miércoles, 26 de marzo de 2008

Muro de las Lamentaciones

MURO DE LAS LAMENTACIONES
MURO DE LAS LAMENTACIONES

Vamos a visitar el Muro de las Lamentaciones. Entramos por la puerta del Muladar, Estiércol, Inmundicias o de los Mogrebíes que así , indistintamente, se llama, porque por ella sacaban las basuras de la ciudad al estercolero del cercano valle de la Gehenna. Pasada la puerta, a nuestra derecha, una gran zona de excavaciones con grúas, zanjas profundas, pozos, escombros… Parecía una enorme cantera desolada donde, en otra época, estuvieron magníficos palacios. En estas excavaciones, quedaron al descubierto: muros, cimientos, columnas, sótanos de varios palacios, monedas de la época de los Macabeos, Herodes el Grande, romana, bizantina, árabe y cruzada que indican el dominio de Jerusalén por todas estos pueblos. Llama mi atención la profundidad de una excavación junto al Muro que estimo en no menos de 15 metros y que deja al descubierto los enormes bloques rectangulares de piedra con que estaba construido. Probablemente, el nivel más inferior, corresponde a la época de Salomón.

Estaba anocheciendo, cuando entramos en una plaza o explanada grande, espaciosa, enlosada con piedras grandes, junto al Muro. Este lugar sagrado, es el corazón del judaísmo, el cordón umbilical que une a los judíos de todo el mundo. El Muro no era parte del Templo. Hecho en tiempos de Herodes el Grande, era un muro de contención que sostenía el relleno destinado a ampliar la explanada del Templo. Ante él, durante 2000 años, el pueblo judío ha acudido allí, desde todas las partes del mundo, a llorar, rezar, suplicar a Dios para que le devuelva Jerusalén, el Templo, la vuelta a la tierra prometida. Las siete primeras hileras, de enormes bloques rectangulares, de piedra de color ocre dorado, colocados sin argamasa, son de la época herodiana; los dos tercios de la parte superior del muro se construyeron más tarde con piedras más pequeñas. En la explanada, de norte a sur, un muro de más de un metro la divide en dos partes. La que da al Muro es más pequeña. Ambas se comunican por los extremos por amplios espacios. La que da al Muro se divide en dos partes separadas por una valla. La de la derecha, mirando al Muro, es el recinto reservado a las mujeres; la de la izquierda, es para los hombres. Entramos por el pasadizo de la izquierda en el que hay una fuente para purificar las manos. Nos cubrimos la cabeza, en señal de respeto, con gorros de cartón que se encontraban disponibles a la entrada. Observamos todo aquello con curiosidad y respeto. Sobre todos, se distinguen unos judíos vestidos con traje negro, camisa blanca, cubierta la cabeza con el kipa o con grandes sombreros, grandes trenzas colgando de sus patillas: son los judíos ortodoxos llamados hassidin- los piadosos - procedentes de Polonia; son conservadores en su estilo de vida que se ajustan estrictamente a la letra de la Ley sin ningún tipo de concesiones.. Allí oraban judíos ancianos, maduros, jóvenes y niños: de todas las edades. Algunos arrimados al Muro leían la Biblia, la Torá, metían papelitos en los intersticios de las piedras del Muro, conteniendo oraciones y súplicas a Yahvé ; otros , en corros, danzaban cantando o rezando ; y otros , de pie, en voz alta, oraban moviendo la cabeza, los hombros, todo el cuerpo desde la cintura adelante y atrás. Era una oración con todo el cuerpo. Me impactó la fe de aquellos judíos, que permanecen fieles a sus creencias desde hace tanto tiempo. Las mujeres, en la parte derecha, separadas de los hombres por una valla, oraban con la cabeza descubierta y los hombros tapados con alguna prenda.

A la izquierda de la explanada, perpendicular al Muro hay un arco. Es el arco de Wilsón. Pasamos el arco y entramos en una estancia, sinagoga, ancha, amplia, abovedada, donde hay libros en estanterías y mesas y judíos leyendo o rezando con el mismo ritual que en la explanada. No les importaba ni inmutaba lo más mínimo nuestra presencia. Ellos, concentrados, estaban a lo suyo. Nuevamente me impactó aquella fe, aquella fidelidad a una creencia en un mundo tan secularizado como el de hoy.

MURO DE LAS LAMENTACIONES POR SEGUNDA VEZ
MURO DE LAS LAMENTACIONES

Por segunda vez, ésta muy de mañana, con sol radiante, entramos a la Jerusalén Antigua, por la Puerta de los Magrebíes. A nuestra izquierda, un grupo de judíos hassidin, vestidos de negro, sombrero negro, tirabuzones, camisa blanca, conversan tranquilamente. Un hombre alto y fuerte, rubio, barba blanca, gorro en forma de corona, vestido de azul y blanco, con ropas largas, toca el arpa. Junto al Muro, hay mucha gente: es un lugar de primera categoría para los judíos. Los judíos allí reunidos se lamentan porque tienen el Templo destruido y aspiran a construirlo. Se lamentan para que todos los judíos de la diáspora se reúnan en Jerusalén; suplican para que llegue el Mesías prometido: para los cristianos es Jesús que llegó hace 2000 años, pero para los judíos todavía no ha llegado. Hoy presenciamos el rito de la bisba que es el momento en que, los que cumplen 12 años, entran a formar parte de la comunidad de los adultos y, a partir de ese momento, ya se integra en los rezos y obligaciones de los adultos. Es una fiesta familiar. Los hombres de la familia llevan la Torá en procesión, cantando y rezando alguno de sus párrafos. Las mujeres no participan en este acontecimiento, están fuera, y desde allí le tiran caramelos…
Los peregrinos tenemos puesto el gorro: el sol cae abrasador. Una grúa hace un ruido atronador. Los judíos, junto al Muro, realizan sus ceremonias religiosas. Visten de forma diferente, túnica blanca, unos; túnica con rayas, otros; traje normal estos, traje negro aquellos, pero todos llevan la Kipá o el sombrero puestos en la cabeza . Pasean con la Torá sujeta al pecho. Los grupos familiares caminan en grupo, cantando o rezando, no se inmutan ante la presencia de los peregrinos que los observamos, filmamos o sacamos fotografías; no hay mujeres en la ceremonia; leen y rezan moviendo todo el cuerpo desde la cintura, especialmente la cabeza; en la mano y en el brazo, algunos, llevan una tira negra enroscada; los hassidin vestidos según sus reglas, rezan y se lamentan; en torno a una mesa con libros, un grupo familiar reza y canta. Otro grupo abre el cilindro en cuyo interior va la Torá y pasea cantando y rezando; un judío con su hijo pequeño reza junto al Muro; un anciano vestido de traje negro y sombrero grande negro, barba grande blanca, pasea apoyado en un bastón; otros de pie o sentados en sillas oran en el Muro. El Peregrino Pablo conversa con Amadeo y dice que le gusta lo que está viendo. Un murmullo general llena todo el espacio; pero cada uno atiende a lo suyo, indiferente a los demás. Tal es la estampa que contemplé en esta visita al Muro de los Lamentos.

martes, 25 de marzo de 2008

EIN KAREN. IGLESIA DE SAN jUAN Y VISITACIÓN

JERUSALEN



Antes de salir a visitar los lugares previstos, según el programa, repaso las notas que llevo sobre la ciudad. Las notas dicen: Jerusalén, a 800 metros sobre el nivel del mar, significa, “ciudad de la paz “, pero la realidad es que no existe otra ciudad que haya causado tantos conflictos armados. 3000 años a. J.C. se llamó Urasalim; Urashanem, 1000 años después; Salem, en tiempos de Josué. Para los musulmanes, es “El Quds”- la Santa -. Hacia el año 1000 a J.C., fue conquistada por el rey David que la hizo capital de su reino y allí trasladó el Arca de la Alianza. Salomón, hijo de David, construyó el primer Templo que destruyó Nabucodonosor, rey de Babilonia. Allí llevó cautivos a sus habitantes. En el año 538 a.J.C., Ciro, rey de los persas, permitió regresar a los judíos a Jerusalén y Ezra y Nehemias reconstruyeron el Templo y la ciudad. Herodes el Grande embelleció este segundo Templo, que fue el de la época de Jesús, y la ciudad. En el año 70 d. J.C. Tito destruyó el Templo y la ciudad, permaneciendo, únicamente, el Muro Occidental que actualmente se llama Muro de las Lamentaciones o de los Lamentos. Poco después, en otra revuelta, los judíos fueron derrotados y dispersados por todo el mundo. El emperador Adriano, en el año 135 d.J.C., la arrasó de tal forma que no quedó ningún vestigio hebreo ni cristiano, y edificó, sobre ella, una ciudad pagana que llamó Aelia Capitalina. En el año 326, Santa Elena, madre del emperador Constantino, comenzó la reconstrucción de Jerusalén y de Palestina, pero en el año 614, Cosroes II, rey de los persas, la arrasó aniquilando todo vestigio cristiano. En el año 632, el Califa Omar la conquistó y construyó una mezquita en el lugar donde había estado el Templo. En 1099, Godofredo de Bullón con los cruzados ocupó Jerusalén, pero Saladino, en el año 1187, expulsó a los cristianos. En el año 1526, Solimán II, reconstruye las actuales murallas. En 1917, los turcos se rinden a las tropas aliadas y Jerusalén con toda Palestina pasa a manos inglesas. En 1948, Inglaterra hizo de Palestina dos naciones: Israel y Transjordania, la actual Jordania. Con la retirada inglesa, estalló la guerra entre árabes y judíos. La O.N.U. salió garante de un armisticio que dejaba a los árabes la ciudad vieja y la nueva a los judíos. En 1967, estalla la guerra de los “ seis días “ y los judíos conquistan Jerusalén y toda Palestina. Actualmente los palestinos han logrado la autonomía de Jericó, que es su capital, y Gaza, y negocian la autonomía de Hebrón. Resumiendo, Jerusalén fue conquistada 36 veces por ejércitos extranjeros y destruida 10 veces. Hoy, Jerusalén es la ciudad santa de los fieles de las tres grandes religiones monoteístas: judíos, cristianos y musulmanes. Para los judíos, es la ciudad de David, la sede del Templo y del Muro de las Lamentaciones, además es el centro religioso del judaísmo del Antiguo Testamento. Para los cristianos, es el lugar de la pasión de Jesús, de su crucifixión, resurrección y ascensión a los cielos; centro de la Iglesia antigua, lugar donde está la Basílica del Santo Sepulcro con el Calvario y el Santo Sepulcro. Para los musulmanes, es “ El Quds”- La Santa-, la más importante ciudad del Islam, después de la Meca y Medina, lugar donde, según su religión, el profeta Mahoma subió a los cielos.

Las actual muralla fue construida entre 1520 y 1526 por el Sultán turco Soliman II. La muralla tiene 8 puertas, 7 abiertas y 1 tapiada: Puerta de San Esteban o de los Leones, Puerta de Herodes, Puerta de Damasco, Puerta Nueva, Puerta de Jaffa o de Hebrón, Puerta de Sión o de David, Puerta de Mogrovinos o del Estiércol, y Puerta Dorada que es la tapiada y que, según dicen, no se abrirá hasta el día del juicio final. La muralla y la ciudad de la época de David y Salomón tenían diferente trazado. La muralla y la ciudad de la época de Jesús era también diferente a la actual.

Al este de la ciudad, está el Monte de los Olivos y el Monte del Escándalo; al sudoeste el Monte Sión. En tiempos de Salomón, se llamó Monte Sión al lugar donde estaba el Templo. Este mismo nombre se utilizó para llamar a Jerusalén y a sus habitantes. Hoy, dentro de la muralla está el Monte Moriah, que luego fue el monte Sión y hoy es el lugar donde está la mezquita de Omar y donde antes estuvo el Templo. El Gólgota, Calvario o monte de la Calavera, en tiempo de Jesús, estaba fuera de la Muralla.

Hay que hacer especial mención a los siguientes lugares sagrados: Muro de los Lamentos, Explanada del Templo, las mezquitas de El-Aksa y de Omar, Torre Antonia y el Pretorio, Iglesia de Santa Ana, Piscina Betesda, Capilla de la Flagelación, Vía Dolorosa, Basílica del Santo Sepulcro, con el Calvario y el Santo Sepulcro; Cenáculo, Iglesia de la Dormición de la Virgen, San Pedro” In Gallicantu” , Tumba de David, El Litóstrotos y el Arco del “Ecce Homo”, Torrente Cedrón, Sepulcro de María, Getsemaní, “Dominus Flevit”, El “Pater Noster”, La Ascensión.

La Jerusalén actual tiene 560.000 habitantes. La mayoría judíos. Hay minorías cristianas, islámicas e ismaelitas. En todas las épocas del año, hay una constante corriente de peregrinos de todas las creencias. El peregrino enseguida se da cuenta de los contrastes de esta ciudad. Ciudad antigua amurallada y ciudad moderna que se extiende por colinas y vaguadas; religión judía, cristiana y musulmana; barrio cristiano, musulmán, judío, armenio: cada uno refleja un modo de ser, una cultura, unas costumbres, un modo de vivir diferente; edificios antiguos y modernos y algunos rascacielos; costumbres tradicionales y modernas...


EIN KAREM

PUEBLO E IGLESIA DE SAN JUAN EL BAUTISTA EN EIN KAREN

Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote de nombre Zacarias, del turno de Abías, cuya mujer, de la descendencia da Arón, se llamaba Isabel. Eran ambos justos en la presencia de Dios, e irreprensibles caminaban en los preceptos y observancias del Señor. No tenían Hijos, pues Isabel era estéril y los dos ya avanzados de edad. Apareciósele un ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verle se turbó Zacarias y el temor se apoderó de él. Díjole el ángel: No temas, Zacarias, porque tu plegaria ha sido escuchada, e Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, al que pondrás por nombre Juan. Será para ti gozo y regocijo, y todos se alegrarán en su nacimiento, porque será grande en la presencia del Señor…, y a muchos de los hijos de Israel convertirá al Señor su Dios, y caminará delante del Señor en el espíritu y el poder de Elías para reducir los corazones de los padres a los hijos, y los rebeldes a los sentimientos de los justos, a fin de preparar al Señor un pueblo bien dispuesto… Y después de algunos días, concibió Isabel, su mujer, que se ocultó durante cinco meses, diciendo: He aquí lo que ha hecho conmigo el Señor, acordando quitar a mi oprobio entre los hombres… Le llegó a Isabel el tiempo de dar a luz, y parió un hijo. ( San Lucas 1,5-7; 11-17; 24-25; 57 ).

Cuando éstos se hubieron ido comenzó Jesús a hablar de Juan a la muchedumbre: ¿ Qué habéis ido a ver al desierto ? ¿ Una caña agitada por el viento ? ¿ Qué habéis ido a ver ? ¿ A un hombre vestido muellemente ? Mas los que visten con molicie están en las moradas de los reyes. Pues ¿a qué habéis ido ? ¿ A ver un profeta ? Sí, yo os digo que más que a un profeta. Éste es de quien está escrito: He aquí que yo envío a mi mensajero delante de tu faz. Que preparará tus caminos delante de ti. En verdad os digo que entre los nacidos de mujer no ha parecido uno más grande que Juan el Bautista. ( San Marteo 11,7-11 ).

E Isabel, tu parienta, también ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de la que era estéril… En aquellos días, se puso María en camino y con presteza fue a la montaña, a una ciudad de Judea, y entró en casa de Zacarias y saludó a Isabel. Así que oyó Isabel el saludo de María, exultó el niño en su seno, e Isabel se llenó del Espíritu Santo. Y clamó con fuerte voz: ¡ Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿ De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque así que sonó la voz de tu salutación en mis oídos, exultó de gozo el niño en mi seno. Dichosa la que ha creído que se cumplirá lo que se le ha dicho de parte del Señor… María permaneció con ella como unos tres meses y se volvió a su casa. ( San Lucas 1,36-37; 39-45; 56).

Al terminar el almuerzo nos dirigimos, en autobús, a la localidad de Ein Karem, “ Fuente de la viña”. Cruzamos Jerusalén. Vimos sus barrios, sus casas, sus calles, en las colinas y riberas. Después de recorrer 7 kilómetros , al sudoeste de Jerusalén, llegamos a Ein Karem. Este pueblo, tradicionalmente, se le considera como la “ ciudad de Judea” relacionada con la vida de San Juan Bautista.

Ein Karem está situado en la falda de una montaña que tiene muchas terrazas con pinos, olivos, cipreses, eucaliptos, higueras, cactus… El autobús para en el inicio de una calle, de pendiente suave. Bajamos y caminamos en dirección a la Iglesia del Nacimiento de San Juan el Bautista. La gente, a nuestro paso, nos contempla con curiosidad. Para ellos, los peregrinos es algo habitual, pero también algo nuevo que, en cada peregrinación, merece su atención. Las casas son, en su mayoría, de una o dos plantas. En el centro del pueblo, la Iglesia del Nacimiento de San Juan Bautista, custodiada por padres franciscanos españoles y construida en 1885 sobre las ruinas de otras más antiguas. La primera del siglo V, en el lugar donde estuvo la casa en que nació y vivió San Juan Bautista. En esta Iglesia, hay cuadros de Ribera, Murillo, Ribalta…, por su vinculación con España. A la izquierda del altar, una escalera conduce a la gruta natural llamada Gruta del Benedictus, en cuya fachada se puede leer: BENEDICTUS DOMINUS DEUS ISRAEL, QUIA VISITAVIT, ET FECIT.

GRUTA DE LA IGLESIA DE SAN JUAN EL BAUTISTA


Esta gruta es una parte de la casa de Zacarías e Isabel, padres de Juan Bautista. Bajo el altar, una estrella de mármol señala el lugar donde nació San Juan Bautista, con la leyenda “ Aquí nació el Precursor del Señor”. En efecto, Juan es el profeta, el mensajero, el heraldo que viene delante del gran rey; el que, estando todavía en el seno de su madre, saltó de alegría , cuando María saludó a Isabel; el que decía de si mismo que no era la luz, pero si el testigo de la luz, la voz que clama en el desierto para preparar el camino al Señor y enderezar sus senderos; el que predica la conversión y la penitencia; el que bautiza simplemente con agua, pero anuncia que ya esta viniendo alguien que es más grande y fuerte que él; alguien a quién no merecía ni siquiera atarle las sandalias, que trae el verdadero bautismo en fuego y en Espíritu Santo; el que vivió en el desierto, hasta que se presentó a Israel, comiendo saltamontes y miel silvestre. Jesús dijo: En verdad os digo que entre los nacidos de mujer no ha parecido uno más grande que Juan. Papini hace su retrato físico:” Envuelto en una piel de camello, ceñido por un cinturón de cuero; alto, adusto, huesudo, quemado por el sol, peludo el pecho, la cabellera larga, cayéndole por las espaldas, la barba cubriéndole casi el rostro, dejaba asomar, bajo las cejas selvosas, dos pupilas relampagueantes e hirientes, cuando de la escondida boca brotaban las grandes palabras de maldición.

En la Iglesia de San Juan, los peregrinos, asistimos a la celebración de la Eucaristía. Mi hermano Amadeo, dice la misa y le acompañan el padre Emérito y el Padre Ismael. Se lee el Evangelio de San Lucas que más arriba he escrito. En la homilía el padre Emérito dice que lo importante, que hay que destacar aquí, es el mensaje: Juan, ante todo, es un profeta. En la comunión cantamos:

EL SEÑOR HIZO EN MI MARAVILLAS, GLORIA AL SEÑOR.
¡ Con qué fuerza y energía cantamos todos ! Es como si alguien nos transmitiera fuerza y vida y esa vida y esa fuerza se manifestara de una forma radical.

Yo me dispongo a filmar el canto que Zacarias hizo cuando se enteró que iba a ser padre y que en mosaicos, en varios idiomas, está escrito en el muro del patio. Amadeo dice que es un himno largo que trae el Evangelio de San Lucas al principio, y que la Iglesia le da mucha importancia. Zacarias, en su canto, profetiza la misión de su hijo.

“ Bendito sea el Señor, Dios de Israel
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por la boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos odian, realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abarran,
para concedernos que libres de tensión,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de los pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios
nos visitará el sol que nace de lo alto
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

He sentido una gran emoción al contemplar escrito en el muro este canto en tantos idiomas, cada uno con su caligrafía. Me pareció que aquello significaba el reconocimiento de la religión cristiana por muchas naciones y que era algo grande, algo magnífico.
IGLESIA DE LA VISITACIÓN

Después de cruzar la carretera, donde habíamos dejado el autobús, por un camino llano al principio, empedrado y empinado después, entre pinos, eucaliptos, cipreses, olivos, higueras y cactus, nos dirigimos a la Iglesia de la Visitación. Filmo el hermoso panorama que desde allí se contempla: colinas redondeadas con árboles y arbustos, torrentes, arroyos, vaguadas, Ein Karen y las terrazas de su entorno, barrios, quizá de Jerusalén, en lo alto de las colinas más alejadas. Es un lugar tranquilo, sereno, donde se siente la soledad y el silencio. Aquí tenía Zacarias, padre de Juan Bautista, su casa de veraneo, y aquí, en este lugar, fue donde María visitó a su prima Isabel.

En Nazaret, el ángel del Señor le había dicho: “E Isabel, tu parienta, también a concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el mes sexto de la que era estéril “. Era como una invitación para que María fuera a ver a Isabel. ¿ Por qué este viaje ? Quizá para felicitarla, tal vez para ayudarla, quizá para compartir el gozo por las maravillas que el Señor había realizado en ellas, quizá por todo a la vez. Imagino a la Virgen María, alegre y gozosa, atravesando el desierto de Judea, 150 km. de desierto, en un viaje de 5 o 6 días, descansando en el desierto, en alguna posada o a la luz de las estrellas; viajando, probablemente, en una caravana con destino a “ una ciudad de Judea“, seguramente Ein Karen. María se encuentra con Isabel y la saluda. El niño, Juan, exultó (saltó) de alegría en el seno de Isabel. Apenas concebido, empezaba a ejercer de precursor. Isabel le contesta: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. María e Isabel se miran. No hace falta ninguna explicación. Dios se había anticipado, todo estaba muy claro. María dice a Isabel:

Mi alma engrandece al Señor
y mi espíritu se alegra, se regocija en Dios, mi Salvador.
Porque ha mirado la humildad de su esclava.
Por eso, desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones.
Porque el poderoso ha hecho en mí maravillas,
santo es su nombre.
Y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen.
Desplegó la fuerza de su brazo,
dispersó a los soberbios de corazón,
derribó a los potentados de sus tronos
y exaltó a los humildes.
A los hambrientos les colmó de bienes
y a los ricos les despidió vacíos.
Acogió a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia,
como había anunciado a nuestros padres,
en favor de Abraham y su linaje por los siglos.

Este canto es como un espejo del alma de María, un anuncio del mensaje de Jesús, su hijo. Un himno revolucionario, integral donde importan más las clases de almas que las clases sociales. Igual que las bienaventuranzas. Un poema donde se manifiesta la alegría de su corazón y la causa de su gozo, una profecía: ella será llamada bienaventurada por las generaciones; un himno que santifica el nombre de Dios; un retrato de Jesús.

Este canto del Magnificat se encuentra escrito, en mosaicos, en la pared del patio de la Iglesia de la Visitación, en más de 40 lenguas, además de la española. Debajo de los mosaicos, en una placa, se lee : Place Amnus Marianus 1954.
PINTURAS EN EL INTERIOR DE LA IGLESIA

En este paraje, se construyó un santuario que consta de dos iglesias superpuestas. La inferior o cripta es donde Isabel, según la tradición, se refugió con su hijo para escapar de la persecución de Herodes. En la pared, derecha hay un nicho con una roca donde Isabel escondió a su hijo. La Iglesia superior fue construida por el arquitecto Barluzzi, entre 1938 y 1955. Tiene en su fachada, encima del pórtico, un gran mosaico pentagonal, que representa a la Virgen María, montada en un borriquillo, acompañada de ángeles, caminando hacia el pueblo de Judá. En su interior, hay pinturas al fresco que representan la glorificación de María, el concilio de Éfeso, María, cobijando, bajo su manto a la Iglesia, las bodas de Caná, la batalla de Lepanto y la defensa de la concepción inmaculada de María.

IGLESIA DE LA VISITACIÓN

En la visita a la Iglesia del Nacimiento de San Juan, me impresiona la figura del Precursor y su exhortación a la conversión y a la penitencia para preparar los caminos al Señor y también el “Benedictus”, escrito en tantos idiomas, en el patio de la Iglesia. En la Iglesia de la Visitación me emociona el canto del “ Magníficat”, el encuentro de María e Isabel, la ayuda de María…No es la emoción de una lectura de un libro, del mejor de los libros posibles; es la presencia física en el lugar de los acontecimientos, el estar allí, en el lugar donde sucedieron tantos hechos, la causa de mi emoción.

sábado, 22 de marzo de 2008

Del Mar Muerto a Jerusalén por el desierto

DEL MAR MUERTO A JERUSALÉN POR EL DESIERTO


Una carretera bastante buena entre montañas y colinas desnudas, erosionadas, desoladas, yermas, desérticas, sin vegetación, separadas unas de otras por torrenteras y desfiladeros, con surcos profundos en las laderas, de color ocre y siena, cruza el desierto, que no es de arena, y sube, serpenteando, 1200 metros en 30 km., hasta Jerusalén. En las cunetas crecen arbustos, de cuando en cuando. La circulación es escasa: solamente hemos visto, algunos turismos, algún autocar y vehículos militares. Postes telefónicos van hacia Jerusalén siguiendo la carretera.


Al lado de carretera vimos tiendas negras hechas de lana de camello y pelo de cabra, sostenidas por estacas, tensadas por cuerdas sujetas al suelo; gentes vestidas con turbante y chilaba, sentados junto a las tiendas; cabras y ovejas en los riscos de las proximidades, comiendo no sé qué: son los beduinos, nómadas, que practican la poligamia y viven por estos desiertos en clanes familiares, unidos en tribus, casi como en tiempos de Abrahán. Un coche al lado de las tiendas indica que algo va cambiando. La soledad de estos páramos tiene que ser impresionante. El camino que hacía Jesús desde Jericó a Jerusalén, aunque no coincidiese con la actual carretera, estaría muy próximo; el desierto, el mismo.

El guía dice que hay que hacer alguna reflexión. Cada uno hace su reflexión personal. Si has tenido la suerte o la desgracia de vivir en el desierto, hay que mirarle como paso a una meta. El desierto es el lugar de soledad, de vacío; un lugar donde falta lo más elemental para vivir, como es el agua, el calor del amigo. En el desierto, como lo puedes ver, falta casi de todo. Es un vacío inmenso donde todo está detrás, más allá, pero no en él y a la vista. No tiene eco ni otro que te escuche y te responda; por eso el desierto es soledad. Es luz que quema cuando el sol llega a su cenit; congela cuando se esconde al atardecer. ¿ Pero qué tendrá el desierto que siempre aparece en los momentos cumbre de la historia?. Los israelitas, 40 años a través del desierto; Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto; del desierto han surgido los grandes movimientos espirituales, como judaísmo, profetismo; recordar la figura de Juan Bautista. Del desierto han surgido los famosos padres del desierto. Desierto, qué palabra, qué realidad, ¡cómo habla ! escuchadle, contempladle y escuhadle. Estás en medio del desierto. Experimenta el desierto, aunque sea cómodamente; pero el desierto es claridad y simbolismo. Así es el desierto en grandes extensiones geográficas y así es el desierto del alma. El alma sola, vacía, en aridez, sequedad. Todos tenemos experiencia de este desierto, del desierto del alma. En el fondo, el desierto es una situación del hombre, una vivencia del corazón. Desierto es tu vida cuando te sientes solo, separado. Desierto es soledad frente a frente contigo; es vivir tu soledad personal y tu destino. No te escapas, no puedes escaparte. El desierto te oprime, te enseña, busca horizonte, busca meta, y créetelo, tu destino aparece más vivo en el desierto, porque estás cara a cara contigo, cara a cara con Dios. El desierto te conduce a la verdad de tu vida. No puedes esconderte.

Por esta zona, en la cima del monte que estamos viendo, se sitúa el lugar de la parábola del buen samaritano .

Llegamos a la cima del monte. Casas, árboles, solares, praderas, coches, gente: estamos entrando en Jerusalén y lo hacemos cantando con alegría, energía y satisfacción.

¡ QUE ALEGRIA. ! Qué alegría! Cuando me dijeron
“ Vamos a la casa del Señor”
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén...
Allá suben las tribus, las tribus del Señor...

¿ Será la emoción a la vista de Jerusalén; será, quizá, la comunión de espíritu con los demás peregrinos; será algo misterioso que no sé explicar?. No lo sé; lo que puedo decir es que con la emoción un nudo se me pone en la garganta, siento una corriente que invade todo mi cuerpo, las lágrimas brotan de mis ojos sin que pueda evitarlo.

sábado, 15 de marzo de 2008

Vía Crucis en la Vía Dolorosa, en Jerusalén

VIA CRUCIS- CAMINO DEL CALVARIO

INTERIOR DEL DOMO DEL CONVENTO DE LA FLAGELACIÓN
“Tomaron, pues, a Jesús que, llevando su cruz, salió al lugar llamado Calvario, que en hebreo se dice Gólgota, donde le crucificaron, y con Él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en medio. Escribió Pilato un título y lo puso sobre la cruz. Decía: Jesús Nazareno, Rey de los judíos. Muchos de los judíos leyeron este título, porque estaba cerca de la ciudad, el sitio donde fue crucificado Jesús. Y estaba escrito en hebreo, en latín y en griego. Dijeron, pues, a Pilato, los príncipes de los sacerdotes de los judíos: No escribas rey de los judíos, sino que Él ha dicho: Soy rey de los judíos. Respondió Pilato: Lo escrito, escrito está” ( San Juan 19,17-22).

“Cuando le llevaban echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron con la cruz para que la llevase en pos de Jesús. Le seguía una gran muchedumbre del pueblo y de las mujeres, que se herían y se lamentaban por Él. Vuelto a ellas, Jesús, dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos, porque días vendrán en que se dirá: Dichosas las estériles y los vientres que no engendraron, y los pechos que no amamantaron. Entonces dirán a los montes: Caed sobre nosotros, y a los collados: ocultaos, porque si esto se hace en el leño verde, en el seco, ¿qué se hará? Con Él llevaban otros dos malhechores para ser ejecutados “(San Lucas 23, 26-32).


PAVIMENTO EN EL PATIO DE LA FORTALEZA ANTONIA
Los franciscanos tienen la obligación de hacer el Vía Crucis todos los jueves del año. Si un solo jueves no lo hicieran, perderían el derecho que sólo ellos tienen de hacer el Vía Crucis .El guía dice que esto es muy duro, pero que se viene haciendo así, sin perder ningún día, desde hace 700 años.

ARCO " ECCE HOMO"
Después de terminada la Eucaristía, comenzamos el Vía Crucis en la Vía Dolorosa. Vamos a recorrer el camino que Jesús recorrió cargado con el madero, camino del Calvario, unos 900 metros. Entre dos peregrinos llevamos una cruz no muy pesada. Uno, sobre el hombro; y otro, sosteniéndola por la parte de atrás. En cada estación, se relevan los peregrinos. La calle, Vía Dolorosa, es estrecha, con adoquines en el suelo; algunos, encontrados en las excavaciones arqueológicas, pertenecen a la época de Jesús. Tal vez, Jesús, camino del Calvario, pisó alguno de ellos. Y ahora yo, con mis pies, también los estoy pisando.

PEREGRINOS EN EL VÍA CRUCIS EN LA VÍA DOLOROSA, EN JERUSALÉN
En la primera parte del recorrido, hay poca gente en la calle y pocos locales comerciales. Vamos en procesión por la calle cantando y rezando. Nos paramos en las estaciones, lugares destinados a recordar acontecimientos importantes del Vía Crucis de Jesús, para escuchar las lecturas del sacerdote. Los que llevan la cruz y los sacerdotes van delante. Me sorprende mucho la gente que circula por la calle. No se inmutan con nuestros cantos y nuestros rezos, pese a que rezamos y cantamos con enérgica voz. Ellos pasan, hablan, compran y venden en los comercios; nos ignoran totalmente, como si no estuviéramos allí. Para mí, que era la primera vez que vivía esa experiencia, era una situación nueva y desconocida, por eso, estaba sorprendido y no entendía muy bien aquello. Sin duda, por lo que luego dijo el guía, esto era normal, así ocurre en todos los Vía Crucis. El guía dice que dejemos circular a la gente, que no seamos un obstáculo para la circulación. Dice, también, que este Vía Crucis, que estamos haciendo, recordará, en algunos aspectos, precisamente las gentes y los comercios, a lo que ocurrió con el Vía Crucis de Jesús, cuando Él pasaba con el madero, con la corona de espinas, sangrando, sufriendo, terriblemente, y la calle estaría llena de gente ocupada en sus negocios.

El peregrino recuerda a Jesús que lleva el madero en los hombros. Los brazos levantados y las muñecas atadas al madero y una soga rodeando su cintura. La comitiva sale del pretorio. Los soldados van a pie armados con lanzas y espadas; los centuriones, a caballo. El gentío le sigue. Algunos sacerdotes que le han condenado, también. La marcha va hacia el Gólgota donde será crucificado. Pasa por las calles más populosas de la ciudad. Tiendas y bazares realizan sus negocios. El gentío se apretuja arrimado a las paredes. Todos quieren estar en primera fila para contemplar mejor el espectáculo. Los soldados con sus lanzas apartan a los que interrumpen la marcha. ¿Dónde están los que hace unos días le seguían con tanto entusiasmo ? ¿Dónde están los apóstoles? ¿Dónde está Pedro, Dónde esta Juan? Hoy seguro que pasaría lo mismo: la misma cobardía, el mismo miedo, el no querer comprometerse. Llegado el caso, cada uno, abandonado a su suerte viviría y sufriría en solitario.

PADRE AMADEO, DIRIGIENDO EL VÍA- CRUCIS EN LA VÍA DOLOROSA, EN JERUSALÉN
El padre Amadeo, micrófono en una mano, con potente voz y serio semblante, como corresponde al hecho que estamos recordando, lee, en cada estación, los mensajes apropiados, escritos en los folios, y dirige, a la vez, los cantos y los rezos. En esta estación, hay una cruz y alrededor un grupo de judíos. La voz de Amadeo, en aquella calle, suena fuerte, decidida, clara y segura. Penetra en mi mente, dejando huella profunda cuando dice: Señor, quisiera sentir toda la maravillosa realidad de que alguién ha sido capaz de ir al patíbulo por mí. Cuando veo lo que me cuesta dar, me sorprende que Tú lo des todo. Hoy me atrevo a decirte que también yo quiero ofrecer la vida por Ti. Yo sé que darla de una vez me costaría menos, pero no lo merezco. Intentaré darla poco a poco, trozo a trozo, como si estuviera muriendo cada día, pero sin morir.

PEREGRINOS, LLEVANDO LA CRUZ EN LA VÍA DOLOROSA, EN JERUSALÉN
Una voz interior me está diciendo: Antonio, decídete, lleva esa cruz al hombro. Es como una voz fuerte, clara, decidida y firme. Sin previo razonamiento, intuyo con claridad que tengo que hacerlo. Así que, antes que otros peregrinos se decidan, ya tengo yo la cruz en mi hombro. Otro peregrino, Pablo, la sujeta por la parte posterior. Con aquella cruz al hombro, me siento una persona diferente. Una fuerza interior, desconocida, invade todo mi ser. Con aquella fuerza, sería capaz de mover montañas. El Vía Crucis, en medio de aquel gentío indiferente, que nos ignora, que no participa en absoluto, atento sólo a sus negocios, conversaciones y diversiones, me resulta novedoso y extraño. Por ello pienso, en aquel momento, que allí pudiera pasar cualquier cosa. Evidentemente, no era así. El Vía Crucis se realiza de este modo desde hace 700 años. Yo no lo sabía. Mi experiencia era muy diferente, por eso mi desconcierto era evidente, aunque lo vivía para mí, en mi interior. Una idea pasa clara por mi mente: si fuera necesario dar mi vida por defender aquella cruz, aquel mensaje, aquel Vía Crucis, no lo hubiera dudado ni un segundo. En ese momento, Cristo lo era todo para mi, lo demás, simplemente, no existía. Por aquella Vía Dolorosa, que Jesús hace 2000 años recorrió, cargado con el madero, casi agonizando, yo también camino con la cruz, con determinación, convicción y fuerza interior desconocida. La llevo con orgullo, siento que es un referente histórico en mi vida, además de un privilegio muy grande. Por eso avanzo, por la Vía Dolorosa, decidido; canto y rezo con los otros peregrinos, pero con un sentimiento que casi me hace saltar las lágrimas y me pone la carne de gallina. Todo surge espontáneamente, todo sale del alma. Yo no sé explicarlo de otra manera. Sé que me será muy difícil mantener ese espíritu día a día, especialmente en los momentos difíciles, cuando la cruz que cada uno de nosotros llevamos, se hace demasiado pesada, pero, en ese momento, yo vivía esa realidad y por nada del mundo renunciaría a ella.

Paramos ahora en una estación donde Jesús está caído con la cruz. Lo veo herido por los golpes recibidos, casi asfixiado por el peso del madero; los ojos nublados, las espinas de la corona, clavadas en la cabeza; la sangre mezclada con el sudor corriendo por su cara, desfallecido, tambaleándose, caído en el suelo, recibiendo todavía más heridas en la cara y en la rodilla. Si una visión así es difícil de soportar para un espectador, ¿cuál no sería el dolor de Jesús? La voz de Amadeo se deja oír: Señor, que alivio para mi que hubieras caído. Si hubieras subido hasta el Calvario con energía y con fuerza me hubiera sobrecogido. Señor, sabes que hay cosas que pesan, oprimen mucho y hacen caer. ¡Qué cerca te veo, Señor, cuando estás en el suelo. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de nosotros.

Los peregrinos, colocados a derecha e izquierda de la calle, permanecemos atentos y pensativos; cantamos y rezamos siguiendo a Amado, mientras la gente pasa indiferente a todo lo que estamos haciendo. Esta actitud, que en ese momento casi me hiere, la interpreto como un desprecio. No era así, sólo indiferencia, repetida día tras día y año tras año.

Nueva estación, nueva parada. Aquí recordamos el encuentro de Jesús con su madre. ¡Qué dolor para una madre ver así a su hijo! Veo a María, desgarrada por el inmenso dolor, como si una espada le atravesara el corazón. Está triste, las lágrimas, bajando por las mejillas, pero a la vez serena. Parece que esperaba, desde hace mucho tiempo, este doloroso suceso. Madre e Hijo se miran con ternura y amor¡ Qué miradas! Se comprenden perfectamente. Sobran explicaciones: todo está claro para los dos. Estaba escrito que así tendría que suceder. Los pecados de todos los hombres y el amor de Jesús por su salvación eran la causa de tanto dolor. Truena la voz de mi hermano Amadeo: Jesús se encuentra con su Santísima Madre. Te adoramos Cristo y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo. ¡Mujer, eh, ahí a tu Hijo! Seguramente, llegó tu madre cuando aún estabas en el suelo. ¡ Qué consuelo estar caído y ver primero a tu madre que se acerca! No dudo que en el momento de caer nosotros, notamos muy de cerca la presencia de tu madre. Señor, pequé, ten piedad de nosotros. Los palestinos y otras gentes pasan indiferentes ante nosotros; unos niños chillan y hacen ruido. Lo que hacemos los peregrinos no les interesa en ningún sentido. Yo sigo perplejo, aunque me voy dando cuenta de que esto allí debe ser normal.

Paramos en un lugar, donde hay escrito un letrero en la pared que dice: Vía Dolorosa. Escrito también en árabe. Veo a Jesús tan herido y tan cansado que intuyo que va a caer de nuevo. El centurión se acerca a Él . Examina su rostro, lo ve muy mal; teme que pueda morir allí mismo. Necesita que alguien le ayude. Mira al gentío, buscando ayuda. De pronto ve a un campesino que se acerca con las herramientas al hombro. Le grita : eh, tú. El campesino no tiene tiempo para reaccionar. Los soldados le ponen el madero, que lleva Jesús, encima de sus hombros. Protesta, intenta zafarse, pero no lo consigue. La gente dice que ese hombre se llama Cirineo. Jesús, sin el madero, encuentra alivio, recobra algo de fuerza para poder continuar hasta el Calvario. Señor, también yo quisiera como el Cirineo aliviar alguna vez la pesada carga de tu cruz. Sé que este alivio sería no ofenderte por el pecado, pero mi carne el débil. Por eso te pido ayuda y a la vez piedad y misericordia para mis pecados.

Una mujer conmovida por el estado de Jesús sale decidida de entre el gentío a su encuentro y con un paño le limpia el sudor que se desliza a chorros por su cara. La gente está perpleja, se miran, comentan, dicen: ¿Quién es esta mujer que no tiene miedo a los soldados ni a los sacerdotes? La voz del padre Amadeo se percibe serena, pero rotunda y enérgica: No es el valor lo más importante que muestra la Verónica. Es el detalle de darse cuenta de que, al limpiar el rostro con un paño, va a proporcionarle alivio. ¡ Qué pequeño pormenor darse cuenta de que hay algo de alivio para otros, aunque este algo sea tan pequeño! Concédeme , Señor, no el valor de la Verónica que voy a necesitar pocas veces, sino los pequeños detalles que pueden aliviar o hacer felices a los demás. Señor, pequé, ten misericordia de nosotros.

Los peregrinos, en nuestro Vía Crucis, llegamos a un lugar que dice : 8º station. Vía Dolorosa. Veo a un grupo de mujeres, conmovidas al ver a Jesús en el estado en que se encuentra: heridas por todo el cuerpo, espinas clavadas en la cabeza, sangre y sudor brotando de su cuerpo curvado a raudales, sin fuerzas, tambaleándose. El gentío vociferando, los soldados dándole latigazos. Jesús se detiene y las mira. ¡ Señor, que mirada la tuya! Y les dice: hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos. Amadeo sigue leyendo: señor, cuando sufro me agrada que los demás me consuelen, incluso me siento con derecho a que estén pendientes de mí. Yo , mientras tanto, no me acuerdo de otra cosa que de mi dolor. ¿ Cómo me admira que Tú te preocupes de esas mujeres y sus hijos, cuando Tú sufres, cargado con la cruz. Señor, concédeme la gracia de que mi dolor no me haga egoísta. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de nosotros. Hay, aquí, mucha gente en la calle y muchos comercios abiertos. La calle es estrecha y los peregrinos nos colocamos a los lados para no interrumpir la circulación. Un árabe, joven, está sentado a la puerta de su tienda.

PEREGRINOS, LLEVANDO LA CRUZ EN LA VÍA DOLOROSA, EN JERUSALÉN
Finalmente, Laura, carga con la cruz. Otra peregrina sostiene la parte posterior. Ahora, aquí, en esta parte de la Vía Dolorosa, donde nos encontramos, hay mucha gente. La calle está abarrotada. Los peregrinos, de no ser por los sombreros amarillos y la trompeta del guía, nos confundiríamos con la gente y hasta nos perderíamos. Yo hago esfuerzos por situarme delante para filmar a Laura con la cámara de vídeo. Apenas lo consigo, porque me es difícil avanzar entre la muchedumbre. Un fotógrafo palestino saca fotografías que luego nos venderá en el hotel. La cara de Laura aparece seria, diría tensa, concentrada. ¿ Qué pensará Laura cuando camina por la Vía Dolorosa con la cruz a cuesta? Si , como dicen: la cara es el espejo del alma, no será difícil imaginarlo.

Por un callejón estrecho llegamos a una capilla. Allí había unos monjes altos, entrados en años, vestidos de negro, barba canosa larga, tez morena, ojos profundos, parecian patriarcas. La capilla es humilde, pequeña, poco iluminada, en penumbra. Está separada del callejón por barrotes de hierro altos, pintados de negro. Los monjes cantan. Yo no entiendo su idioma; pero me gusta ese canto. Es la música, la armonía, el coro, la melodía, como si fuera el canto gregoriano, lo que me llega al alma y me produce sensación de paz y tranquilidad que serena y gratifica mi espíritu. Tal vez, mi alma intuye esferas celestiales que conscientemente no sé explicar con palabras. Lo siento, lo vivo. Sobran explicaciones y razonamientos. Esta vivencia, como tantas otras, pasado el tiempo, sigue fresca y joven en mi recuerdo. El guía dice que estos son monjes ortodoxos abisinios. Cada vez estoy más convencido que se puede llegar a Dios de muchas maneras. No hay un solo camino, hay muchos caminos. A mí estos cantos me transportan a otro mundo que intuyo dulce, sereno y feliz. Mi espíritu goza de la magia de esa música y se eleva a campos desconocidos que solo intuyo como algo bueno.

Salimos a una plaza. De frente, la entrada a la Basílica del Santo Sepulcro. Vamos a entrar en el lugar más santo del cristianismo. Dentro está el Calvario donde Jesús fue crucificado y el Santo Sepulcro donde fue sepultado y luego RESUCITO.








miércoles, 12 de marzo de 2008

Valle del Río Jordán. Jericó,Qumrán y Mar Muerto

EL RÍO JORDÁN

“ Partidos de los montes de Abarim, acamparon en los llanos de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó; acamparon a lo largo del Jordán” ( Números 33,48-49, sobre las etapas del camino desde Egipto al Jordán).

“ Después de la muerte de Moisés, siervo de Yavé, habló Yavé a Josué, hijo de Nun, ministro de Moisés, diciéndole: Moisés, mi siervo, ha muerto. Álzate ya, pues, y pasa ese Jordán, tú y tu pueblo, a la tierra que yo doy a los hijos de Israel... Dio, pues, Josué a los oficiales del pueblo esta orden: Recoged el campamento y dad esta orden al pueblo: preparaos y proveeos, porque dentro de tres idas pasaréis ese Jordán para ir a ocupar la tierra que Yavé, vuestro Dios, os da en posesión”. (Josué,1,1-2 ; 10-11 ).

“Vino Jesús de Galilea al Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. Juan se oponía diciendo: soy yo quien debe ser por ti bautizado, ¿ y vienes tú a mí? Pero Jesús le respondió: Déjame hacer ahora, pues conviene que cumplamos toda justicia.” (San Mateo 4,13-15).

“ Bajo el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarias, en el desierto, y vino por toda la región del Jordán predicando el bautismo de penitencia en remisión de los pecados “ ( San Lucas 3,2-3 ).


Salimos de Tiberíades, vamos por la carretera a orilla del lago. Vemos praderas bien cuidadas con árboles, quitasoles, tumbonas, hamacas, casetas de uso variado, bares, columpios, toboganes: todo indica que pasamos por un lugar de veraneo, como tantos de España. Por aquella carretera el autocar avanza, mientras los peregrinos relajados cantamos:


¡QUE ALEGRIA!

Qué alegría! Cuando me dijeron
“ Vamos a la casa del Señor”
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén

Definitivamente, hemos dejado el lago para seguir el curso del río Jordán en su camino hacia el Mar Muerto.

El río Jordán es el más famoso río bíblico. Nace en el Líbano, en el monte Hermón. Primero desemboca en el Mar de Tiberíades, Genesaret o Mar de Galilea, a 208 metros bajo el nivel del Mediterráneo. Sale del lago por el suroeste, serpenteando 300 kilómetros en una distancia de 110, hasta morir, a 390 metros bajo el nivel del mar, en el mar Muerto. Es pues un río al que no le gustan los atajos, un río al que no le gusta caminar en línea recta, prefiere ir y venir a derecha e izquierda, como si quisiera hacer más largo el camino, como si no quisiera morir en un mar Muerto o retrasar lo más posible este suceso. Es un río pequeño, apenas da la talla. Pero es un río muy importante por su historia, por los acontecimientos que sucedieron en sus aguas. Es un río bíblico.. No es como nuestros ríos: Tajo. Ebro..., pero, de todas maneras, muy importante, porque en una zona donde no hay agua, la poca que se encuentra, se valora mucho más. Es un río de frontera entre Israel, Siria y Jordania.

Las tierras del entorno del río, a la salida del lago Tiberíades, tienen árboles frondosos: cipreses, palmeras, olivos, plátanos, viñedos, naranjos, limoneros. Son tierras ricas, todas bien cultivadas, regadas por aspersión, donde no faltan los invernaderos de plástico y, de cuando en cuando, caseríos - los famosos kibuts -. Es la tierra que mana leche y miel, la tierra que Dios había prometido al pueblo de Israel. Pero a medida que avanzamos, en dirección a Jericó, por una carretera que no es autovía ni autopista, pero que posee dos direcciones separadas por líneas: continuas unas veces, discontinuas, otras, y que pasa por ser una de las principales de Israel, el paisaje va cambiando. Entre parcelas cultivadas hay otras en valdío, en barbecho, descansando; los cultivos son más escasos, los árboles distanciados, enormes extensiones de tierra con hierbas secas de colores calientes: ocre, siena, tierra quemada. De cuando en cuando, aparecen cultivos feraces, cañerías de agua al descubierto: es la mano del hombre hebreo capaz de convertir el desierto en vergel. A la orilla de la carretera, alambradas cruzadas, como las que hacen los ejércitos en guerra para defenderse del enemigo, es la zona de frontera que señala la línea divisoria entre palestinos y hebreos, a la vez que indica que estas son unas tierras en continua tensión. Las alambradas continúan hasta llegar a un oasis, el oasis de Jericó.

A nuestra derecha, el panorama es bien diferente. Son las montañas de Samaría. Son montañas sin árboles, sin hierbas ni verdes ni ocres, sin ningún tipo de hierbas ni de árboles; son montañas de color ocre, con peñascos, desnudas, peladas, desérticas, erosionadas, descarnadas, con profundos surcos que penetran en sus entrañas por donde se escaparon las sustancias vitales que, siglos atrás, las harían fecundas como sus hermanas de la ribera.

El guía dice: subimos a Jerusalén, una frase cargada de historia y de sentido. Por aquí caminó el Señor en repetidas ocasiones cuando iba a Jerusalén hasta que llegó aquella famosa subida donde dio su vida por la humanidad. Vamos al salmo quinto que es un salmo que nos invita a alabar a Dios y darle gracias. Dos palabras: alabanza y acción de gracias.

Al salir la luz del día, mis ojos, mi corazón, se levantan, Señor, en busca de mi Señor. Escucha la palabra de quien siente la vida de nuevo. Estad atento, Señor, se cercano a mi mano abierta, da respuesta a mi pregunta, ayúdame en mi inquietud. Tu eres mi Señor y mi Dios en quien yo confío. A Ti, desde el amanecer abro mi ser y mis ganas de vivir y despertar. De mañana en tus manos pongo mis celos y mis ilusiones; de mañana pongo la pureza y sinceridad de tu búsqueda; de mañana en tu camino quiero dirigir mis pasos y en esta mañana que mis pasos me van a conducir a la Jerusalén celeste, por eso oye mi voz. Señor, eres bueno y compasivo, alienta mi vida que busca en Ti luz y calor. Señor, toma mi corazón de pobre que como un pájaro busca abrigo entre tus brazos. Toma mi arcilla y moldéala según los proyectos que tienes en mi. Durante este día quiero estar ante tus ojos, dejar penetrar tu mirada. Delante de tus ojos , Señor, me siento pequeño y frágil. Derrama al comenzar la mañana tu ternura y tu bondad para que mi corazón se sienta fuerte y animoso. Señor, aparta de mi camino el mal que me rodea y no dejes que, en este día, la mentira se adueñe de mi. Dame mansedumbre y humildad para que mi corazón, Señor, no sea violento ni enjuicie mal a nadie. Confiéreme abundancia en tu amor y conduce mi camino hacia Ti. Acógeme en tu casa, had, Señor, que camine en tu presencia y que tema apartarme de Ti. Guíame, Señor, tu que eres bueno y santo. Guíame hacia la luz y que camine como hijo de la luz, que tu camino, Señor, sea la pasión de mi corazón joven y que tu Espíritu Santo me ayude en cada paso. Que mi boca, Señor, sea la expresión de mi interior; que mis palabras arranquen de lo profundo y sean verdaderas. Por eso, Señor, dame un corazón limpio, pobre, misericordioso; un corazón lleno de paz, lleno de bondad, lleno de amor. Bendice, Señor, y guía nuestro camino, que tus alas, Señor, me cobijen y guarden mientras yo voy viviendo el día que hoy pones en mis manos. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Señor, hadme instrumento de tu paz
Dónde hay odio ponga yo amor
Dónde hay ofensa ponga perdón
Dónde hay discordia ponga unión
Dónde hay error ponga verdad
Dónde hay duda ponga fe
Dónde hay desesperación ponga yo esperanza
Dónde hay tinieblas pongo vuestra luz
Dónde hay tristeza ponga yo alegría

¡ Oh, Maestro, que no me empeñe tanto en ser consolado como en consolar; en ser comprendido como en comprender; en ser amado como en amar; porque dando se recibe, olvidando se encuentra; perdonando se es perdonado y muriendo se resucita a la vida eterna. Pedimos al Señor que se haga realidad lo que estamos pidiendo.


Hay dos cominos para subir a Jerusalén. Un camino es cruzando por el centro, por Samaría. No se suele ir por Samaría porque hubo épocas y tiempos conflictivos y en caso de duda es mejor ir a lo seguro. La otra ruta es la que vamos a llevar hoy, entorno al río Jordán que prácticamente es la línea de frontera entre parte de Siria, Jordania e Israel. Podemos ver el cauce del río Jordán. La frontera está al pasar el río.

Había un esquema común en la predicación primitiva. Los evangelios sinópticos de San Mateo, San Marcos y San Lucas, tienen una base común. Los evangelios no son una narración histórica, aunque tienen historia; pero no pretenden hacer historia, su intención es más bien pastoral, es decir, la proclamación del gran acontecimiento salvador. En una palabra, los evangelios son testimonios de fe. ¿Cómo fueron formándose los evangelios ? Claro, ahora nosotros los tenemos en un libro, más o menos encuadernado y todo eso, ¿ pero cómo fueron formándose los evangelios? En un principio, fue un anuncio verbal, oral; se iban comentando: el Señor dijo, el Señor hizo este milagro, pasó por tal lugar.... , simplemente por tradición oral. Luego, se convirtieron en relato escrito fragmentario, lo mismo que la catequesis. Un tema, un punto de la tradición oral, pasa a escritos fragmentarios y, después, a la obra determinada que son los que tenemos nosotros ahora; pero mirad, los evangelios nacen en el año 70, quiere decir que desde la muerte de Jesús hasta que se escriben los evangelios hay una etapa de 40 años, y en 40 años y en aquel tiempo pudieron pasar muchas cosas. Hay una etapa de tiempo muy considerable que hay que tener en cuenta. ¿Qué etapas se dan? Primero, la etapa de actividad de Jesús, la que hemos estado viendo por el lago: es la vida pública. La segunda es la transmisión sobre los recuerdos de Jesús, tradición oral, y la tercera sería la redacción de los evangelios. ¿Cual es la finalidad de los evangelios? Hay una doble finalidad. Una es los recuerdos de Jesús; recordarnos lo que Jesús dijo e hizo, y otra finalidad es presentarnos las situación histórica de aquel momento, todo el problema del judaísmo y cristianismo, de alguna manera presentarnos el hecho de la destrucción del Templo y el nacimiento de las comunidades cristianas.

Vamos muy sintéticamente a resaltar la idea central de cada evangelista para que cuando leamos el evangelio sepamos que hay una idea dominante en cada evangelista, una idea nuclear, clave, y, lo demás, todo es referencia a esa idea de una u otra forma, por ejemplo: Mateo vivía en Cafarnaúm, era recaudador de impuestos, sobretodo, Mateo era publicano, pero que viene de los judíos y escribe para judíos. Mateo es escueto, lacónico, tiene un estilo; pero, ¿ cuál es la idea central de Mateo ? Es esta: afirmar y proclamar que Jesús es el Mesías, que Jesús es el hijo de Dios. Fijaos que escribe para judíos y los judíos no admitían que Jesús era el Mesías y tampoco admitían que era el hijo de Dios; entonces Mateo, que escribe el evangelio para judíos, quiere, de una u otra forma, recordarlo, contando milagros y hechos, subrayando esta doble idea de que Jesús es Mesías, que Jesús es el hijo de Dios: en esto se resume todo el evangelio de Mateo.

Marcos, los destinatarios de este evangelista, la mayoría no son judíos, pertenecen a una comunidad asentada en Roma. Ya cambia el horizonte. Mientras Mateo va a los judíos, Marcos está escribiendo a una comunidad que está en Roma, esto quiere decir lo mal que lo están pasando, están en el corazón del imperio romano, son rechazados por los romanos y son rechazados por los judíos. Fijaos lo que está pasando a esta comunidad: pues que tiene el riesgo de perder la fe, lo mismo que ahora al cristianismo tradicional de Europa, en un ambiente de ausencia de Dios, en un ambiente totalmente de oposición a una religión, pues, ¿ cuál es el riesgo? que se va perdiendo la fe. En la familia se va perdiendo la fe, en los ambientes y así sucesivamente. Pues esto le ocurría cuando escribía Marcos. Como podéis comprender las cosas no suelen ser nuevas. Pocas cosas hay nuevas bajo el sol. En Marcos ya ocurría todo esto, escribe a una comunidad que por el ambiente corría el riesgo de perder la fe. Después, la idea central de Marcos es sentir la necesidad de afianzar la fe, ya no era tanto decir que Jesús era el Mesías, el Hijo de Dios, sino la fe cristiana, fortalecerla, formarla bien. Realmente este es el mensaje para todos nosotros. Bien, nos vamos a otro evangelista de forma muy escueta y directa para que nos quede la idea principal.

Lucas, este personaje ya es posterior, pertenece a la segunda generación cristiana. Lucas vive en contagio cultural y político del imperio romano. La comunidad de Lucas ya dialoga con la cultura helenística y el imperio romano. Lucas es un hombre culto, según una tradición era médico, ya se sitúa en unas coordenadas diferentes. El evangelio de Lucas es mucho más amplio que los anteriores; pero vamos al mensaje, vamos a lo nuclear del mensaje, ¿dónde se apoya, que quiere transmitir? Pues Lucas, lo que quiere es ver desde la pascua de Jesús, desde la resurrección, ver cual es el sentido de la historia. Quiere centrarse en la historia y en la historia humana y al mirar la historia humana ver que papel juega Jesús: Jesús y la historia. Y para Lucas la historia no es una simple sucesión de hechos, sino que es el espacio donde se realiza el plan de Dios, y nos podemos preguntar, ¿ cuál es el plan de Dios ?: es salvar a los hombres, por eso Lucas lo que hace es presentar a Jesús como el centro de la historia, que la salvación está en Jesús y no en el imperio romano. Entonces lo que predominaba era la potencia política, en aquel momento en el imperio romano. Lucas lo que hace es reafirmar que la salvación viene de Jesús, no del Imperio Romano, por eso han ido cayendo Imperios y la Iglesia sigue adelante. Resumiendo: Lucas lo que quiere hacer es resaltar la historia de la salvación realizada en Jesús, esa historia que Lucas señala en tres tiempos: el tiempo de preparación que es toda la historia del pueblo de Israel antes de Jesús, el centro del tiempo de esta historia de salvación que está en la persona de Jesús y el tiempo de la misión que es la Iglesia. Como estamos recorriendo la geografía donde surgen los evangelios, creo que es importante subrayar estas reflexiones.

Cuarto Evangelista, San Juan. Este hombre ya es más espiritual, pero hay que tener en cuenta que los cristianos de Juan vivían en una situación difícil, porque entre las Comunidades que cuidaba Juan, había discípulos de Juan el Bautista y para ellos decir que Jesús es mayor que Juan Bautista no lo acababan de aceptar. Esto pasa también en nuestras Comunidades parroquiales; cuando se empieza a comparar ya comienzan las tensiones. Unos lo aceptan y otros no lo aceptan. Pasaba lo mismo entonces, tenía discípulos de Juan Bautista y no acababan de aceptar que Jesús era mayor que Juan Bautista, porque Juan fue uno de los grandes personajes, según Jesús, el mayor de todos los profetas. Esto es una afirmación impresionante. Otros no aceptaban que Jesús era el Hijo de Dios. Ahora lo vemos muy normal. Hasta cierto punto hay muchos bautizados que tienen a Jesús como un hombre excepcional, un hombre extraordinario, pero ya lo de la Divinidad lo cuestionan en nuestro propio tiempo; pues esto pasaba ya en las primeras Comunidades Cristianas. En las Comunidades de Juan había discípulos cristianos que no aceptaban que Jesús era el Hijo de Dios y, por otra parte, las Comunidades de Juan vivían en ambiente de rechazo y persecución. Comenzaban ya las persecuciones. Los cristianos eran expulsados de las sinagogas, por una parte; perseguidos por el imperio romano, por otra. Todo esto traía consigo una marginación social, vivían aterrorizados, se replegaban. Mensaje de Juan, bueno, pues es una respuesta a la situación en la que viven. ¿ Qué es lo que pide Juan ?: resaltar la fe, fortalecerse en la fe. Rasgo que más se manifiesta en Juan, el amor ; por eso se dice que es el evangelista del amor. Aquí tenemos de una forma muy sintética algunas reflexiones que nos ayudaran a comprender esta tierra, esta geografía que tiene por nombre el quinto evangelio.

Ya empezamos a ver algún grupo de beduinos por aquí a la derecha. Mirad que geografía, como cambia todo, por ejemplo: el verdor. No hay la vegetación de Galilea, no es esa expresividad natural de la las llanuras de Sarón y Esdrelón, sino que va comenzando progresivamente el desierto, montañas peladas. A la derecha está ya la provincia de Samaría, donde no vamos a ir. Sabéis que en Samaría esta el pozo de Jacob, Nablus, donde nace San Justino, está Sicar, el templo de Garizin. La lucha y separación que tenían entre samaritanos y judíos. A los samaritanos que fueron expulsados del templo se les odiaba, no se les dejaba participar, colaborar, ayudar en la construcción del templo que era la ilusión de todo judío. Entonces ellos construyeron el templo de Garizin. De aquí la pregunta que la samaritana hace a Jesús. Veo que tú sabes muchas cosas, dinos , explícanos, ¿ dónde hay que adorar a Dios, en Jerusalén o en Garizin ? “En verdad , en verdad os digo que ha llegado el momento que para adorar a Dios no hay que ir al templo sino en espíritu y en verdad”. Contesta Jesús.

Sabéis que Tierra Santa está guardada, custodiada, atendida por los franciscanos. Primero, porque a los franciscanos nos lo ha encomendado la iglesia. La Santa Sede nos lo ha encomendado a los franciscanos. ¿Por qué a los franciscanos y no a otros?. Pues hay que decir que antes estuvieron aquí los canónigos regulares de San Agustín; estuvieron también los benedictinos y una pequeña temporada los dominicos, etc., etc. Pero los religiosos que más tiempo hemos estado aquí somos los franciscanos. Siete siglos, ya son años, y en años superdifííciles; porque ahora, más o menos, estamos viendo una estructura ya formada, conseguida, descubierta, aunque sigue siendo difícil, pero bueno, podemos decir: se puede estar, se puede vivir aquí. En los siglos XIV, XV y XVI, hubo muchos mártires para conseguir que Tierra Santa se conservase. Hay que partir de un hecho primero: la figura de San Francisco. Sabéis que a San Francisco se le ha llamado popularmente el otro Cristo por esa semejanza tan especial que Francisco tuvo con el Señor. Tuvo una semejanza tal que incluso llegó a llevar las llagas de Nuestro Señor en los últimos años de su vida. En el monte Albarda dijo al Señor dos cosas: te pido que yo pueda sentir el amor por la humanidad y el sufrimiento que tú sentiste, y el Señor le concedió llevar las llagas los últimos años de su vida. Pero sobre todo la vida de San Francisco se distinguió por esa sensibilidad especial a la humanidad de Nuestro Señor. Cristo, pobre y crucificado, ya lo estáis viendo en que lugar vino a nacer, con que pobreza, con que humildad, para terminar como termino en la cruz. Pues eso era la obsesión de San Francisco: Cristo pobre y crucificado. El partía en esta vida del sentido humano de Jesús, desde la fe, por supuesto. En la primera etapa Francisco resalta el sentido de la encarnación de Jesús, el nacimiento , Belén. Francisco es declarado el patrono de los belenistas: digamos que es el promotor de los belenes con aquella escena de Grecho, etc., etc. San Francisco es el patrono de los belenes en la expresividad que da a este acontecimiento y, después, todo el seguimiento de la vida humana de Jesús. Luego San Francisco estuvo aquí de peregrino y estuvo en un momento sumamente difícil cuando dominaba el mundo árabe. Ya sabéis que presentarse al califa, en el mundo árabe, un cristiano se jugaba la vida. Francisco no vino para predicar así abiertamente, sino para vivir cristianamente en medio del mundo árabe, es decir: predicar a través del ejemplo, y cayó simpático ante el califa, cayó simpático ante el mundo árabe y le dejaron estar aquí. De aquí que San Francisco tuvo una devoción especial por los Santos Lugares. Digo yo que, por estos motivos y por otros muchos, la Santa Sede se fijó en los franciscanos. Los franciscanos llevamos aquí, ni más ni menos, cerca de siete siglos. Esto sólo son breves pinceladas sobre la custodia de Tierra Santa a los franciscanos.

La custodia de Tierra Santa no es sólo lo que hemos visto, sino que incluye: Israel,
Líbano, Siria, Jordania, Egipto y Chipre. Todo eso es lo que abarca lo que se llama la custodia de Tierra Santa, porque también en todas estas naciones no es nada fácil vivir, no es nada fácil tener la presencia cristiana, y en estas naciones estamos los franciscanos. ¿Qué número de franciscanos, aproximadamente, estamos para atender este amplio territorio, en esta amplia pluralidad de naciones?. Pues cerca de 400 franciscanos de unas 25 naciones diferentes. ¿Qué hacemos aquí?. Pues variedad de actividades. No sólo es la custodia pasiva de estar, que ya es importante, sino una custodia que yo diría activa, es decir: estudio, investigación, acción pastoral. etc. Los franciscanos estamos atendiendo a 74 santuarios, 45 capillas, 5 basílicas, que están a nuestro cargo pastoral. Tenemos 39 parroquias, pero fijaos bien lo que puede significar una parroquia en estos lugares. No pensemos en las parroquias en España, una parroquia en Madrid; no, no, una parroquia en estos lugares es diferente. Hay 66 iglesias. Hay un centro de estudios de especialización, que es el centro de la Flagelación, estudios bíblicos, especialización en Biblia. Está el centro teológico en Jerusalén, donde se prepara para el sacerdocio. Ahora hay cerca de 40 estudiantes de 15 naciones diferentes que estudian teología. Luego está el centro de filosofía que está en Belén. El noviciado que está en Ein Karem, donde vamos a ir esta tarde. Precisamente este año van a ingresar 11 novicios. Luego está la divulgación a imprenta: se edita una revista mensual en 8 idiomas. Haber si encuentro una en Jerusalén y os la muestro para que hagáis la suscripción y tengáis noticias permanentemente de Tierra Santa.

¿ Cómo viven los franciscanos y quién les mantiene, cómo pueden perseverar aquí? El motivo fundamental es la vocación, pero también necesitan de medios económicos. Hay que partir de un hecho primero: no tienen ayudas estatales, se mantienen a través de la ayuda de los peregrinos y de la Iglesia. Recordáis que todos los Viernes Santos se dice: colecta para los Santos Lugares, pero resulta que el Viernes Santo hay sólo un acto litúrgico, la mínima expresión. El peregrino que ha estado aquí, está un poco mentalizado y colabora, contribuye. El que no ha estado aquí dice: ¿quién será ese señor, el Santo Lugar? y nada. No obstante es una ayuda considerable que hay que agradecer y estimular y, afortunadamente, desde que van viniendo peregrinos se nota un aumento, porque ven la sensibilidad, la obra tan importante y tan fuerte que se está haciendo.

Algunos piensan que los franciscanos tenemos una agencia de viajes. Que estos autocares son nuestros. No es nada nuestro. Nosotros simplemente prestamos, y cuando nos llaman, un servicio pastoral. No tenemos nada que ver con la agencia. Yo soy un simple franciscano que cuando me llaman a prestar un servicio, lo mismo que si me llaman a predicar en una parroquia, si puedo, voy a prestar ese servicio. Lo que pasa es que estos servicios pastorales tienen que tener una estructura que es el propio servicio de la agencia. Cuando se dice la misa se hace colecta, todo lo demás queda fuera. Pero hay que agradecer que en virtud de todo esto Tierra Santa se mantiene, luego hay que decir que Tierra Santa es de toda la Iglesia.


JERICÓ
Murallas de Jericó

“ Josué, hijo de Nun, mandó en secreto dos espías desde Setim diciéndoles: Id a explorar la tierra y Jericó. Puestos en camino, llegaron los dos hombres a Jericó y entraron en la casa de una cortesana de nombre Rahab y pararon allí. Al rey de Jericó le dieron noticia diciendo: Hombres de entre los hijos de Israel han llegado aquí durante la noche para explorar la tierra. El rey mandó decir a Rahab: Saca a esos hombres que han venido a ti y han entrado en tu casa, porque han venido para explorar toda la tierra. Cogió ella a los dos hombres y los escondió en el terrazo... Ahora, pues, os pido que me juréis por Yavé que, como yo he tenido misericordia de vosotros, la tendréis vosotros con la casa de mi padre, y dejaréis la vida a mi padre, a mi madre, a mis hermanos y hermanas y a todos los suyos, y que nos libraréis de la muerte. Los hombres le dijeron: Te juramos por nuestra vida que, si no nos denuncias, cuando Yavé nos entregue esta tierra haremos contigo misericordia y fidelidad”. (Josué 2, 1-4 ; 12-14 ).

Yavé dijo a Josué: Mira he puesto en tus manos a Jericó, a su rey y a todos sus hombres de guerra. Marchad vosotros, todos los hombres de guerra, en torno a la ciudad, dando una vuelta en derredor suyo. Así haréis por seis días: siete sacerdotes llevarán delante del arca siete trompetas resonantes. Al séptimo día daréis siete vueltas en derredor de la ciudad, yendo los sacerdotes tocando sus trompetas. Cuando ellos toquen repetidamente el cuerno potente y oigáis el sonar de las trompetas, todo el pueblo se pondrá a gritar fuertemente, y las murallas de la ciudad se derrumbarán. Entonces, subirá el pueblo cada uno enfrente de sí. ( Josué, 6,2-5 ).

La gentes de la ciudad dijeron a Eliseo. El sitio de la ciudad es bueno, como lo ve mi Señor, pero las aguas son malas, y la tierra, estéril. El les dijo: Traedme un plato nuevo y ponedme sal en él: Trajéronselo ellos, y yendo a la fuente de las aguas, echó en ellas la sal, diciendo: Así dice Yavé: Yo saneo estas aguas y no saldrá de ellas en adelante ni muerte ni esterilidad, y las aguas quedaron saneadas hasta el día de hoy, como lo había dicho Eliseo. ( II Reyes 2, 19-22 ).

Acercándose a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna. Oyendo a la muchedumbre que pasaba, preguntó que era aquello. Le contestaron que era Jesús Nazareno que pasaba. El se puso a gritar diciendo: Jesús, hijo de David, ten piedad de mí. Los que iban en cabeza le reprendían para que callase, pero él gritaba cada vez más fuerte: Hijo de David, ten piedad de mí. Deteniéndose Jesús, mandó que se lo llevasen, y cuando se le hubo acercado, le preguntó: ¿ Qué quieres que te haga ?. Dijo él: Señor, que vea. Jesús le dijo: Ve, tu fe te ha hecho salvo, y al instante recobró la vista y le seguía glorificando a Dios. Todo el pueblo que esto vio daba gloria a Dios .(San Lucas 18,35-43 ).

“ Entretanto, atravesó Jericó. Había allí un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico. Hacía por ver a Jesús, pero a causa de la muchedumbre no podía, porque era de poca estatura. Corriendo adelante, se subió a un sicómoro para verle, pues había de pasar por allí. Cuando llegó a aquel sitio, levantó los ojos Jesús y le dijo: Zaqueo, baja pronto, porque hoy me hospedaré en tu casa. El bajó a toda prisa y le recibió con alegría. Viéndolo, todos murmuraban de que hubiera entrado a alojarse en casa de un hombre pecador. Zaqueo, en pie, dijo al Señor: Señor, doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si a alguien he defraudado en algo, le devuelvo el cuádruple. Díjole Jesús: Hoy ha venido la salud a tu casa, por cuanto éste es también hijo de Abraham; pues el hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”. (San Lucas 19,1-10).
Jericó
DE TIBERIADES A JERICÓ POR EL JORDÁN



Llegamos a Jericó. El autocar paró delante de un restaurante de aspecto moderno. Dos árabes de tez negra, ojos inquisitivos, vestidos con sus chilabas, con dos dromedarios, esperan que algún peregrino se decidiera a sacar fotografías y le recompensase con alguna moneda. El restaurante tiene un letrero escrito en árabe y en inglés que dice: Welcome. “Temptatión Restaurant Jericó “. Otro letrero dice: Palestinian National Authory Tourism Antiquites Departament Jericho Area. Welcome to Tel-Alsultan. A la derecha, un escudo con un águila. Tomamos café, té, refrescos, según los gustos y necesidades de cada uno. Hace un calor de justicia; las bebidas frescas proporcionan una agradable satisfacción momentánea. Estamos en una tierra muy calurosa.

Por unas escaleras y una vereda subimos a una colina, muy próxima al restaurante, desde donde se contempla un amplio panorama de la ciudad. El guía, micrófono en mano, explica a los peregrinos los hechos históricos más importantes acontecidos en el lugar. Jericó, “ ciudad de las palmeras,” es un verde oasis, en medio de un desierto árido y desolado, debido a sus manantiales que brotan permanentemente. Este oasis es un vergel en cuyas huertas crecen palmeras, con sus dulces dátiles, naranjos, limoneros, cipreses, plátanos, frutas variadas, verduras y hortalizas, bungambillas y las famosas rosas de Jericó. Las casas, en su mayoría , están dispersas por el oasis entre los árboles. El contraste con el entorno, donde todo es desierto, es evidente.

En Jericó, podemos distinguir tres ciudades: la antigua a unos 2 Km. de la actual, es la que conquistó Josué; la herodiana de la época de Jesús, y la moderna, asentada sobre las ruinas de la ciudad bizantina y de la cruzada que yacen bajo el oasis.

La Jericó antigua o cananea situada, en un lugar estratégico para subir a Jerusalén, a 250 metros bajo el nivel del Mar Mediterráneo, conquistada por Josué 1200 años A.J.C. , es hoy un montículo artificial, formado por los restos de sucesivas poblaciones, destruidas por las guerras. Los arqueólogos han llegado a descubrir los restos y escombros de hasta 17 ciudades. Los restos más antiguos, examinados con carbono 14, datan de 7000 años A.J.C. Jericó es, pues, la ciudad más baja del mundo y la más antigua, conocida, de la humanidad. Grandes zanjas o trincheras abiertas por los arqueólogos ponen al descubierto alguno de los restos de la ciudad. Destaca la que fue una torre neolítica de piedra y mortero con una escalera interior de 22 peldaños, cerrada por una reja de hierro. Un grupo de turistas japoneses, disciplinados, atentos al guía, con gorros rojos en sus cabezas, visitan el lugar y reciben las correspondientes explicaciones en su idioma. Los observo con curiosidad, lo mismo que aquellas zanjas profundas, excavadas hace ya algunos años, protegidas por verjas para seguridad de los visitantes y de los restos arqueológicos. Estoy sobre los escombros de 17 ciudades y reflexiono sobre la fugacidad de la vida, sobre el sentido de la vida, sobre la sensación que me produce saber que allí vivieron gentes, seres humanos de carne y hueso como yo y que, de este mundo, desaparecieron, eternamente, como me pasará a mí, como le pasará a todos los demás. Una sensación de transitoriedad invade mi espíritu sin que tenga una explicación convincente que me satisfaga y serene. Es como una intuición inconcreta que deja en el aire muchos interrogantes que a mí me inquietan y que esencialmente puedo resumir de esta manera: que hacemos aquí y que sentido tiene nuestra existencia para que todo esto no me parezca un absurdo, un enorme fraude, una locura. Nuevamente, desde la fe encuentro una respuesta que satisface mi inquietud y me da fuerza para seguir adelante con ilusión.

La Jericó herodiana es la de la época de Jesús, la del Nuevo Testamento. Herodes eligió este lugar para residencia de invierno por su clima templado. Era un puesto fronterizo con aduana. Hoy está totalmente cubierta de tierra. En esta ciudad, es donde tienen lugar los acontecimientos de la curación del ciego y el encuentro con Zaqueo.

Por esta ciudad, pasó el Señor en repetidas ocasiones; haría la ruta que más o menos hicimos nosotros, pero no igual: sería un mal camino que recorrería andando o montado en un borriquillo, mientras nosotros viajamos en un cómodo autocar, con aire acondicionado.

Jericó actual, es un oasis importante. Amadeo comenta: es un vergel con muchas palmeras y cultivos, casas de uno o dos pisos, distribuidas por el oasis.

Al oeste se alza pelada, áspera y abrupta, de color ocre amarillo, la Montaña de las Tentaciones. Aquí, según una tradición del siglo IV, Jesús oró y ayunó durante 40 días y fue sometido a prueba por Satán. “Y luego el Espíritu le impulsó al desierto. Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, tentado por Satanás y estaba con las fieras; y los ángeles le servían” ( San Marcos 1,12 ). Sobre la montaña están las ruinas de una capilla que marca el lugar donde Jesús fue tentado por el diablo.

MONASTERIO DEL QUARANTEL
En la ladera de la montaña, sobre la superficie de uno de sus estratos horizontales, se halla el monasterio greco ortodoxo llamado Quarantel o de la Tentación, frente a la gruta donde se recogía Jesús cuando estuvo los 40 días en el desierto.

Al fondo, está el Mar Muerto y más atrás el monte Nebo. Hasta ahí llegó Moisés con todo el pueblo hebreo. Dios le castigó por desconfiar de Él en un momento, en una circunstancia. Le dijo: Tú veras la tierra prometida pero no entrarás en ella. Allí Moisés designó a Josué para que terminase de cumplir el mandato de Yavé: entrar en la tierra que mana leche y miel; tierra exuberante en contraste con los desiertos del entorno.


QUMRÁN


EN QUMRÁN

Saliendo de Jericó, desde el autocar, contemplo un árbol alto y frondoso, es un sicómoro. Pasamos por una calle, especie de mercado, donde se venden frutas, hortalizas, vestidos, cerámica..., El mercado está lleno de gente. Algunos están vestidos con turbante y chilaba. Nuestro destino es Qumrán, a unos 7 km. de Jericó. Nos desviamos hacia la derecha. Subimos a una colina o altiplanicie. Allí hay una caseta de obras, protegida por vallas; un enorme tractor funcionando; tuberías..., Un letrero, en varios idiomas, dice: Advertencia. Los parques nacionales contienen vestigios arqueológicos, sitios escabrosos y terrenos peligrosos para los visitantes. Se advierte, por lo tanto, tener cuidado durante la estancia en el lugar. Estamos en
Qumrán. Un avión militar, un caza, a mucha velocidad y poca altura, pasa por el lugar. No olvidamos que estamos en un territorio en constante tensión.

CUEVAS DE QUMRÁN
El paraje es un desierto. De cuando en cuando, algún arbusto enano. Y esto es toda la vegetación del lugar. Las tierras de tonalidad ocre amarillo, siena, rojizas, incrementan la sensación de calor y desolación. Al oeste, la montaña con escabrosos picachos, rocas desnudas, peladas, descarnadas, precipicios. En las laderas, promontorios con cuevas en sus entrañas, torrenteras y surcos profundos que mueren en arroyos y vaguadas de arena, totalmente secos. Al este, llanura, y al fondo, el Mar Muerto.

RUINAS DEL MONASTERIO DE LOS ESENIOS EN QUMRÁN
En Qumrán se han realizado excavaciones desde el año 1952. Ante nuestros ojos tenemos los resultados: son las ruinas del monasterio que habitaron los esenios. Paredes de piedra separan las distintas estancias: cisternas en las que recogían el agua de la lluvia, salas para reuniones, comedor, salitas pequeñas, talleres, biblioteca, cocina, silos, horno de pan , cementerio...

De los esenios, en sentido amplio, pues, según parece, hubo hasta cuatro clases distintas, hablan Plinio, Flavio, Filón y hasta algunos Santos Padres. La Biblia no los menciona. Eran sacerdotes, levitas, ancianos, monjes- unos 200-; una rama religiosa del pueblo de Israel. Convivían allí escribas, fariseos, saduceos, celotas, esenios. Escribas y fariseos se encargaban del culto y de llevar toda la industria del templo. Los celotas eran políticos y religiosos; los esenios eran más bien la parte que acentuaba lo religioso, monacato, por decirlo de alguna manera. Este grupo religioso no estaba de acuerdo en como se llevaba el culto del templo. Decir el Templo de Jerusalén, es afirmar, de alguna manera, la vida del pueblo de Israel, ya que el Templo era el punto de referencia del desarrollo cultural, político y religioso del pueblo hebreo. Los esenios no estaban de acuerdo como se llevaba la vida y orientación del Templo y entonces lo rechazaban, y como señal de rechazo se marcharon de Jerusalén y vinieron a estas montes pelados, sin vida. Aquí se refugiaron y se dedicaron a la vida de estudio, a la vida de oración y a la vida ascética. En ellos, estaba la mentalidad de que la perfección y la otra vida se consiguen a base de méritos propios, de ascética propia. Pero hay que tener cuidado con esto, porque esta espiritualidad se ha vivido también en esferas cristianas: 10 misas, 40 rosarios, 60 sacrificios, 100 limosnas, igual a, Señor, yo tengo derecho al reino de los cielos; pero el reino de los cielos es don y gracia; es un don y una gracia que el Señor nos hace, y ninguno de nosotros lo podemos conquistar, digamos a pulso. Ahora bien, es la ascética y la vida espiritual la que va abriendo nuestro corazón para que la buena noticia y ese don y regalo de Dios penetre en nuestra vida, y esto es distinto. El caso es que los esenios vienen con buena intención y buena voluntad, porque este es un lugar árido y desértico, sin vida y sin futuro. Ellos se refugian aquí. Se dedican al estudio y a la penitencia, llevando prácticamente una vida monacal. Tenían un maestro de novicios, pues el que quería ingresar tenía que pasar por una etapa de muchas pruebas y muy duras. No habitaban en el monasterio, sino en cuevas y tiendas cercanas. En el monasterio se reunían para realizar sus actos comunitarios, oraciones, explicaciones de la Biblia y de la Regla y para la práctica de los baños rituales. Por otra parte, eran gentes que sentían la raza de su pueblo y el dominio del imperio romano que le sometía. De aquí surge la resistencia contra el imperio romano, de tal forma, que esto es un foco de rebelión. Vienen los soldados romanos y los esenios huyen y se refugian en la gran fortaleza de Masada y, al huir, entierran todo lo que tenían: biblioteca, escritos... Los soldados romanos van a Masada en busca de ellos, y ellos, los últimos, antes de entregarse prefieren morir todos juntos. Así termina la vida e historia de los esenios. Estuvieron en Qumrán desde mediados del siglo II a. J.C. hasta el año 68 d. J.C. en que fueron exterminados por los romanos o huyeron hacia Masada.

MANUSCRITOS DE QUMRÁN
La importancia de Qumrán es debida a los manuscritos encontrados en las grutas desde el año 1947. Son rollos metidos en vasijas de cerámica, escritos en cuero, papiro y cobre y en lengua hebrea, aramea y griega. La cuarta parte de los rollos, contienen textos de la Biblia. El Libro de Isaias, completo; pero hay fragmentos de todos los libros del Antiguo Testamento, excepto el libro de Esther. Se descubre también el documento de Los Hijos de la Luz y de los Hijos de las Tinieblas. Lógicamente, ellos, por su vida ascética y de estudio, eran los hijos de la luz, y los demás, hijos de las tinieblas. Otro documento importante que se ha encontrado es el Reglamento del monasterio que permite conocer cómo vivían, cómo se desarrollaban... Las cuevas mantuvieron su secreto durante 2000 años, hasta que en 1947, un pastor beduino, buscando una cabra que se había metido en una gruta, tiró una piedra al fondo de la gruta y oyó un extraño ruido que le asustó. Al día siguiente, volvió con un primo suyo y entrando en la cueva encontraron varias ánforas de barro. Las abrieron y hallaron siete rollos de pergamino. Ellos eran chavales, no dan importancia a nada de esto. Los llevan al mercado de Belén, los venden como una de tantas cosas que han encontrado por aquí, por el desierto. Hasta que unos americanos se percatan de la importancia de estos manuscritos y ya salta a la luz la noticia: los manuscritos del Mar Muerto o de Qumrán. Más tarde, los beduinos y los arqueólogos exploraron las grutas del entorno y descubrieron otros 600 manuscritos, troceados en miles de fragmentos debido al tiempo transcurrido. Solamente unos 10 se encuentran más o menos íntegros.
El valor, para un cristiano, de estos rollos radica en la posibilidad de compararlos con la Biblia. El manuscrito completo más antiguo de la Biblia data del siglo X d.J.C. y es idéntico al que aparece en estos manuscritos, escritos más de 1000 años atrás. Lo que prueba que el texto bíblico, en tanto tiempo, no ha cambiado. Durante muchos siglos se vivió de la tradición y al encontrar esto y confrontarlo con la tradición ha sido un paso de gigante. El jesuita español , Padre O` Calagan, ha encontrado entre estos manuscritos, textos del evangelio de San Marcos y otros pasajes del Nuevo Testamento, lo que indica que aquí, después de la primitiva comunidad judía, debió vivir una primitiva comunidad cristiana. Varios interrogantes se presentan: ¿Conoció Jesús a los esenios? ¿Los conoció San Juan Bautista ? Estos manuscritos hoy se exponen en el Museo del Libro, en Jerusalén.


MAR MUERTO


En las cercanías del Mar Muerto estaban las ciudades de Sodoma y Gomorra, destruidas por sus pecados. La mujer de Lot se convirtió en estatua de sal por no cumplir las instrucciones del Señor. En la ribera oriental se encontraba la fortaleza judía de Maqueronte, donde, según Flavio Josefo, Herodes Antipas hizo encarcelar y ejecutar a Juan Bautista.

Dejamos Qumrán. Vamos al Mar Muerto. La distancia es corta. Pronto llegaremos. El lugar es casi desértico, sólo arbustos secos y quizá algún reptil, como única señal de vida vegetal y animal. En este lugar, de desolación, unos barracones, abandonados, que ya no tienen puertas ni ventanas, recuerdan la guerra de los Siete Días. Allí, según nos cuentan, estuvieron retenidos palestinos prisioneros hasta que terminó la contienda.

El autobús para en una explanada a orilla del Mar. En aquella llanura deshabitada, hay cuatro casetas con servicios higiénicos, duchas y lavabos; una ducha al aire libre, sillas de plástico, toldos para refugiarse del sol. El Mar Muerto, a nuestros pies, al fondo; al este, entre la bruma o canícula, los montes de Moab y el monte Nebo, ya en Jordania, donde llegó Moisés después de 40 años por el desierto. Al oeste, la llanura solitaria y las montañas desérticas de Judea: tal es el escenario que contemplan nuestros ojos al bajar del autobús.

En el Mar Muerto, desemboca el río Jordán. Tiene 85 km. de largo, 17 de ancho y 400 metros de profundidad máxima. Es un mar que no tiene desagüe natural, es un mar cerrado, un mar muerto. La evaporación, que es muy fuerte, hace desaparecer el agua, pero no las sustancias químicas que arrastran las aguas del Jordán, así que la salinidad de sus aguas es 6 veces superior a la de otros mares ordinarios. Las piedras de la orilla están blancas: es la sal que queda después de la evaporación del agua. Una cuarta parte del líquido, son sustancias minerales en disolución: potasio, magnesio, bromuro... El agua, por ello, es densa, untuosa y saladísima. Allí no es posible la vida animal o vegetal. Por eso, a este mar, en la Biblia, se le llama Mar del Desierto, Mar Oriental, Mar de Sal. Después del siglo II d. J.C., Mar Muerto.

BAÑO EN EL MAR MUERTO
Había gran expectación, entre los peregrinos, por llegar a este Mar para bañarnos en sus aguas de las que tanto nos habían hablado.

El cielo estaba despejado. Estábamos en el lugar más bajo de la tierra, a 394 metros bajo el nivel del Mediterráneo. Era mediodía; el sol literalmente quemaba, la tierra abrasaba todo lo que entrara en su contacto; la evaporación intensa, la humedad grande, un sudor pegajoso se deslizaba torrencial por todo el cuerpo, empapando todos los vestidos. En estas circunstancias, la mayoría de los peregrinos, casi todos, decidimos rápidamente, instintivamente, zambullirnos en el agua. Laura y Amadeo, no. Lo siento por ellos, probablemente no tendrán oportunidad de volver a este lugar y disfrutar de esta experiencia única en la vida.

Escaleras de madera con barandillas llegan, en una zona especial para bañistas, hasta el mar, permitiendo el acceso cómodo al agua, sin pisar los guijarros, ni el cieno de la orilla. A poca distancia, postes metálicos unidos por cuerdas señalan el límite de seguridad de los bañistas. Más allá está el peligro, la zona prohibida. En la orilla, dos turistas jóvenes, totalmente embadurnadas de aquel cieno negro, grasiento, parecen nativas del África negra. Según dicen, este barro tiene propiedades terapéuticas. Por señas, no eran españolas, me indican que con su cámara le saque una foto. Como no, con mucho gusto, realizo aquel mandato. Quito mi camisa empapada en sudor; dejo el vídeo, la cámara fotográfica, zapatos, pantalones y sombrero, al cuidado de mi hermano Amadeo que no quiere bañarse. Laura está en otros parajes mojándose los pies. El suelo quema los pies como si fueran brasas. No aguanto, tengo que ponerlos encima del sombrero, aunque ello suponga marcharlo de barro.


BAÑO EN EL MAR MUERTO
Sin saber bien porqué, quizá buscando un lugar menos concurrido, no entro al agua por el acceso cómodo, sino por otro cenagoso y lleno de guijarros ocultos. Es un barro negro, escurridizo, que cubre hasta la rodilla. Me escurro, me cuesta mucho esfuerzo guardar el equilibrio; tengo dificultades para llegar hasta el agua. Está claro que no conocía estos inconvenientes. De saberlo, mi decisión hubiera sido entrar por el sitio cómodo. Por fin, llego al agua. Está muy cálida, no menos de 40 a 50 grados. El agua caliente me agrada, pero esta casi quema. Me siento satisfecho gozando del baño.

He disfrutado muchísimo con el baño, en aquella agua caliente y tan salada, viviendo un acontecimiento único en la vida de una persona. Pero también he disfrutado por bañarme, en el lugar más bajo de la tierra, en Israel, a muchos kilómetros de España y en un mar bíblico.

MAR MUERTO: SAL
La salida del agua tiene que ser rápida e ir a la ducha inmediatamente. Primero porque el sol y la tierra abrasan; segundo, porque la evaporación es tan grande que si no te duchas pronto, quedarás cubierto de una capa de sal en todo el cuerpo y esto pica y es muy molesto.

La ducha que hay al aire libre echa agua dulce abundante, y también cálida. ¡Qué placer ducharse allí, con el Mar Muerto a tus pies, Jordania al fondo, al lado del desierto de Judea ! Otros peregrinos esperan para ducharse y el guía ya está tocando la trompeta: Ta, tarata... Laura y otros peregrinos esperan sentados en sillas a la sombra de los toldos, sudando a chorros. ¡ Hace tanta calor, hay tanta humedad y evaporación !

En los servicios, cambio el traje de baño. El autocar ya está a punto de salir. Destino: Jerusalén, cruzando el desierto de Judea.