica. A las 6, había misa en la capilla católica del Santo Sepulcro. Yo decido oír allí misa.
Todavía tengo tiempo para visitar, nuevamente el Santo Sepulcro y el Calvario. Había poca gente, pues era tarde y a punto de cerrar la Basílica. Con el pañuelo froto la losa del Santo Sepulcro y el Calvario. Antes lo había hecho en la Basílica de la Agonía o de la Naciones y en la de la Natividad de Belén. Este es un pañuelo sagrado, estuvo en contacto con los lugares más sagrados del cristianismo. Tengo que conservarlo como una reliquia muy querida. Quisiera que me acompañara en mi último viaje.
Siento un gran fervor religioso. Si aquí no lo sintiese, ¿ dónde iba a ser? Tengo la impresión de que esta visión, este contacto con estos santos lugares, pudiera ser, para mí, la última. Por eso me cuesta despedirme. Por eso intento prolongar el tiempo con una última mirada desde el último rincón visible.
En el Calvario, sentado en un banco, solitario, encuentro al padre Emérito en profunda meditación. Esto a mi me ayudó mucho y me agradó. Veía un hombre de fe que predicaba con el ejemplo, que hacía más creíble lo que decía, que, por eso, me arrastraba con más convicción a donde quería yo llegar. Un hecho así, me causó más efecto espiritual que todas las predicaciones realizadas en los días precedentes. Por eso, íntimamente le quedé agradecido.
Estamos en la última noche de nuestra peregrinación. Mañana domingo volveremos a España. Por este motivo, cenamos en la terraza. La temperatura es muy agradable. El jardín iluminado. La conversación amena. Buen humor y hermandad en los peregrinos. El panorama de la ciudad, iluminada, evocaba los recuerdos vividos en estos intensos días de peregrinación. Sentimientos de alegría y nostalgia conviven a la vez. En todo caso, me siento afortunado por haber podido realizar el viaje. Ha sido el viaje que más me ha impactado de todos los que he hecho en mi vida.
REFLEXION CONJUNTA SOBRE EL VIAJE
En la sala de reuniones del hotel, nos reunimos los peregrinos dirigidos por el guía. El objetivo era que cada peregrino manifestara libremente que hecho de la peregrinación le había impresionado más. Nos sentamos entorno a una mesa ovalada, larga, con capacidad para más de 40 personas. A la reunión, asistimos casi todos los peregrinos.
El guía dice que sólo quiere saber, y que el grupo sepa también, lo que más le ha impresionado de la peregrinación. Existen diversidad de opiniones. Cuando se inicia la puesta en común, la mayoría dice, que fue el lago, por su autenticidad, porque eso mismo es lo que vio Jesús, porque ni el lago, ni el entorno, han cambiado. La paz y tranquilidad, cuando en el lago paró el barco y en completo silencio se realizó la meditación. Cuando otro barco se acercaba a nosotros como si en él viniera Jesús o caminara sobre las olas, fascinó a muchos peregrinos. Amadeo dice que a él lo que más le impresionó fue el sentido espiritual que el guía dio a la peregrinación y el hecho de haber matizado, puntualizado, concretado y profundizado en lo que había visto en la primera visita realizada a Tierra Santa hace 6 años, con el padre Sala. Laura manifiesta que le impresionó muchísimo la visita a la cripta de la basílica de la Anunciación en Nazaret, porque allí, una niña de 14 o 15 años, sabiendo lo que se le venia encima, acepto ser madre de Jesús. Al hacer este comentario, difícilmente pudo contener las lágrimas. Yo, Antonio Blanco, dije que me resulta difícil decir que cosa me impresionó más, porque me impresionó todo, pero si he de destacar especialmente algo, este algo fue el Vía Crucis, el Calvario y el Santo Sepulcro, pero sobre todo, el Vía Crucis. La indiferencia de la gente que pasaba por la calle, los comercios abiertos, la vida normal de cualquier día, en una calle comercial, mientras nosotros, los peregrinos, nos abríamos paso en medio del gentío, y con nuestros rezos y cantos, con la cruz al hombro, manifestábamos nuestro testimonio de fe y creencia en Jesús, con fuerza y decisión, en aquel entorno que nos ignoraba, me impactó fuertemente, quizá por ser la primera vez, en mi vida que realizaba un Vía Crucis tan especial. El guía nos había alertado de estas cosas, pero vivir aquella experiencia, era infinitamente superior a cualquier explicación teórica.
Estar en el Calvario, donde Jesús fue crucificado; visitar el Santo Sepulcro, donde su cuerpo fue depositado, fue para mí una oportunidad única y un gran privilegio. Quería que los sentimientos y emociones que experimentaba me acompañaran continuamente. Contemplando estos lugares, para mi, en ese momento, la vida tenía otro sentido; intuía que me encontraba más cerca de la verdad, de lo auténtico, de lo que realmente importa. Otros peregrinos, también manifiestan que el Vía Crucis fue lo que más le impactó, especialmente las farmacéuticas. Algunos se refieren a los espacios abiertos del desierto o cerrados de las cuevas de Belén, Campo de los Pastores, la travesía del desierto de la Virgen cuando fue a visitar a su prima Santa Isabel. El médico del grupo destacó la solidaridad y espíritu de ayuda entre los peregrinos del grupo. El peregrino uruguayo destacó la ayuda que le habían prestado. Recitó una poesía alusiva al acto, manifestó algo que no entendí muy bien, “ la experiencia era como un peine para un calvo”, que las zapatillas que calzaba cuando llegase a su casa las quemaría, pues, habían pisado tierra sagrada y no podían quedar de cualquier manera. A Pablo, el peregrino de Guadalajara, le dijo que nosotros no somos pecadores, que cada uno era pecador. Otro peregrino, entrado en años, acompañado de su sobrino, dijo que la ilusión de su vida, durante muchos años, había sido realizar esta peregrinación; y con mucha emoción, con las lágrimas en los ojos, manifestó que ya podía morir tranquilo, después de haber pisado la tierra del Maestro.
El guía dice que el comportamiento del grupo le había impresionado, que al principio, en la presentación, pensó que, dada la diversidad del grupo, podía haber problemas. Otros grupos, sobre todo cuando los organizan las parroquias, pueden ser más homogéneos. Pero que cada día, por la noche, daba gracias a Dios porque veía que el grupo respondía, que iba penetrando en el mensaje. El padre Ismael manifestó que en su vida había realizado muchos ejercicios espirituales, pero el mejor de todos había sido esta peregrinación. La joven que venia para decidirse si cruzaba o no el lago ( hacerse monja o no), que la peregrinación le ayudó a cruzarlo. Yo, oyendo la profundidad y convicción de la contestación de los compañeros peregrinos, me admiraba de sus valores espirituales, y de los nuevos horizontes que me abrían a mí.
Terminada la exposición subimos a la habitación. Había que preparar las maletas. Estaba previsto levantarse a las 5 de la mañana, las 4 en España, para iniciar el regreso. Por eso había que acostarse pronto. A las 5 suena el teléfono. Laura y yo estábamos ya levantados. Desayunamos. Eran los últimos instantes en el Hotel. El autocar espera en la puerta para conducirnos a el aeropuerto internacional Ben Gurión de Tel Aviv. En el hotel, se quedan las chilenas que viajarán por la tarde en vuelo de Iberia, el matrimonio de recién casados que continuarían su viaje por Jordania, también quedan en el hotel; la teresiana de Jaén se queda en Jerusalén otra semana con una amiga.
Bajan al autocar a despedirse, el matrimonio y 2 chilenas; la tercera, la de la Virgen en Belén, lo hace desde la ventana de la habitación. Se habían levantado a las 6 de la mañana, sólo para despedirse del grupo. El mensaje de la peregrinación había calado en nuestros corazones. Besos, abrazos, deseos de felicidad, deseos de volver a vernos algún día. ¡ Qué tristes son las despedidas! ¡Qué pronto está el espíritu para las buenas acciones ! ¡ Qué difícil volver a reunirnos las mismas gentes da varias regiones y naciones, algunos entrados en años! Era un adiós hasta la eternidad. Algo se rompía, se desgarraba en este adiós. ¡Todo es tan fugaz ! , como dice el poeta:
Pues si vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
acabado,
si juzgamos sabiamente
daremos lo no venido
por pasado.
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